Friday 26 de April, 2024

OPINIóN | 03-05-2023 15:05

La hora de Sergio Massa

Un extracto del libro "El arribista del poder", del periodista firmante.

Fue el 3 de agosto cuando Sergio Massa accedió al escalón más alto al que podía aspirar bajo el esquema del Frente de Todos. Lo hizo en un contexto endemoniado, con todos los desequilibrios a la vista y con una brecha cambiaria que rondaba el 120%. La devaluación que exigía el mercado –y Massa tantas veces había promovido en privado como salida virtuosa ante la crisis– esta vez era lo único que tenía vedado por la vicepresidenta. “Este barco se está hundiendo y yo no tengo escapatoria. Me voy a jugar para sacarlo a flote”, le dijo el nuevo ministro en esas horas cruciales a uno de los economistas que no quiso acompañarlo. Era una parte de la verdad.

La otra se podía advertir en las imágenes virales de la militancia del Frente Renovador, que se entregaba al clima de fiesta en la Casa Rosada. Era un contraste violento con la crisis que vivía el país y con la cara del presidente Alberto Fernández, invitado a lo que parecía ser su propio funeral político. Pero expresaba la ocasión excepcional ante la que el massismo se encontraba finalmente, producto de la debilidad general de una sociedad de gobierno inviable, que ya había quemado todas las naves.

Era el gobierno por default del que había esperado su oportunidad agazapado, mientras los socios principales de la alianza se dañaban entre sí, sin beneficio de inventario. Era la entrega anticipada del poder que la vicepresidenta le obligaba a hacer a su elegido Fernández en manos de Massa, el político que tenía la ambición de ser candidato a presidente desde una década atrás, pero había cometido la herejía de emanciparse de CFK. Era la posibilidad cierta de que el peronismo de Cristina Kirchner girara sobre sus propios pasos en la historia y comenzara a desandar el camino de dos décadas en la política. Era el salvoconducto para que la jefatura de La Cámpora dejara de denunciar el ajuste de Guzmán y pasara a fascinarse con la estampa de ese Massa que se movía como dueño entre las mesas del establishment. Era el pasaje de un populismo de larga duración a un experimento de poder que estaba dispuesto a arriar casi todas sus banderas con tal de no regresar a la intemperie.

 

 

 

*Por Diego Genoud, periodista autor de "El arribista del poder", d Siglo XXI.

por Diego Genoud*

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