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MUNDO | 07-12-2019 12:48

Otro no-socio: cómo será la relación con Uruguay

Alberto Fernández quedó descolocado con el triunfo de Lacalle Pou tras haber apoyado a su rival.

Jair Bolsonaro aspira a que el ultraconservador religioso Luis Fernando Camacho sea el próximo presidente de Bolivia, y también que Luis Lacalle Pou se alinee totalmente con su liderazgo.

De llegar a la presidencia, Camacho seguramente sintonizará a Bolivia con la visión extremista del presidente de Brasil. Pero el mandatario electo de Uruguay pertenece a una centroderecha que, para alinearse con el agresivo ultraconservadurismo que expresa Bolsonaro, debería alejarse de su propia tradición política.

Lo que tiene lógica esperar de Lacalle Pou es una política exterior apuntada a la buena relación, sin sumisiones ni identificación ideológica. Sin embargo, el canciller Ernesto Araujo y su jefe apuestan a que una mala relación con Argentina empuje al nuevo presidente uruguayo al bloque ideológico que diseñan en Brasilia.

El viaje de Alberto Fernández a Montevideo para apoyar personalmente al candidato del Frente Amplio en plena campaña electoral es utilizado por operadores del Planalto para generar cortocircuitos entre los nuevos gobiernos de Argentina y Uruguay. Pero podrían no tener éxito.

El apoyo de Fernández a Daniel Martínez pudo haber sido una retribución al respaldo que, durante su campaña electoral, recibió de José Mujica. Y ese gesto de Mujica puede haber tenido la intención de superar la crisis que marcó la relación entre el kirchnerismo y el primer gobierno de Tabaré Vázquez.

Accidentes menores aunque reveladores, como el micrófono abierto que delató a Mujica diciendo “esta vieja es peor que el tuerto”, fueron ecos de la peor confrontación del gobierno de Néstor Kirchner con otro país.

Después del choque militar peruano-ecuatoriano en la Cordillera del Cóndor y de las peligrosas crisis del gobierno colombiano de Álvaro Uribe con Venezuela y con Ecuador, entre las tensiones más graves en la región está la provocada por la embestida de Kirchner contra Tabaré Vázquez para obligarlo a desistir de la instalación de la papelera finlandesa Botnia en Uruguay.

El corte del puente en Gualeguaychú, que causó daños a la economía uruguaya, fue una pueblada alentada desde la Casa Rosada.

Por eso, al asumir su primera presidencia, Cristina fustigó a Tabaré Vázquez sin que éste pudiera responderle desde el palco de los mandatarios invitados al acto de asunción.

En cuanto a identificaciones ideológicas, la realidad es que para el kirchnerismo puro, la política económica del Frente Amplio es encuadrable en la centroderecha. Aunque ahora no lo digan sus ideólogos, para el kirchnerismo ideológico la visión de Danilo Astori entra en ese amplio y difuso espectro que llama neoliberalismo.

Ahora bien, como Alberto Fernández nunca expresó esos ideologismos, su relación con Lacalle Pou no tiene razones objetivas para ser mala. Por cierto, habrá diferencias en cuestiones espinosas de la región, pero no tienen por qué generar choques diplomáticos. Si Fernández no sobreactúa su pertenencia al Grupo de Puebla ni Lacalle Pou su afinidad con el Grupo de Lima, limitándose sólo a reemplazar la neutralidad funcional al régimen de Maduro de estos años por una posición más claramente favorable a la redemocratización del país caribeño, la diferencia con su colega argentino estaría resguardada. Los problemas podrían sobrevenir si Lacalle Pou se suma a la cruzada ultraconservadora de Bolsonaro y si el “albertismo” termina mimetizado con el cristinismo.l

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Claudio Fantini

Claudio Fantini

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