Wednesday 18 de September, 2024

ESPACIO NO EDITORIAL | 06-09-2024 07:37

La Envidia: Un Obstáculo para el Crecimiento Personal

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La idea de una "envidia sana" es un mito. 

La envidia siempre viene acompañada de emociones negativas como el enojo y el resentimiento. Este último es una forma de enojo crónico que se va acumulando, pero cuando se indaga profundamente, lo que suele aparecer en el paciente es una tristeza profunda. Los ojos del envidioso siempre están puestos afuera: en las alegrías, los logros o los talentos de otro. En lugar de mirar en su interior y apreciar lo que es o lo que tiene, se compara.

Elegí hablar de la envidia porque es un tema muy habitual en el ser humano, es parte de los sentimientos universales, pero al mismo tiempo es algo que no se suele discutir abiertamente porque genera vergüenza y señalar a alguien como "envidioso" es determinarle un insulto.

En el trabajo psicoterapéutico, se puede ver en la historia vital de un paciente cómo la envidia a menudo tiene raíces en la infancia. Cuando un niño es comparado constantemente con sus hermanos o compañeros, en lugar de ser reconocido por sus cualidades únicas, se genera un dolor profundo. Esa falta de reconocimiento daña su autoestima y, en el futuro, esto puede ser un problema para enfocarse en sus metas. El ser humano necesita ser visto como único y especial, y cuando eso no ocurre, el niño crece con inseguridades.

En los casos más graves, podemos ver la envidia en personas con tendencias egoístas, narcisistas o incluso con rasgos psicopáticos. Sin embargo, en el neurótico, la envidia está acompañada de culpa. Es aquí donde el trabajo terapéutico cobra importancia, porque la psicoterapia enfoca al paciente a trabajar en la auto validación y que aparezca la culpa es positivo en parte, ya que permite el cambio.  La admiración, en cambio, es lo contrario a la envidia. Admirar los logros ajenos implica evitar la comparación y enfocarse en uno mismo.

Un envidioso, además, tiende a buscar reconocimiento y atención para sentirse valorado. A falta de reconocimiento interno, busca resaltar, intentando que otros lo vean, reflejando las dos caras de la misma moneda. Por un lado, busca la aprobación y el reconocimiento externo de manera recurrente, pero por otro, esta necesidad constante de ser visto demuestra una baja autoestima. La persona envidiosa depende de que otros la validen porque internamente no se siente suficiente por sí misma.

La envidia genera proyecciones negativas: no soportar los éxitos ajenos, descalificar, usar el sarcasmo la ironía, y finalmente, el alejamiento. Los ojos del envidioso están siempre puestos en lo que tienen los demás, ignorando los propios. En lugar de observarse a sí mismos y valorar sus logros, el envidioso se compara y siempre se siente perdedor.

Para superar la envidia, el primer paso es reconocerla. Preguntarse: ¿por qué me siento así? ¿Qué lo generó? Una herramienta útil es reconocerse como único, no hay personas iguales a uno mismo, y eso es lo que realmente nos hace valiosos. El trabajo en el autoconocimiento y el reconocimiento personal es clave para superar este obstáculo y comenzar a valorar los propios logros.

Lic. en Psicología, Coaching Ontológico Profesional

Posadas María Josefina

Contacto:351-7636839 

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Instagram: @psicologiaposadas.josefina

por CEDOC

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