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ECONOMíA | 18-03-2020 19:13

Cómo impacta el coronavirus en la negociación de la deuda y la economía

Se complica la reestructuración del pasivo. Caída de precios y cantidades exportadas. Paralización de actividades internas. Presión sobre el dólar.

El contenido de esta nota se autodestruirá en pocos días. Es que se escribe en pleno derrumbe bursátil mundial y nadie puede saber adónde terminará el descontrol financiero que refleja el parate económico que ha provocado el coronavirus. Ninguno a ciencia cierta puede predecir con total seguridad que el impacto del Covid-19 dure poco tiempo y sea seguido de una recuperación rápida, como el de otros virus anteriores, o sea la gota que derramó el vaso de un mundo acostumbrado a las burbujas y las posteriores pinchaduras.

Pero aquí NOTICIAS les ofrece un informe urgente de situación para entender qué efecto tendrá la crisis mundial del coronavirus en la economía argentina en general y en la reestructuración de la deuda en particular, operación a la que están supeditadas las otras variables del país. Precisamente, mitad de los analistas considera que la debacle global empeora la de por sí tensa renegociación del pasivo y otra mitad opina la contrario, aunque casi todos admiten que tampoco lo pueden saber con certeza.

Dos palabras están poniéndose de moda en la discusión con los bonistas es el exit yield o tasa de rendimiento de salida o de descuento. Es el valor al que podrán venderse los nuevos títulos públicos que el gobierno de Alberto Fernández entregará a cambio de los que emitieron el kirchnerismo (cuando reestructuró la deuda en 2005 y 2010) y Mauricio Macri (cuando saldó el pleito con los fondos buitre y después con su sobreendeudamiento). También es el precio al que el país podrá tomar crédito en los mercados una vez que finalice la reestructruración. Porque el exceso de préstamos resulta ruinoso, pero tampoco se podrá construir una economía normal sin ellos.

Cuando a principios de abril el ministro de Economía, Martín Guzmán, defina la propuesta de pago de los bonos con legislación extranjera por US$ 68.800 millones, también expondrá los supuestos de crecimiento de la actividad y del disminución paulatina del déficit público para afrontar los vencimientos. A partir del cálculo de una eventual quita de capital e intereses, del periodo de gracias y la extensión de plazos y de las previsiones macroeconómicas y fiscales, los fondos de inversión internacionales calcularán la exit yield. Teniendo en cuenta que el mundo está paralizándose, la actividad de todos los países sufre y los inversores huyen de los mercados emergentes, más riesgosos, hacia activos hiperseguros, como los bonos del Tesoro norteamericano. Es así que a la Argentina y los demás países en vías de desarrollo los fondos les les pedirán más tasa de interés. Y eso que los bancos centrales están bajándolas para alentar la economía. Pero la aversión al riesgo perjudica a las naciones emergentes.

La consultora Delphos Investment calculaba antes del derrumbe bursátil del 9 y 12 de marzo que el exit yield “razonable” para los inversores sería del 9% al 10%, más que el 8% que pretendía Guzmán y que se había logrado tras el canje de deuda de 2005. Ahora que los demás países en vías de desarrollo deben abonar más tasa para endeudarse, la Argentina debería ofrecer una tasa de salida del 11% o 12% y, por tanto, debería mejorar su oferta, según Delphos. El ministro insiste en que el país necesita un “alivio sustancial”, pero también promete que buscará “máximizar la aceptación” de su propuesta. Algunos analistas contradicen a Delphos y consideran que una oferta más generosa sería después más difícil de abonar y, por tanto, elevaría el exit yield aún más. Alegan que con la crisis mundial se reduce aún más la capacidad de pago de la Argentina.

“Si planteás un ajuste creíble, baja la tasa de descuento”, explican en un banco internacional. Claro que en la actualidad hasta el FMI reconoce que más recortes en la Argentina resultarían insostenibles política y económicamente. Agregan que la baja de tasas de los bancos centrales supone una buena noticia para la Argentina, que ofrece mejores rendimientos, pero revela también la gravedad de una economía mundial en recesión. “El Gobierno debe vender una historia de que va a crecer para pagar la deuda, y con esta situación mundial se hace menos creíble. Es un rechazo que sufren todos los emergentes”, añaden.

