Después de meses de cascotazos, el Gobierno tuvo un fin de semana de alivio. El acto del Día de la Lealtad le devolvió el permiso a Alberto Fernández para sentirse nuevamente empoderado, luego de una caída sostenida en la imagen de su autoridad y de la gestión que tiene a su cargo. A esa brisa fresca se le suma el resultado electoral en Bolivia, que favoreció a Evo Morales, un aliado con apoyo contundente de la Casa Rosada: tanto Alberto como Cristina Fernández festejaron en Twitter las novedades bolivianas como si fueran propias. Se trataría del mejor lunes K en mucho tiempo, siempre y cuando el dólar no arruine la tregua oficialista.
Todo indica que esta semana el foco de la agenda va a ser acaparado por Martín Guzmán, el funcionario protegido por “les Fernández” que, al igual que el Presidente, también tiene que recorrer un largo camino hacia su empoderamiento como ministro de Economía propiamente dicho. Y en la Argentina, ese cargo se valida no solo negociando la salida a un default, sino saliendo vivo de la lucha grecorromana contra el monstruo de dos cabezas: el billete de George Washington y su contracara inflacionaria. Las maniobras financieras que amaga Guzmán se pondrán a prueba definitivamente en los mercados formales e informales a partir de este lunes. De su éxito dependerá que siga o se corte la buena racha que, en este fin de semana, le devolvió la sonrisa a Alberto Fernández.
Aunque millones de argentinos están concentrados en cómo resolver sus urgencias económicas agravadas por la pandemia, el Presidente encontró finalmente la zona de confort para su relato. El Día de la Lealtad se trató no tanto de qué pueden hacer los jefes peronistas por la Argentina, más bien al contrario: la pregunta implícita fue qué pueden hacer los argentinos por la vigencia gloriosa del peronismo, cueste lo que cueste. En principio, Alberto propone aguantar con paciencia y no quejarse tanto por el encierro y los ahorros que se esfuman. En su visión, peor está su Vicepresidenta, acosada por el Lawfare filomacrista. Como decía irónicamente el productor teatral Carlos Rottemberg: “Los argentinos tenemos que pensar seriamente qué país le vamos a dejar a Mirtha Legrand”. En la Quinta de Olivos proponen lo mismo pero con respecto a Cristina, solo que en este caso, la cosa va en serio.
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