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CULTURA | 29-05-2020 00:58

¿Por qué Aramburu?

A 50 años de su secuestro, las cuentas pendientes que el peronismo tuvo con él y las razones por las que Montoneros lo ajustició.

Marcado por su antiperonismo, Pedro Eugenio Aramburu transitó una larga carrera militar en la que cometió varios intentos de golpes de Estado hasta llegar al poder con la Revolución Libertadora.

Su carrera comenzó en el Colegio Militar, donde conoció a Juan José Valle, con quien entabló una larga relación, que sería clave durante el gobierno de Juan Domingo Perón.

Entre las diferentes tareas que desempeñó, fue profesor de Historia de la Escuela Superior de Guerra, Jefe del Regimiento 11 de Infantería en Rosario, Subdirector de Gendarmería en 1947, Agregado militar en Brasil entre 1950 y 1951 y director de Sanidad del Ejército.

Con la llegada del peronismo al poder en 1946, participó con prudencia en conspiraciones contra gobierno junto al general Eneas Colombo y los coroneles Bernardino Labayru, Osorio Arana y Alejandro Lanusse, entre otros.

Mientras se encontraba en Brasil cumpliendo funciones militares, estalló el primer intento de golpe militar contra el gobierno constitucional de Juan Domingo Perón, encabezado por el general Benjamín Menéndez, en septiembre de 1951. Pese a no poder participar en esta oportunidad, sí lo hizo en ocasiones posteriores.

A su regreso, estuvo cerca de ser pasado a retiro del ejército, pero fue su compañero Juan José Valle el que intercedió ante Perón para que no lo expulsaran de la fuerza, por conspirar contra un gobierno constitucional.

Al igual que años antes, un nuevo golpe de estado contra el Presidente comenzó a gestarse para junio de 1955, en la Marina, que era la fuerza más antiperonista. Aunque no formaban parte de esa fuerza, Aramburu y el general Justo León Bengoa se sumaron al grupo.

El 16 de junio de 1955, a las 12:40, 34 aviones de la Marina de Guerra iniciaron el bombardeo y ametrallamiento sobre Plaza de Mayo; con el único objetivo de matar al entonces presidente, el general Perón. Si bien no lograron su cometido, este brutal ataque dejó un saldo de más de 350 muertos y más de 1.000 heridos. Aramburu fue el responsable directo de estos asesinatos que escandalizaron y espantaron al mundo, incluso a Europa, que terminaba de salir de una cruenta guerra mundial.

Al ver que el ejército era leal a Perón, Aramburu se escondió a la espera de que los aviones mataran al Presidente. Luego de que fracasara el levantamiento, se dirigió a la Casa Rosada para abrazarlo, según recuerda el Jefe del Ejército, Franklin Lucero, en sus memorias. Por este episodio, pasó desapercibida su participación en el complot contra el Presidente.

Pero, este no iba a ser el último intento: el 16 de septiembre de 1955, la Marina de Guerra llevó a cabo un nuevo golpe. Como desconfiaban de Aramburu, dejaron en manos del general Eduardo Lonardi la participación del ejército. Con este triunfo, nació la Revolución Libertadora. Lonardi fue su primer presidente.

Una nueva conspiración, ahora en el seno de la Marina, logró la renuncia del Presidente de facto el 13 de noviembre y Aramburu ocupó su lugar.

El 16 de noviembre declaró intervenida la CGT y el capitán Alberto Patrón Laplacette comenzó a controlarla. Días después, Aramburu dispuso la intervención de los sindicatos y el 18 del mismo mes, decretó por el artículo 4161 la prohibición de "la utilización de imágenes, símbolos, signos, expresiones significativas, doctrinas, artículos y obras artísticas (...) representativas del peronismo", e incluía una lista de vocablos proscritos como "peronismo", "peronista", "justicialismo", "justicialista", "tercera posición" y los discursos de Perón y de Eva, entre otros. También disolvió el Partido Peronista, prohibió su marcha y confiscó sus locales y, semanas después, decretó la disolución de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y de la Confederación de Estudiantes Secundarios (CES).

