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ECONOMíA | 29-06-2021 14:45

Una política económica de anabólicos electorales

La receta del Gobierno ataca precios, salarios, patea la deuda externa y ancla el dólar.

El cronograma electoral ya está en marcha y, como siempre, el oficialismo buscará llegar a los comicios (en este caso, las PASO en septiembre) con el mejor clima económico posible, aunque en este contexto de pandemia no es la única variable que pesa.

Quizás la diferencia con otras elecciones de medio término (la última vez fue en 2017) es que el impulso de la actividad económica no alcanza por sí solo para formar una percepción de bienestar. El índice de confianza del consumidor, que elabora la Universidad Di Tella, cayó 2,3% en junio. La caída de la actividad económica (se estima en 10% durante 2020) aún no se recuperó totalmente. El desempleo abierto llegó al 13% pero hubo una retracción del empleo: es decir, personas que se retiraron del mercado laboral. El segmento informal, que fue le más castigado, aún no recuperó 700 mil puestos. La inflación, prevista para quedar en torno al 30% en el Presupuesto 2021 ya quedó desfasada y las proyecciones de los analistas que refleja el propio Banco Central en el REM está por encima del 45%. Recién la medición del IPC de mayo mostró una baja relativa respecto al promedio del 4% mensual que venía dándose desde noviembre pasado.

Anabólicos electorales

La tranquilidad que le Gobierno intenta conseguir tuvo su piedra angular, cuando no, en una variable: el dólar “libre”. Luego de tocar los $190 en octubre del año pasado, cambió la política monetaria y mediante operaciones de bonos y absorción de pesos, pudo controlarlo y desde hace 6 meses que la moneda norteamericana cotiza en la misma banda. Mucho tuvo que ver en este éxito, una ayuda inesperada del boom de los productos agropecuarios que hizo que en el período enero-mayo de 2021 hubiera récord histórico de liquidación de exportaciones de ese origen (US$ 13 mil millones). Esto dio un empujón a la mejora de las cuentas fiscales, a las que colaboró la creación de impuestos y el ajuste de salarios estatales y jubilaciones por debajo de la inflación en el primer semestre. Sin embargo, la inflación no recogió estos datos por la sencilla razón que todavía corre con el salto en la emisión monetario del 2020 y fue determinante en la conformación de expectativas no muy favorables

Perspectivas. Para el consultor Carlos Fara, presidente de Fara Veggetti, en términos electorales lo más importante es la generación de expectativas positivas. “Si la mayoría cree que el rumbo es el correcto, entonces tendrá más paciencia. Las expectativas se deterioran con la inflación”, argumentó. En este escenario, también podría ocurrir que, incluso, una “recuperación estadística” pueda no percibirse como tal. “No es la primera vez que sucede: en 1997, Argentina creció al 8 % y sin embargo el oficialismo de turno perdió la elección de medio término”, concluyó.

La convicción de que no había combustible suficiente impulsó el diseño, de un esquema de acciones puntuales buscando el impacto directo de corto plazo. “Ponerle plata en el bolsillo a la gente parece ser la consigna, pero esta vez no dirigida desde el Ministerio de Economía sino todo lo contrario”, observa Eduardo Fracchia, director del Área de Economía del IESE Business School. A su juicio, el plan es claramente cortoplacista abriendo una gran incertidumbre sobre cómo se resolverá la situación el año próximo. “Veo que el gran tema en discusión se dará más adelante: si se acude a más regulaciones y participación del Estado o al mercado para promover un aumento en la inversión, vital para el crecimiento postergado porque el actual esquema no es sostenible en el tiempo”, concluye.

Anabólicos electorales

Los anabólicos que utilizó el Gobierno para acelerar la mejora de la situación puntual sin esperar una lenta recuperación, se tradujeron en cinco áreas relevantes:

Precios

El objetivo fue desacelerar la inflación con una nueva meta del 2% mensual hasta fin de año, si bien no alivia la erosión en el poder adquisitivo, al menos detiene el proceso. La mira se posó en los bienes de más peso en la canasta familiar: los alimentos, con la profundización de los “precios cuidados” y el cepo a las exportaciones de carne para ponerle un tope a un producto icónico que explica el 30% del aumento de los alimentos en la canasta familiar.

Salarios

La promesa de recuperación del poder adquisitivo chocó con la realidad inflacionaria. Los topes sugeridos inicialmente a las paritarias (30% anual) se vieron desbordados por pedidos sobre la base del IPC y finalmente desde el mismo Estado se dio luz verde a convalidar acuerdos en un techo más alto: entre 40% y 45% anual. Sólo se amortiguó por el escalonamiento de dichos aumentos. El otro aspecto considerado fue la actualización de las tarifas muy por debajo de la inflación y la aparición de nuevos subsidios, como el otorgado por “zona fría” para el consumo de gas.

Impuestos

Otra herramienta utilizada para mejorar el salario de bolsillo para el sector formal fue el de elevar la exención de impuesto a las ganancias a 150 mil pesos y quitar de la base imponible otros conceptos variables, que terminará afectando a 1,3 millón de trabajadores que en julio comenzarán a recibir la devolución de impuestos pagados hasta mayo.

Dólar

El ritmo de devaluación del tipo de cambio oficial fue desacelerándose durante todo el año, creciendo la mitad que el IPC cada mes. Sin embargo, como el dólar “libre” quedó aplastado por el control en el mercado de parte del Banco Central, la brecha fue achicándose. Es de esperar que, con el ingreso adicional de divisa y mayores restricciones al pago de importaciones, el esquema pueda sostenerse hasta noviembre. Francisco Gismondi, director de Empiria Consultores, no creo que se generen problemas en el mercado cambiario oficial antes de esa fecha. “Pero si hay mayor excedente de pesos, claro que habrá mayor presión en los paralelos antes de las elecciones”, subraya.

Deuda externa

El anunciado cierre de la negociación con el FMI ya fue postergado para el próximo verano. La piedra en el zapato que era el vencimiento con el Club de Paris de US$ 2.400 millones ya fue aplazado mediante un acuerdo que será efectivo una vez que el Gobierno haya podido alcanzar un entendimiento con el Fondo a largo plazo, ahora con nueva fecha de vencimiento: 31 de marzo. El objetivo para este año electoral era justamente ese: no patear el tablero, pero tampoco cerrar la puerta a una relación conveniente. Fernando Marengo, director de Arriazu Macroanalistas, también ve esa secuencia como la más probable. “Luego habrá dos caminos: no acordar (que es una mala noticia) o acordar, considerando que Argentina es un país con una economía bimonetaria o no tenerlo en cuenta e ir a un esquema de flotación cambiaria como en 2018, que fue un problema.

Al parecer, nada alterará la calma electoral. Pero sí generarán más presión para que con las cartas electorales sobre la mesa, con ganadores y perdedores, se decida el camino crítico a restaurar los equilibrios

Anabólicos electorales

 

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Tristán Rodríguez Loredo

Tristán Rodríguez Loredo

Editor de Economía.

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