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EN LA MIRA DE NOTICIAS | 28-11-2019 12:23

La utopía del peronismo centennial

Entre la CGT y la revolución de las fintech, Alberto Fernández busca una síntesis que parece tan improbable como necesaria y urgente.

Hoy coinciden en un mismo espacio el presidente entrante y el saliente. Alberto Fernández y Mauricio Macri serán los oradores estrella de la Conferencia anual de la Unión Industrial Argentina (UIA), cuya oportuna temática es la construcción de consensos para el desarrollo productivo. Aunque ambos presidentes coinciden en ese encuentro, no está previsto que se crucen, porque asistirán en distintos momentos de la jornada. Ese desencuentro programado es el símbolo perfecto de lo difícil que le resultará a la Argentina que viene lograr la síntesis que la salve de la decadencia anunciada.

Para enumerar las antinomias que traban la recuperación del rumbo nacional desde hace demasiados años, se puede comenzar con una que amenaza con volver en el arranque del mandato albertista: la falsa opción Campo vs. Industria. Las novedades en el esquema de retenciones al agro que se rumorean alrededor del equipo del futuro presidente evocan los incendiarios tiempos de “la 125”, que casi le costó la gobernabilidad al kirchnerismo. La urgencia por reactivar la industria tradicional le mete presión a la nueva administración K, que promete no cometer viejos errores.

Pero hay otra antinomia latente en el sector productivo no agrario, que el gobierno macrista no pudo resolver. Se trata de la guerra de celos entre las industrias tradicionales -incluídos lo bancos-, y los llamados “unicornios”, niñas mimadas del malogrado modelo PRO. En los primeros tiempos de la era Macri, circularon por las redacciones periodísticas manifiestos anónimos pero coincidentes con el pensamiento de la UIA, que criticaban ferozmente la opción macrista por los nuevos negocios de la economía digital, con Mercado Libre como emblema.

Algunos gestos de peronismo vintage esbozados por Alberto Fernández dieron la impresión de que el modelo que viene se basa en volver al pasado, en busca de los empleos y la productividad perdida. Pero los jóvenes asesores económicos que rodean al presidente electo ya le advirtieron que esa nostalgia puede sonar muy relajante en un discurso electoral, pero que cuando haya que salir a la cancha del mundo real, habrá que insertarle un chip de última generación, aunque duela y asuste.

Para explorar ese terreno desconocido, sin dejar de hacer pie en las antiguas patas productivas filoperonistas, Alberto Fernández apuesta muchas fichas a uno de sus hombres de confianza con más experiencia en la gestión política y acaso con la formación más actualizada en los desafíos de la llamada Economía del Conocimiento: Gustavo Béliz, que viene de estudiar y difundir estas novedades como funcionario del Banco Interamericano de Desarrollo.

El ex ministro está intentando mezclar el agua y el aceite, evangelizando sobre el futuro del trabajo robotizado en el bastión del empleo humano intensivo: la CGT. El propio Alberto le hace guiños a la nueva economía, festejando la exitosa ronda de financiación de la fintech argentina Ualá, que acaba de recolectar 150 millones de dólares entre inversores globales que apuestan por la app del juvenil Pierpaolo Barbieri. Muchos vieron el tuit celebratorio del nuevo presidente como una respuesta al romance político que mantuvo Macri con Marcos Galperín, el empresario digital que ya tuvo choques online y offline con Juan Grabois y con el clan Moyano. Pero, como le gusta decir a Alberto, esta vez es con todos. La cuestión es cómo mantenerlos juntos y no amontonados.

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Silvio Santamarina

Silvio Santamarina

Columnista de Noticias y Radio Perfil.

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