Thursday 28 de March, 2024

MUNDO | 04-01-2020 08:42

Los interrogantes del 2020: Sudamérica hora cero

Las encrucijadas generadas en el 2019 que tendrán desenlaces en el año que comienza. La región y sus múltiples conflictos políticos.

Como el 2019 fue un año de fuertes sismos sociales, el 2020 comenzó plagados de signos de interrogación. ¿Seguirán las protestas en Chile hasta producir, o bien la caída de Sebastián Piñera o bien el giro de su gobierno  hacia un autoritarismo abiertamente represor? ¿Tendrá Bolivia elecciones limpias? Y si es así ¿ganará el partido de Evo Morales, el moderado Carlos Mesa o el fundamentalista ultraconservador Luis Camacho? ¿Logrará Jair Bolsonaro liderar un bloque regional de ultraderecha? ¿Podrá Lenin Moreno afianzarse en el poder y corregir los desequilibrios de la economía ecuatoriana? ¿Seguirá el régimen residual chavista frustrando los esfuerzos de Juan Guaidó por sacar del poder a Nicolás Maduro? ¿Continuarán las protestas en Colombia? ¿Volverá a funcionar plenamente el Parlamento en Perú?

Chile. Las protestas del 2019 tuvieron desbordes de violencia inaceptable y la represión tuvo signos de brutalidad criminal. Pero del año que concluyó con un devastador y sospechoso incendio en Valparaíso, podría pasarse a un año de cambios fundamentales si se concreta la reforma constitucional.

Las manifestaciones obligaron al gobierno a acordar con la oposición el reemplazo de la constitución que dejó la dictadura por una nueva carta magna. Con ella podría comenzar otra etapa para la democracia chilena, superando un viejo mal trasandino: la desigualdad, amplificada por la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza, impuesta en 1990. El sistema educativo nunca es neutro. Puede reproducir equidad o reproducir desigualdad. Y el que dejó la dictadura reproduce desigualdad.

La Ley de Enseñanza que entró en vigor el último día del régimen pinochetista, fue reemplazada por la Ley General de Educación. Pero siguieron vigentes sus artículos y párrafos dedicados a la educación superior. Esos vestigios de la dictadura quedaron sin ser desactivados, como intentó sin éxito el segundo gobierno de Michel Bachelet. Si Chile avanza en esto, ingresaría a otra etapa de su historia. Una nueva Constitución sería la piedra basal de esa nueva era y develará la incógnita de si su modelo de crecimiento puede mantener el vigor, generando vías legítimas a la movilidad social. O si, por el contrario, la equidad es inversamente proporcional a su capacidad de generar crecimiento.

Chile

Bolivia. Una incógnita similar comenzará a develarse en Bolivia. La era pos Evo Morales ¿mantendrá los niveles de crecimiento económico logrados en la última década? ¿O serán enterradas sus importantes reformas sociales y económicas?

Las respuestas a esos interrogantes comenzarán a esbozarse en la elección que determinará al sucesor. Si al candidato del MAS lo designa Evo Morales y gana la elección, el rumbo que se esfuerza por torcer la gestión interina de Jeanine Añez podría ser retomado. Pero falta ver que la elección sea lo suficientemente limpia como para admitir una victoria del MAS, si se produjese. De no producirse, la pregunta es si ganaría la opción democrática que postula a Carlos Mesa, o si el conservadurismo religioso con base en Santa Cruz, tras haberse adueñado del caos que desató el intento de fraude, imponiendo a Jeanine Añez, logra también adueñarse legítimamente de los votos, o imponerse mediante un fraude.

En ese caso, las reformas sociales y económicas serían revertidas en tiempo récord. Y es posible que el gobierno restaurador sólo pueda mantenerse en el poder mediante la represión. En definitiva, la represión fue el instrumento con que las fuerzas ultraconservadoras acaudilladas por Camacho impusieron a Añez y la mantuvieron al frente de la transición. Y es difícil descartar el fraude porque el gobierno en funciones ya ha iniciado virajes que no se corresponden con un interinato, sino con la preparación del terreno para el establecimiento de un poder que ya ha sido decidido y que contará con el respaldo del gobierno brasileño. 

Derechas. Jair Bolsonaro, por su parte, intentará formar y liderar un bloque de derecha dura, si el modelo económico que implementa Paulo Guedes logra producir inversiones que reactiven la economía.
Habrá que ver si se alinean plenamente a su liderazgo el gobierno del Paraguay que preside Mario Abdo Benítez y el gobierno colombiano de Iván Duque. En el caso de Colombia, el 2020 será el año en el que el presidente uribista logre finalmente controlar la situación y liderar el país, o el año en el que la continuidad de las protestas iniciadas en el 2019 horade su poco vigoroso liderazgo. 

Como lo es también el de Lenin Moreno en Ecuador. Su apoyo más sólido es el sector de la sociedad y de la dirigencia que votó en contra de su candidatura presidencial, pero luego cerró filas para apoyarlo cuando el presidente rompió la relación con su antecesor y mentor Rafael Correa.

En Perú, todo parece indicar que Martín Vizcarra puede ser quien finalmente logre domar al fujimorismo, cuyo instinto voraz debilitó a varios presidentes. La pregunta es si el vicepresidente convertido en número uno re-encausará la institucionalidad plena que quedó afectada cuando cerró el Congreso, objetando el método para seleccionar a los magistrados del Tribunal Constitucional que estaban aplicando los legisladores que responden a Keiko Fujimori y los apristas. La situación planteada con el cierre del Poder Legislativo que dispuso Vizcarra se resuelve dentro del marco constitucional, realizando en tiempo y forma la elección de un nuevo Parlamento, o se prolonga en el tiempo manteniendo el poder presidencial por encima de la Ley.

Venezuela

Venezuela. Pero la mayor incógnita del año que empezó está en Venezuela, donde el régimen residual chavista ha logrado contener las embestidas que lanzó Juan Guaidó desde que, en enero del 2019, asumió la titularidad de la Asamblea Nacional y se proclamó “presidente encargado”.

Su propia proclamación, reconocida por más de medio centenar de países, fue la primera ofensiva lanzada para partir el bloque militar que sostiene al régimen. Luego vinieron otras acciones apuntadas a dividir a los militares para que un sector de las fuerzas armadas provoque la caída de Maduro, generando la posibilidad de restituir la democracia a través de elecciones en las que la disidencia pueda competir en igualdad de condiciones.

El frustrado intento de hacer ingresar ayuda humanitaria desde la ciudad colombiana de Cúcuta, fue otra de las iniciativas del “presidente encargado” que terminó en fracaso.

Consciente de que el 2020 no puede concluir igual que el 2019,  Guaidó se ha ido volviendo más explícito en su exhortación a los militares para que derroquen a Maduro y le quiten su poder a Diosdado Cabello. Al mismo tiempo, incrementó su presión el exterior para que, mediante la invocación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca se produzca una intervención militar externa o una acción de bloqueo lo suficientemente asfixiante para decidir a los militares disconformes a sacar los pies del plato y forzar la caída del régimen. 

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Claudio Fantini

Claudio Fantini

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