Tras 18 años en el exilio, Juan Domingo Perón regresó a la Argentina y volvió a ocupar la presidencia en 1973. Por aquellos años, Mario “el Pepe” Firmenich era el principal dirigente de Montoneros y el principal enemigo tanto de policías y militares del gobierno anterior como de antiperonistas que querían vengar la muerte de Pedro Aramburu, ocurrida en 1970. El enfrentamiento entre el sindicalismo peronista, encabezado por Lorenzo Miguel, y los Montoneros estaba en su momento culminante.
Pero lo que quedó en el olvido fue el día en el que el General le salvó la vida al líder montonero e intercedió por su libertad, gracias al pedido de sus compañeros de organización.
El 18 de marzo de 1974, de camino a un encuentro con un grupo de militantes en la zona de Del Viso, Firmenich, Ana María Pardo y Rodolfo Germano fueron detenidos en un control policial por llevar documentos falsos. “No me atrapó Onganía, Levingston ni el gorila de Lanusse y me atrapan dos pinches que van a torturarme y fusilarme”, pensó Firmenich en el momento de la detención.
Al notar que no llegaban al encuentro, el grupo que los esperaba comunicó lo que sucedía a la conducción de Montoneros y, de manera urgente, resolvieron que debían avisarle al Presidente porque era la única manera de que Firmenich continuara con vida. El subjefe de la Policía, Alberto Villar, aliado de José López Rega, era también enemigo declarado del líder montonero.
Fueron tres los dirigentes elegidos para pedir a Perón por la liberación de su compañero y líder, en representación de toda la organización. Dante Gullo de la Juventud Peronista, Juan Pablo Ventura de la Juventud Universitaria Peronista y Enrique Greco de la Juventud Trabajadora Peronista se dirigieron a la Casa Rosada, donde fueron recibidos por el secretario militar, el coronel Vicente Damasco. Luego de escuchar lo ocurrido, se comunicó con Juan Esquer, jefe de la custodia del Presidente, que se encontraba junto a Perón.
El Presidente estaba en una recorrida por Villa Saldías, entregando viviendas sociales. Esquer le avisó de la detención de Firmenich y Perón le indicó que inmediatamente convocara a una reunión con el ministro del Interior, Benito Llambí, y el jefe de Policía, el general Miguel Ángel Iñíguez.
Allí les advirtió que nada podía sucederle a Firmenich. Llambí le aseguró que el integrante de la cúpula de Montoneros estaba con vida en una comisaría de Vicente López. “Ocúpese de él y avísele a la Juventud Peronista dónde está para que no hagan tonterias”, ordenó Perón.
Al llegar a la comisaría, Iñíguez ordenó que lo sacaran de la celda y lo trasladaran a una oficina. “Vengo por orden del General para garantizarle su vida”, le manifestó al líder montonero.
Mientras Iñíguez y Firmenich compartían unos mates y hablaban de la realidad política y económica del país, Perón se comunicó con el dirigente para asegurarse de que se encontrara en buen estado. El General le envió sus saludos a los compañeros.
Una vez liberado, Firmenich manifestó ante los periodistas que lo esperaban que iba luchar por la unidad del Movimiento Peronista. En un intento por apaciguar las internas, el secretario general de la CGT, Adelino Romero, aseguró que ni el dirigente montonero ni la Juventud Peronista eran marxistas sino totalmente justicialistas.
Facundo Giampaolo es historiador y Vice Presidente de la Juventud Peronista.
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por Facundo Giampaolo
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