Por orden de Aramburu, el coronel Mori Koenig ingresó con un grupo de oficiales a la CGT y sustrajo el cadáver de Eva Perón al que luego se le dio sepultura en Italia. Por la misma época, se encarceló a todos los diputados, senadores, ex ministros, intendentes y gobernadores peronistas de todo el país.

Estas no fueron las únicas represalias contra el peronismo. Fusilaron al secretario general de la CGT de Azul, Manuel Chaves; saquearon las casas de varios funcionarios peronistas como Ramón Carrillo, Héctor Cámpora, Ángel Borlenghi y Franklin Lucero, entre otros; demolieron el Palacio Unzué por haber sido utilizado por Perón y Eva como residencia presidencial; y se confiscaron los bienes de todos los funcionarios peronistas del país, sin ningún juicio previo.

En la cárcel de mujeres fueron vejadas la ex diputada Delia Parodia y la senadora Juana Larrauri.

En el plano artístico, se prohibieron a todos aquellos que expresaban su adhesión al peronismo como Tita Merello, Nelly Omar, Fanny Navarro, Zully Moreno y hasta llevaron preso al cantante Hugo del Carril, a la cárcel de Las Heras, adónde fue torturado. También fueron prohibidos los deportistas como el boxeador José María Gatica, la tenista María Luisa Beatriz Terán, Enriqueta Duarte, primera nadadora argentina en cruzar el Canal de la Mancha, y Miguel Ballícora, Campeón Mundial de Básquet, entre otros.

Aramburu reabrió la cárcel de Ushuaia y allí fueron encarcelados en barcos de la Marina de Guerra la mayoría de los militares leales a Perón como Juan José Valle, Raúl Tanco, Miguel Iñiguez Sosa Molina y muchos otros oficiales del ejército .

Son estos militares los que empezaron a pensar la manera de terminar con la dictadura de Aramburu. Por eso, planificaron una contrarrevolución para el 9 de junio de 1956, encabezada por el antiguo compañero de colegio del Presidente de facto, Juan José Valle. El general tenía como único propósito llamar a elecciones libres en 180 días y terminar con la oleada de persecuciones y revanchismo en el país. Sin embargo, esta revolución no tuvo éxito y solo logró conquistar la ciudad de La Plata y Santa Rosa, en La Pampa.

Los militares que participaron en la asonada fueron juzgados por el general Juan Carlos Lorio en Campo de Mayo y fueron sentenciados a la cárcel. Pero Aramburu ordenó la pena capital.

El general Lorio trató de comunicarse en varias oportunidades con él durante la madrugada para pedirle clemencia por los sublevados. Pero la respuesta fue clara: la orden era fusilarlos. Incluso la mujer del coronel Ibazeta, amiga de la mujer de Aramburu, fue a pedir clemencia hasta la residencia de Olivos y la respuesta fue: "El presidente duerme".

Fueron ejecutados el coronel José Albino Irigoyen, el capitán Jorge Costales, Dante Hipólito Lugo, Clemente Braulio Ros y Norberto Ros, Oscar Cogorno, Carlos Lizazo, Nicolás Carranza, Francisco Garibotti, Vicente Rodríguez y Mario Brion, entre muchísimos otros a los que castigó por no coincidir con su gobierno. Entre ese grupo de militares, Aramburu fusiló a Juan José Valle el 12 de junio de 1956, sin recordar su antigua amistad ni el momento en que su amigo lo había salvado de que lo expulsaran del ejército. Durante su presidencia, Aramburu pretendió borrar hasta el menor vestigio de la época peronista. Su dictadura terminó el 1 de mayo de 1958 cuando asumió Arturo Frondizi, que ganó en unas elecciones con el peronismo proscrito.

 

Cuando el 1 de junio de 1970, Montoneros lo fusiló en Timote, las causas que le imputaron en el juicio sumario previo a su muerte fueron: el asesinato del General Valle y sus compañeros y el robo del cadáver de Evita. Dos de las tantas cuentas pendientes que el peronismo, proscrito y perseguido durante más de una década, tenía con él.

por Facundo Giampaolo

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