“Me siento tan triste de pensar que en vez de mirar lo que hago, piensan en mi cuerpo. Critiquen mi arte", pidió Brenda Asnicar a sus seguidores, en respuesta a las críticas que desató su último post de instagram, a causa de su bajo peso. En él, la cantante contaba sobre su nuevo show, en un texto acompañado de un breve video. La cámara se enfocaba en su panza y Brenda, muda, le dedicaba un confuso mohín a los espectadores. No había otra cosa en el cuadro que ese cuerpo en primer plano. Como es habitual en Instagram, la imagen y la palabra parecían venir de mundos distintos, favoreciendo un divorcio muy común entre nuestras celebrities: decir una cosa y hacer otra.
Todas las famosas son concientes de la enorme presión que significa para ellas tratar de entrar en los moldes de un cuerpo ideal. Muchas militan activamente para cambiar ese estado de las cosas, tanto en esta causa, como en la que denuncia los estereotipos de una sociedad patriarcal que limita a las mujeres al triste rol de objeto sexual. Sin embargo, a la hora de producir un material para mostrarse, caen una y otra vez en la misma trampa.
Y algo peor, se empeñan en lograr una forma corporal, que sólo existe en el mágico mundo de las redes sociales. Necesitadas de atención y ofertas de trabajo, caen en la tentación de crear una imagen de sí mismas, en la que ni siquiera ellas creen. Y por supuesto, allí están los resentidos y odiadores para lanzarse a la tarea de destrucción que tanto les fascina.
Cuerpos de Instagram
Este cuerpo a la medida de la red, que se multiplica en las redes, se divide en dos zonas bien delimitadas: la panza y la cola.
La panza tiene que ser muy chata. Los pantalones deben bailar sobre las caderas, rozando unos abdominales suavemente delineados. En cuanto a la cola, el ideal es que sea redonda, parada, marcada y, por supuesto, sin estrías ni celulitis. La pose para la foto debe brindar una perspectiva tal, que se aprecien (si es posible) las dos partes del cuerpo. Toda una oda al contorsionismo, que promete escoliosis para varias para el futuro.
La paradoja: lo que se necesita para conseguir una cosa, vuelve muy difícil lograr la otra. Es decir, esos abominales marcados y esas colas turgentes requieren horas de gimnasio todos los días de la vida. También, una dieta que aporte nutrientes básicos e hidratos de carbono de buena calidad para sostener el andamiaje que significa un conjunto de músculos trabajados. Este régimen convive muy mal con el deseo simultáneo de una panza ultra chata con las costillas marcadas. El resultado es un equilibrio difícil, en el que todo puede irse de control en cualquier momento.
Un manejo hábil de herramientas de retoque fotográfico y un conocimiento más que básico de la iluminación hacen el resto.
Lo único que falta en este combo es la racionalidad. Es decir, el trabajo sobre una lógica en que las causas desemboquen en los efectos. Y en el que la foto narcisista que subimos a la mañana, no nos arruine el día por completo a la tarde.
Porque las redes están cargadas de violentos y es mejor no convocarlos al festín.
Si muchas mujeres saben que los modelos ideales no hacen más que lastimar y excluir, por qué no llevar la idea al cuerpo y empezar a tener con la propia imagen una relación menos irreal y exigente.
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