Por Dra. Andrea Viviana Rodríguez.
Vivimos una era de cambios acelerados. La innovación tecnológica no se detiene, los modelos laborales evolucionan, y la expectativa de vida se extiende como nunca antes en la historia. En este contexto, una palabra cobra nuevo sentido: longevidad. Pero no se trata solo de vivir más años, sino de vivir mejor, con propósito, salud y capacidad funcional.
Desde las neurociencias y las ciencias del envejecimiento, sabemos que la calidad de vida en la adultez y vejez no depende exclusivamente de la genética, sino de nuestras elecciones cotidianas. Dormir bien, movernos, aprender, relacionarnos, manejar el estrés y alimentarnos saludablemente impacta directamente en el cerebro y el cuerpo. Estos conocimientos, validados por la ciencia, se convierten en una herramienta concreta para quienes desean liderar su propio proceso de envejecimiento con conciencia y autonomía.
Pero hay algo más: este saber no se construye ni se transforma en acción en soledad. Por eso, surge una nueva necesidad: crear comunidades de aprendizaje orientadas a la longevidad saludable.
En un mundo complejo y competitivo, donde la automatización reemplaza muchas tareas repetitivas, el diferencial humano pasa por lo que no puede ser digitalizado: la creatividad, la empatía, la capacidad de análisis, el pensamiento crítico y la colaboración. Estas habilidades blandas, que en realidad son duras a la hora de sostener el tejido social y profesional, se fortalecen en red.
La formación continua ya no es un plus, sino un requisito para la adaptación. Pero formarse no significa solo acumular datos, sino aprender a leer el mundo con nuevas lentes. Incorporar la perspectiva de la longevidad saludable es, en este sentido, una ventaja estratégica: permite anticiparse, desarrollar resiliencia y generar impacto real en el entorno.
Por eso, la propuesta es clara: necesitamos crear espacios donde estos saberes circulen, se apliquen y se transformen en decisiones más conscientes. Comunidades donde las personas compartan su recorrido, se inspiren mutuamente y construyan futuro desde el presente. Porque crecer hoy es, también, prepararse para una vida más larga, más activa y más humana.
En tiempos de ruido y aceleración, ser parte de una comunidad de aprendizaje es una forma de volver al centro: a lo que nos hace verdaderamente humanos.
Andrea Viviana Rodríguez, médica neuróloga y geriatra.
[email protected]
4503-4300
También te puede interesar

Galicia y el triple impacto: cómo el banco impulsa finanzas sostenibles en Argentina

Operativo sospechoso en Bariloche: la detención de una madre y su bebé que expone grietas en la investigación judicial

3 de diciembre: Día Internacional de las personas con Discapacidad

Cerebros en alerta, empresas en pausa
por CONTENTNOTICIAS













Comentarios