Muchas personas sienten que en una relación amorosa terminan perdiéndose a sí mismas. ¿Qué significa realmente eso?
Perderse a una misma es dejar de fluir. Se cree que, para que la relación funcione, hay que adaptar toda la vida a la otra persona. Entonces se está siempre disponible, aparece la culpa al decir “no puedo” o “no quiero”, porque surge el miedo al abandono. La mente piensa que si ponés un límite vas a ser dejada de lado, y así llegan la confusión, el desgaste y la entrega excesiva. Eso no es amor: es ceder por miedo. Y ahí se construye un vínculo adictivo a través del sometimiento, reflexional Luciana.
¿Por qué suele confundirse el control con cuidado o protección?
Porque a veces es difícil identificar el límite. Al principio, ciertas actitudes parecen protección, pero con el tiempo dejás de ser vos misma: tus intereses dejan de importar, te alejás de tus vínculos sanos, perdés entusiasmo y hasta la sonrisa. La ansiedad se instala y el cuerpo empieza a vivir la relación como una obligación. Esa incomodidad es un síntoma que da un mensaje claro: estás siendo controlada. Y lo más saludable, asegura Luciana, “es reconocerlo y salir de ahí cuanto antes”.
¿Cuáles son las señales silenciosas que pueden indicar que estamos atrapados en una relación de control?
Una de las más claras es dedicar demasiado tiempo a pensar cómo evitar el enojo de la otra persona. Es como caminar en un campo minado: todo el tiempo estás pensando dónde pisar. Aparece la ansiedad frente a sus reacciones y la rumiación de pensamientos, intentando anticipar para que no exploten su ira, su enojo o sus maltratos. Así se acepta el sometimiento para no ser abandonada.
Otra señal es la culpa constante, los celos excesivos y el aislamiento de los vínculos de contención. Frases como “nadie te va a cuidar como yo” son chantaje emocional, y eso ya constituye violencia psicológica.
¿Cómo se siente, en cambio, un amor sano, libre y recíproco?
Se siente paz, responde Luciana Quiroga. La diferencia entre un vínculo sano y uno tóxico no está en la ausencia de conflictos, sino en el modo de resolverlos. En una relación sana hay empatía, escucha, capacidad de diálogo y amor. No hay competencia, ni lucha de poderes, ni sometimiento.
Cuando alguien descubre que lo que creía amor en realidad le está dañando, ¿qué pasos puede dar?
El primer paso es tomar conciencia. Luego, reflexionar sobre los motivos para irse y aceptar que la salida va a doler. Aparecerá la abstinencia, el extrañar, pero la salud mental tiene que ser lo prioritario.
La psicóloga asegura que “reforzar la autoestima, las fortalezas y la capacidad de decisión es clave”. Y concluye: “Construir en el mundo interno un lugar seguro es nuestra responsabilidad. Es el inicio de un camino hermoso: el de la sanación, el autocuidado y la decisión de elegirnos a nosotras mismas”.
AGRADECIMIENTOS:
Fotos: ElinaUliarte @elinauliarte
CONTACTO:
Lic. Luciana Quiroga Psicóloga MP 709
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por CONTENTNOTICIAS















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