El deseo en la vejez

¿Valeria, perdura el deseo en la vejez?

Desde una respuesta obvia digo que sí, por supuesto, y agrego: el deseo no tiene edad. La cronología de nuestra existencia y lo biológico que la sustenta no son determinantes. Más allá de deseo prefiero pensar en una posición deseante. Esta frecuentemente sí es determinada o cuestionada socialmente, sobre todo en las mujeres o diversidades sexo genéricas.

Actualmente transitamos transformaciones fundamentales: hay un cambio significativo en la estructura poblacional ya que estamos atravesando un proceso de envejecimiento a escala global; seremos cada vez más longevos. Luego, a la hegemonía patriarcal, heteronormativa (aquella que insiste en el binomio varón/mujer y la primacía de los derechos del primero) se le escapa la presencia de cuerpos y existencias que aún se tornan inubicables: las diversidades sexogenéricas, las vejeces y otras diversidades. Aún existen dogmas sociales que imponen qué sexualidad y hasta cuándo debe ser aceptada.

Esta época se caracteriza por la intolerancia a la obsolescencia, a lo perecedero, donde los cuerpos esbeltos, tonificados, gráciles y serviles a los preceptos de un capitalismo imperante se imponen como única posibilidad de supervivencia. Entonces, ¿a aquellos cuerpos que a pesar de luchas llamadas disidentes aún se nos tornan inubicables, cómo se les permite tal posición deseante?

Pero claro, siempre hay grietas y el deseo se escapa entre ellas. La posición deseante abre la posibilidad de la existencia, es pulsión vital.

¿Estás afirmando que el deseo en este aspecto también está atravesado por la cuestión de género?

Claramente, sí.

Lo perecedero es intolerable, se transforma en impensable la posible posición deseante de la mujer vieja, su erótica y más aún la erótica de los viejos que existen, por fuera de la heteronorma, ubicados en la diversidad de su expresión de deseo. ¿Acaso los viejos también han quedado excluidos de tales posiciones? La erótica de la mujer vieja es negada o se la percibe con extrañeza, ya que sólo es admisible si responde a los tiempos y al servicio de la procreación (varón/mujer). (Casal Passion, 2022).

El despliegue de la sexualidad entonces, como antaño, es secretado. En relación a la mujer, ella hoy se cuestiona las diversas formas de maternar o no maternar. No considerar esta elección abre la puerta al estigma, en las vejeces es el viejismo o estigma contra las vejeces.

Una de las formas de maltrato contra las vejeces es el Síndrome de la Abuela esclava. La abuela estaría destinada o confinada, ya lejos de su edad reproductiva, a cuidar a sus nietos. Muchas veces por los determinantes sociales impuestos ellas mismas toman esta posición. Por supuesto muchas lo realizan por elección. Lo cuestionable es cuando esta es una imposición; se vulnera así su autonomía y se socava su deseo.

¡Cuántas reflexiones para profundizar!

Podemos presentarlas como un desafío: agrietar normas caducas. Hay cuerpos que pujan por la libertad de su expresión, más allá de los dogmas y de la delimitación del deseo según la edad, la nominación tranquilizadora y la ubicación social de las identidades sexogenéricas.

Rosa Rodríguez Cantero es una poeta y actriz argentina de 77 años. Ella nos dice:

Me considero viva porque he muerto de amor,

en demasiadas ocasiones.

Aunque no tiene que ver

esto con el almanaque

tampoco con los achaques.

Quien resigna la ternura

siente que el alma se apura

por poner el sexo en jaque.

Valeria, ¿dónde pueden encontrarte lectores y posibles pacientes?

En www.valeriacasal.com, o en mi IG @casalpassion

Muchas gracias.

Referencias:

Casal Passion, V. (2022) La erótica femenina en tiempos de la vejez. Voz, cuerpo y posición deseante: desafiando la hegemonía patriarcal y la estética capitalista. De Amor y deseo. Clínica y política de la diversidad en salud mental. Ed. AASM, Conexiones.

Rodríguez Cantero, R. (2018). El amor en tiempos del PAMI. Puntos suspensivos ediciones.