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SOCIEDAD | 15-12-2021 16:30

Las mejores estrategias financieras para pagar las vacaciones

Cómo ganarle a la inflación, descuentos por pago en efectivo y cuándo el crédito es una opción.

A partir de las aperturas de fronteras y la aceleración de la vacunación, las posibilidades de irse de vacaciones, dentro y fuera del país, son cada vez más altas. Más allá de la crisis económica y la emergencia social que generó la pandemia, muchos buscan esta altura del año, diferentes opciones para planificar sus vacaciones.

Pero teniendo en cuenta justamente los efectos económicos de la pandemia, ¿cuál es la mejor estrategia para hacer frente a los gastos que ella conllevan las vacaciones? Y qué argumentos es necesarios analizar para tomar las decisiones correctas en términos financieros.

En muy pocos países con altas tasas de inflación (rondando el 50% anual) existe la opción de financiarse con planes de cuotas sin intereses como en Argentina. Este es un fenómeno inusual y da una pauta de que, si uno va a consumir con tarjeta de crédito, contemplando esa tasa de inflación, cuando se llegue la cuota 12, se estará pagando con un descuento del 30% ó 40% en términos reales.

Para el resultado de la aplicación de este sistema, se debe tomar una tasa de descuento (puede ser la tasa de inflación) que se utiliza para traer a valor actual el monto de la cuota. Una vez finalizado este ejercicio se podrá observar una impresionante diferencia entre el valor actual y el nominal. Sólo como ejemplo, en un plan de 12 cuotas de $ 1.000 cada una, y con una tasa de inflación del 50% anual, el valor actual de la cuota 12 es de $ 612.

Ahora bien, sacando de lado esta distorsión económica que genera la inflación, lo que uno tiene que tomar en cuenta cuando se asume el plan de pagar un viaje, es cuánto va a durar el consumo de ese bien. Si va a ser un viaje único, esos que se esperan realizar en un momento especial, quizás luego la carga emocional del pago se atenúe. Pero desde el punto de vista de la psicología del consumidor, ese viaje que fue un disfrute el año pasado, hoy se convierte en una carga.

En conclusión, la forma de pago tiene que ser acorde a las capacidades financieras de cada uno, las expectativas de ingreso y al placer o disfrute que genera el consumo en sí. Estas tres cuestiones tienen que estar equilibradas o balanceadas.

Lo ideal es poder analizar el monto de consumo porque no es lo mismo un monto importante que una semana sin mucho gasto. De acuerdo con ese esquema se toman las decisiones de cómo pagar. La otra cuestión es el dinero disponible que uno tenga, y esto corre para ambos casos.

Hay que empezar a analizarlo como con cualquier objetivo de consumo. El primer punto es chequear si el pago de contado tiene algún tipo de descuento: es importante saber con qué dinero disponible se cuenta, y si existe algún descuento para luego analizar si este es más rentable financieramente que una compra en cuotas sin intereses.

Por otra parte, un pago sin intereses con tarjeta crédito será menos costoso que un préstamo, pero suponiendo que no tenemos la posibilidad de pagar con este medio o que la tarjeta tenga intereses, el préstamo es una opción viable.

Para hacer esta evaluación, se debe contemplar el monto de las cuotas con los intereses incluidos y extraer a valor actual, esto indica que si había una posibilidad de compra con descuento de contado versus el valor actual de cuotas con interés incluido debo a volver a comparar cuál es más alto. Entonces, cuando se llega a ese punto, hay que analizar si me sirve quedarme con el beneficio de la liquidez.

De esta manera para compras de largo plazo, como las vacaciones, lo importante es entender entre estas tres alternativas, cuál de las tres tienen el menor valor actual. Considerar si pago en efectivo con descuentos o si pago en cuotas con o sin intereses.

Por último, otros elementos importantes a tener en cuenta son: la disponibilidad de liquidez al momento de hacer el análisis, la cual está basada en cuánto dinero se tiene hoy (ahorros, inversiones, etc.) más las expectativas de ingreso a futuro.

Además de estas, el otro elemento es pensar a futuro: ¿qué otras obligaciones ya se tienen asumidas? Es decir, a los ingresos que se espera recibir en el futuro, se les debe restar todos los consumos a los que se tiene pensado incurrir, y eso dará como resultado lo que llamamos ingreso disponible.

Con el presupuesto de cuánto es el ingreso disponible futuro se pueden tomar decisiones financieras más sólidas ya que van a estar basadas en dos cosas: por un lado, cuánto más se puede ahorrar, si se tiene la voluntad o capacidad de hacerlo. Y en segundo lugar, una vez definido el monto a ser utilizado en consumo de algún producto se podrá decidir cuál es la mejor herramienta a utilizar para pagarlo.

Por Julián Sanclemente, CEO de Alprestamo. 

 

por Julián Saclemente

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