Aunque para París este verano será el más complicado de su historia en materia económica por la dramática baja de visitantes, para los pocos turistas que puedan recorrer la capital francesa, la situación puede ser única.
Como ejemplo de la diferencia con años normales, sirve el caso del Museo del Louvre, que desde que reabrió el 6 de julio pasado, recibió 10.000 visitantes por día. Esto es la cuarta parte que en una época normal, considerando que se trata de uno de los museos más transitados del mundo, con 10 millones de turistas caminando por sus pasillos cada año.
La mayoría de los visitantes son franceses, y hasta atracciones multitudinarias como “La Gioconda”, pueden observarse con más cercanía y tranquilidad.
Por supuesto el museo plantea una serie de restricciones que inevitablemente provocan que las visitas tengan que reducirse: el “booking” obligatorio reservando turno, el uso de barbijo y la desinfección de manos y la distancia obligatoria de un metro. Un simpático video da instrucciones de cómo comportarse dentro del museo y hasta da indicaciones de dónde tirar el pañuelo en el que se estornuda.
Las colas delante de monumentos como la Torre Eiffel, también bajaron a la mitad y se calcula que los ingresos de la ciudad descendieron mucho más, porque la ocupación hoy es de un 35 por ciento menos que lo habitual.
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