Jair Bolsonaro volvió a ser noticia mundial este viernes, cuando convocó a un día de ayuno y oración para “liberar a Brasil del mal” del coronavirus. A pesar del rechazo de la comunidad internacional a sus políticas respecto de la pandemia y de la interna política que desató su negativa a implementar aislamientos estrictos, hay un sector que le sigue dando su respaldo: la Iglesia Universal del Reino de Dios. Y, en el último culto del obispo Renato Cardoso, lo que se presentó como un discurso religioso fue, en verdad, una disparatada declaración política contra el rol del Estado, las cuarentenas y los medios de comunicación.
El discurso, llamado “Las 8 señales de la pandemia que identifican el fin del mundo”, se grabó en San Pablo y se publicó subtitulado en los sitios de la Iglesia Universal de cada país, incluida la Argentina. En una hora, el obispo recorre las supuestas profecías bíblicas que anuncian la llegada de Jesús con un período previo de siete años de turbulencias. Sin embargo, entre los pasajes, defendió la apertura de comercios, cuestionó la imposibilidad de despedir empleados, señaló a los medios como los responsables de una paranoia mundial y minimizó las consecuencias del Covid-19.
El argumento de Cardoso es el siguiente: “Jesús está en la puerta, pero antes que él se manifieste, su Iglesia será retirada, el mundo entrará en un período de gran tribulación durante siete años, pero al comienzo de estos siete años, el gran líder se manifestará como el salvador, no de la patria, sino del mundo”. Ese gran líder, dice una y otra vez, es el anticristo que utilizará al Estado como herramienta de control.
“¿No es extraño que, de repente el Estado, se convierta en el Dios, digámoslo así, de la sociedad? No para el bien, necesariamente. No estoy cuestionando que ciertas medidas no sean importantes, que ciertas medidas no sean para el bien, pero de una manera absolutista, de una manera autoritaria”, afirma y va más allá: “El sistema del Estado, en el que el Estado está por encima de todos, es un sistema que estará a disposición del anticristo cuando él se manifieste. El anticristo usará el poder del Estado para controlar a las personas. El Estado se alineará a la ciencia y tomará el lugar de Dios. Las personas se volverán al Estado y a la ciencia para todo lo que ellas necesiten, para todos sus problemas, buscando la solución a todo lo que ellas enfrenten. Usted puede ver un fortalecimiento del Estado de una manera un poco extraña, un poco exagerada, quitándoles a las personas los derechos y poniendo situaciones que nunca habríamos imaginado”.
El asunto de las libertades individuales también es otro punto en el que Cardoso insiste en cada oportunidad para cuestionar los aislamientos: “Muchas personas, a causa de estas medidas, se están perdiendo el derecho de ir y venir. Ellas no pueden abrir sus comercios, no pueden ir a la Iglesia, no pueden trabajar, el empresario no puede exigirle al empleado que venga a trabajar, ni siquiera puede despedir al empleado”, señaló.
Sobre estos dos argumentos, la mayor presencia del Estado y el cercenamiento de las libertades individuales, alimenta hipótesis sobre el control social y la vigilancia. “Las personas serán controladas en nombre del bien común”, sostiene y le dice a sus fieles que si tienen un problema grave de salud y van a a un hospital “probablemente no lograrán ser atendidos porque la prioridad es para los pacientes sospechosos o con coronavirus”.
Así como Bolsonaro cuestionó que se cerraran Iglesias, Cardoso asegura que los servicios religiosos deberían ser considerados como necesidades fundamentales. Y, al igual que el presidente brasileño, considera a los medios de comunicación como los responsables de todos los males y, en sus palabras, como aliados del anticristo: “Los medios controlan al público emocionalmente por encima de lo racional. Las personas son llevadas a un pánico. La Biblia habla de los medios como aliados a ese gran líder que aparecerá en el mundo. Dice que a ese líder le fue dada una boca para proferir grandes cosas y blasfemias. No se logra liderar sin el apoyo de los medios. El anticristo tendrá una voz muy poderosa”.
Entre los pasajes, Cardoso se metió en uno de los asuntos que más comprometió la imagen mundial de Bolsonaro: los incendios en el Amazonas. “No se sorprenda si, al término de esta epidemia, empiezan a surgir leyes, acciones o iniciativas en las Naciones Unidas para controlar a los países de una manera que antes no había”, le advirtió a sus fieles. “El presidente de Francia dijo que quería discutir el estatus internacional del Amazonas. Es decir, él quería reivindicar el Amazonas como un territorio internacional, infringiendo, de esta manera, la soberanía de Brasil. Eso generó polémica, no hace mucho tiempo. El propio Vaticano, recientemente, también en esa misma ola, nombró un equipo dedicado al tema del Amazonas, queriendo nuevamente fortalecer el mensaje de internacionalizar esa área de nuestro país”, cuestionó.
A pesar de que en Argentina La Iglesia Universal del Reino de Dios no es de las más fuertes, su potencia a nivel regional es indiscutida. Se estima que la organización, fundada por Edir Macedo hace más de 40 años, tiene más de 7 mil templos que reúnen a más de 8 millones de fieles. Su acompañamiento a Bolsonaro fue clave para que este alcance la presidencia de Brasil, país en el que la actividad política de sus obispos se mezcla con su actividad religiosa.
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