Monday 9 de December, 2024

OPINIóN | 02-07-2020 18:14

Reconstruir la democracia

Por Mauricio Devoto.

Si hay algo en común que comparten distintas cuestiones políticas que hoy ocupan los medios y redes sociales en la Argentina es la referencia a valores democráticos y republicanos que debemos defender.

Temas tan diversos como las medidas autoritarias del régimen de Maduro en Venezuela, los efectos sobre las libertades individuales de un tipo de cuarentena que parece no tener fin o la posibilidad de expropiar una empresa privada sin contemplar los requisitos constitucionales, movilizan a parte del espectro político y de la opinión pública a enarbolar la defensa de la libertad, la justicia, las instituciones de la democracia republicana y otros tantos valores que parecerían estar grabados a fuego en la ciudadanía.

Este discurso, tan simple como políticamente correcto para muchos, ha quedado hoy desactualizado. Dice mucho y poco a la vez, desconociendo las actuales prácticas de los regímenes dictatoriales. En premier lugar, el discurso de los valores parte de la base de la existencia de un único sentido común, visión de vida, realidad y forma de ejercitar los valores, que resultaría compartido por una ciudadanía homogénea y educada. Sentido común que se sustentaría en una institucionalidad legislativa y  judicial también homogénea y consolidada. Por otro lado, su extrema simplificación termina confundiendo al ciudadano a quien va dirigido el mensaje: curiosamente, los valores declamados -democracia, libertad, justicia, diálogo, fortalecimiento de las instituciones republicanas, respeto de la Constitución- son los mismos que sirven de sustento al relato de los gobiernos que adoptan aquellas medidas que tanto preocupan. Finalmente, hace tiempo que las dictaduras atentan con las democracias sin golpes de estado armados, utilizando las mismas instituciones y valores de la democracias liberales para llegar al poder y cambiar de hecho la forma de gobierno sin modificar las Constituciones.

Como es de esperar, la realidad muestra otra cosa: una permanente lucha entre variadas visiones acerca de la felicidad y la vida y entre hegemonías ideológicas y políticas. En este contexto, los populismos de izquierda se han ocupado de darle contenido a aquellos valores, estableciendo el modo o forma concreta de ejercerlos en cada una de las mini-luchas en que descomponen la lucha de fondo. Esta coherencia se procura mantener o aprovechar políticamente en todos los casos, llámense Vicentín, COVID 19 o la proscripción de partidos políticos opositores de Maduro. Algo parecido podría decirse de los populismos de derecha que han ganado espacio en el occidente del Norte. El relato, un relato, enamora, y termina educando a la ciudadanía e influyendo en las instituciones en un determinado sentido.  

Mientras tanto, los argentinos que creemos en la Política como forma de canalizar las relaciones sociales, pero deseamos salir de aquella lucha fanática, violenta y extremista, debemos comprender que ya no sirve el simple discurso de la defensa de la Constitución o de actitudes, valores e instituciones democráticas y republicanas grabadas a fuego en algún lado. Los términos democracia, libertad y justicia admiten diversas interpretaciones y variantes, de allí que son los modos o formas cotidianas de ejercerlas, su congruencia con los principios y formas constitucionales y una ciudadanía involucrada con lo público, los que deberían ocupar nuestra atención.

Sostengo la necesidad de construir una visión de conjunto alternativa a aquellas simplificaciones que todo lo permiten, dándole contenido y forma a los valores e instituciones y explicitando y educando a la ciudadanía en los modos y formas mínimas y comunes que se corresponden con el rol de ciudadanos. Esta “ética cívica” de mínimos comunes, y las formas o modos de ejercer los valores en la vida cotidiana, puede deducirse de la Constitución Nacional y los Tratados Internacionales. El cumplimiento de las normas es su pilar fundamental.

Una alternativa democrática, republicana y constitucional no puede ser hoy defendida si no se reconstruye. Su narrativa -la fundamentación de su fondo y formas- debe servir para educar a la ciudadanía en una ética cívica que pueda ser compartida por todos los argentinos. La Constitución nos brinda sus fundamentos. Hace falta descubrirlos.  

 

* Director de CIVES, Centro de estudios en ciudadanía de la UP.  Ex Embajador ante el MERCOSUR y ALADI.

 

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