Marchas y contramarchas. Llantos, gritos, declaraciones altisonantes para que todo siga igual. Si algo distingue a la edición 2018 del "Bailando por un sueño" es un mal que parece afectar a muchos de los participantes: juran renunciar a la competencia para echarse atrás sólo unas horas después. La falta de escándalos resonantes, la carencia de figuras de peso y el poco rating de Showmatch empujaron a los famosos convocados a amenazar con irse del certamen prácticamente todas las semanas. En pos de generar visibilidad, las estrellas del bailando están enfermas de "renuncitis".
La última en sumarse a la moda de los portazos fallidos fue Lourdes Sánchez el pasado miércoles 7 de noviembre. Desde su lugar como panelista en Los Ángeles de la mañana, la bailarina aseguró entre lágrimas que dejaría el certamen. "No lo sabe nadie, no lo iba a contar, pero no puedo seguir sosteniéndolo", explicó la mujer de "El Chato" Prada, al tiempo que aseguraba que su pareja de baile, el actor Diego Ramos, se estaba enterando en ese mismo momento de la decisión. Sin embargo, entre el llanto, Sánchez rápidamente confirmó que no se va del programa, sino que volverá a su rol como integrante del BAR, una especie de jurado paralelo que se incorporó este año al concurso. El ejemplo de la falsa renuncia llevada al extremo: lágrimas de cocodrilo por un abandono que no se concretará.
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Pandemia. Un día antes de que Sánchez anunciara acongojada su ida que finalmente no fue tal, otra integrante del show también había decidido marcharse: Sol Pérez. Precisamente luego de una pelea con Lourdes Sánchez, la rubia no sólo abandonó el estudio de Showmatch en vivo, sino que días después explicó en un móvil que su participación en el programa había concluido. "Es una decisión tomada. No me parece que se metan con mi familia y que digan que agredí físicamente a alguien. Me parece cualquier cosa", explicó enojada Pérez.
La comentada marcha llevó incluso a que sus fans le colgaran un pasacalles pidiéndole que continúe en el certamen. Sin embargo, ella no daba el brazo a torcer en su decisión y evitaba referirse al tema en sus redes sociales. Pero la magia de la TV todo lo puede, y al igual que Sánchez, Sol también montó su lacrimógeno show para rever su decisión: tras horas de deliberación en vivo en el programa "Los especialistas del show", Marcelo Polino la convenció. En menos de 24 horas, Pérez pasó de despotricar contra el programa y asegurar que se había cruzado un límite sagrado al atacar a su familia a volver a bailar como si nada hubiera sucedido.
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Ni Pérez ni Sánchez son las primeras en amenazar con irse del programa de Marcelo Tinelli y luego dar marcha atrás. Pero sus renuncias fallidas con sólo un día de diferencia dejan ver la necesidad de generar polémicas que atraigan a los televidentes en un año en que Showmatch presenta su versión más devaluada. Sin figuras de renombre, arrancando en septiembre y con "100 días para enamorarse" afianzado como competencia, la "renuncitis" se contagió entre todos los integrantes del programa.
Ya en septiembre de este año, cuando el show recién arrancaba, el síndrome se había hecho presente. En aquella oportunidad fue Cinthia Fernández la que puso su renuncia a disposición de la producción luego de un cruce con Laurita Fernández. El escándalo, que se desarrolló durante varios programas ayudó a levantar los números de rating y por eso, aunque finalmente no se concretó su ida, sí se sentó precedente.
Esmeralda Mitre también se integró al grupo de quienes pusieron su continuidad en duda para luego tener material polémico para hablar al aire. La actriz se enfrentó con Yanina Latorre quien acusó a la familia Mitre de apoyar a la última dictadura militar. Esmeralda no sólo salió a cruzar públicamente a la esposa del ex futbolista, sino que además le dio un ultimátum a la producción: "O me pide disculpas o me voy, no es joda este tema. Tengo un juicio por este tema y no quiero que me llame antisemita, menos con mi padre muriendo. Armé un quilombo tremendo, elijan", decía el mensaje que le mandó a Federico Hoppe. Mitre no sólo filtró la situación ya que se equivocó y le envió el mensaje a otro Federico, Seeber, periodista de Telenoche, sino que luego no cumplió su promesa. Yanina Latorre sigue firme en Los Ángeles de la mañana y ella volvió a la pista del Bailando sin remordimientos. Más aún, el cruce mediático le valió para ganar en popularidad y para que Tinelli tuviera un tema más para generar polémica en las previas al baile.
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Silla caliente. Esta enfermedad no afecta sólo a los bailarines. Los integrantes del jurado también son víctimas de las renuncias que no se concretan. Esta año, el cuarteto de evaluadores fue renovado: Moria Casán y Pampita se alejaron y en su lugar llegaron Florencia Peña y Laurita Fernández y las dos fueron noticia por su posible ida.
Laurita fue la primera en amagar cuando a menos de un mes de iniciado el ciclo, a fines de septiembre, salió a responder que no abandonaría el programa. Los rumores habían surgido de los propios programas satélites de Showmatch ("Los especialistas del show" y "Hay que ver") los cuales indicaron que la bailarina no estaba conforme con su nuevo rol. "La está pasando mal en el jurado. Yo sé que ella fue a hablar con la producción después de la pelea, no sé si utilizó la palabra renuncia, pero dijo que este tipo de peleas no las toleraba", indicó Ángel de Brito, otro de los jurados y fuente autorizada para relatar los entretelones de lo que ocurre en Laflia. Laurita salió al cruce en Twitter y desestimó la versión, aunque según reconocieron desde la productora, la amenaza exisitió.
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Pero Fernández contagió a quien se sienta a su lado: Florencia Peña también mostró síntomas de renuncitis. En su cuenta de Twitter, la actriz realizó un sugestivo comentario acerca de la naturalización del maltrato que existe en la televisión. Los propios programas de Laflia indicaron que la publicación demostraba su descontento e incluso se apuraron en señalar que habían existido reuniones para encontrar a su reemplazante. Peña se mantuvo en silencio alimentando la sensación de que daría un paso al costado y cuando se tomó una semana para realizar otros proyectos laborales, el fantasma se agigantó. Pero, al igual que sus compañeras, la renuncia finalmente no se materializó.
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Hasta el momento, el único que anunció que se iría del programa y cumplió fue Flavio Mendoza, quien aceptó bailar las primeras galas por expreso pedido de Tinelli, aunque luego se retiró del certamen para abocarse a sus proyectos teatrales y el cuidado de su hijo Dionisio. Al contrario de los amagues que no se concretaron, la ida del bailarín no tuvo ninguna polémica, dejando en evidencia que las declaraciones amenazantes que no se concretaron de sus compañeras fueron puramente marketineras.
La epidemia de "renuncitis" parece haberse apoderado del Bailando y ya ninguna amenaza parece creíble, por el contrario, el que quiera renunciar en serio, lo hace en silencio y sin conflicto.
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