En otro banco extranjero advierten que la tasa de descuento de la Argentina y, por tanto, a la que podrá endeudarse tras la reestructuración será “alta, de 10 a 12 por ciento”, pero “quizá la gente está con tanto miedo que ahora acepta un acuerdo peor que el que pensaba”. “La caída de los precios de los bonos a cerca de 30% de su valor nominal hace más atractiva la aceptación de una quita dura del 50% porque, si bien se corre el riesgo de que con estos valores tan bajos aparezcan fondos buitre dispuestos a comprar para después boicotear el canje y litigar, hoy también tienen mejores cosas para comprar con la caída de los bonos de las grandes multinacionales. Pero no sabemos qué ocurrirá. Quizás algunos, al aumentar el riesgo, prefieren esperar y negociar con la Argentina en otro momento, cuando el panorama esté más claro, y eso puede implicar un default cuando no se puedan pagar los vencimientos de abril”, analizan. Fernández ya ha admitido que si aún continúa el canje de deuda el mes próximo, el Gobierno no pagará los US$ 503 millones que vencen entonces sino que hará uso de su derecho de abonarlos 30 días después, en mayo.

En el oficialismo reconocen que “no es un buen momento negociar cuando el mercado está tan loco y no puede ponerle un foco al tema porque hay 20 incendios más”. “Los inversores son emocionales y están en pánico. Pero quizá este quilombo les hace aceptar la oferta con tal solucionar un problema entre tantos”, completan en el Frente de Todos.

Guzmán habló por videoconferencia el 11 de marzo con otros ministros del G20 para comentar el impacto de la crisis y las medidas fiscales y monetarias que las potencias están adoptando para contrarrestarla. También reunió al gabinete económico, donde están el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, su número dos, Cecilia Todesca Bocco, y los ministros de Trabajo, Claudio Moroni, y de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, la jefa de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont, y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce. Ya anunciaron medidas de compensación económica. Por ahora están tranquilos de que el abaratamiento del petróleo todavía no profundizó la reducción de la actividad que ya viene registrándose en Vaca Muerta.

“Es irrelevante que la Argentina mejore la propuesta: va al default”, pronostica Miguel Boggiano, CEO de Carta Financiera. “Hay que ver la crisis corporativa de EE.UU., que es enorme y provoca una reacción en cadena. En ese contexto, la Argentina es una parte muy chica para los fondos. Hoy están más interesados en cobrar lo que les deben los que hacen exploración petrolera no convencional en EE.UU. Es difícil que la Argentina logre reestructurar su deuda porque en el mundo hay menos crédito”, alerta Boggiano.

Hernán Hirsch, socio de FyE Consult, opina que “el clima externo torna más compleja la reestructuración y mueve los incentivos para negociar”. Lorenzo Sigaut Gravina, director de la consultora Ecolatina, analiza que la baja de las cotizaciones de los bonos constituye una oportunidad para los fondos de inversión para comprar barato, entrar a la reestructuración y vender después, aunque también supone un atractivo para los buitres.

Pero el coronovairus no solo contagia a la discusión por la deuda sino a la economía real ante tanta suspensión de actividades. Enrique Dentice, profesor de la Universidad de San Martín, advierte: “Aun antes ya estábamos en medio de una crisis. Hace un tiempo que no recibimos inversiones y sin dudas este coronavirus nos va a afectar como un proceso disruptivo. Hasta el momento no se ha hecho ningún ajuste macro en serio, mas allá de lo de los jubilados. El virus, según los que saben, va a mermar en el verano boreal, pero a nosotros nos toca en el invierno austral, con lo cual nos va a pegar duro y va a profundizar la recesión”. Dentice prevé una caída del 2,3% del PBI si se acuerda con los bonistas y se evita el default. “El golpe del sector externo generará menos demanda de productos argentinos, con un efecto sensible en el consumo y el empleo. Con los precios caídos como el del petróleo, Vaca Muerta es una empresa inviable”, analiza Dentice.

El académico Fernando Navajas, economista jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), señala que “hay mucho caos de corto plazos, pero con consecuencias muy pequeñas de largo, bajo el supuesto de que la ciencia descubra la vacuna”. En lo inmediato, “complica tanto el plan de estabilización en ciernes porque lleva a un tipo de cambio más alto como la negociación de la deuda porque la tasa de descuento queda demasiado alta”.

Irina Moroni, economista jefa de la Fundación Capital, señala que, como la Argentina está fuera del mercado de capitales, no la afecta en cuanto a su acceso. Pero apunta contra la merma de la cotización de las commodities, sobre todo de la soja; la baja de las exportaciones y la competitividad cambiaria, teniendo en cuenta la devauación del real brasileño mientras el peso sigue firme a fuerza de cepo. Sigaut Gravina agrega que así como la baja del petróleo detiene uno de los pocos proyectos de generación de divisas, Vaca Muerta, también permite mantener sin cambios los precios en los surtidores y las tarifas de energía. Algún consuelo en medio del psicosis.

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Alejandro Rebossio

Alejandro Rebossio

Editor de Economía y columnista económico de Radio Perfil.

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