“El colesterol es una sustancia similar a la grasa que se encuentra en todas las células del cuerpo. Se encuentra en condiciones de normalidad para producir hormonas, vitamina D y para producir sales biliares que ayudan en la digestión de los alimentos”, explica la nutricionista Candela Lepera.
En ese aspecto, el colesterol es esencial para el desarrollo normal del cerebro y para la síntesis de ciertas hormonas, además de ser precursor de la vitamina D. En definitiva, el colesterol en sí mismo es un aliado. Solo se convierte en un enemigo cuando se encuentra en exceso en nuestro organismo. Pero hay dos tipos de colesterol, el conocido formalmente como colesterol HDL y el LDL.
El denominado colesterol 'malo', cuya denominación médica es LDL, es uno de los principales factores de riesgo para sufrir un infarto de miocardio porque, en exceso, el colesterol LDL tiende a depositarse en la pared de las arterias, provocando su progresivo engrosamiento y endurecimiento, es decir, la aterosclerosis. Si no se hace nada al respecto, con el tiempo pueden formarse verdaderas placas que obstruyen el flujo sanguíneo e incluso pueden llegar a bloquearlo. Además, las placas pueden formar un trombo, que a su vez puede provocar un infarto de miocardio o un ictus.
Por otra parte, el colesterol HDL, en cambio, es “bueno” porque limpia el suelo de las arterias barriendo las "manchas de grasa", por lo que tiene un efecto protector contra las enfermedades cardiovasculares. Los valores “correctos” en los estudios difieren de una persona a otra en función de la edad y los factores de riesgo, pero generalmente la recomendación es que el colesterol total sea inferior a 200 mg/dl, el colesterol 'malo', inferior a 116 mg/dl, y el colesterol 'bueno', se sitúe entre 40 y 70 mg/dl.
"Es cierto que la mayor parte del colesterol (alrededor del 80%) es el que producimos debido a nuestro perfil genético personal", explica Ilaria Prandoni, bióloga y nutricionista del Palazzo della Salute del Grupo San Donato, "pero se ha visto que la cuota diaria de colesterol ingerida también modifica los niveles genéticos de producción".
“Cuando se busca bajar el colesterol LDL se propone bajar la ingesta de los alimentos que son fuente de colesterol, como, por ejemplo, carnes rojas de vaca o de cerdo y la cantidad de huevos enteros”, señala Lepera y añade: “Se propone que el paciente coma más carne de pollo, de pescado y claras de huevo, también se ofrece un control de porciones semanales. Además, se debe aumentar el consumo de legumbres, frutas y verduras, que, al tener fibra, ayuda a eliminar el colesterol a través de la materia fecal. Otra variante es el consumo de salvado de avena, junto con las semillas y el fruto seco, que ayuda a la eliminación”.
“Se debe evitar el consumo de embutidos, como salame o chorizo, chacinados y achuras. Cuando se elige carnes rojas, se recomienda cuadril, bola de lomo, peceto o paleta; en carne de cerdo se sugiere solomillo o costillita. Si bien son carnes rojas, tiene menos grasas en el corte. También se debe evitar el consumo de productos de panadería, que a veces están hechos con grasa la preparación o se fríen en grasa”, previene la nutricionista argentina.
Finalmente, la especialista Candela Lepera concluye:” Se debe pensar un tratamiento integral, con ayuda del manejo del stress, incorporando actividad física, cesar el consumo de tabaco (en caso de fumadores), todo colabora en la mejora de los resultados de laboratorio. También se sabe que cuando se logra controla el peso, esto colabora con normalizar los valores de colesterol. Así que también se busca un peso saludable”.
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por R.N.
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