Friday 13 de September, 2024

OPINIóN | 12-08-2024 13:15

Una luz en la oscuridad

Los feminismos tenemos más motivos que nunca para aportar a las luchas presentes y por venir. Ensayar políticas y prácticas que nos permitan construir una esperanza colectiva.

Es importante partir de algo muy básico, la violencia de género es parte de nuestra sociedad y es transversal a todos los ámbitos y espacios políticos. Ningún sector puede decir que se encuentra exento de estas prácticas. Esta certeza, no obstante, no debe diluir responsabilidades. Hablamos de Alberto Fernández, que además de ser ex presidente de la Nación, anunció el “fin del patriarcado” y quiso mostrarse como vocero de la igualdad de género. La ruptura con el deber ético que implican sus acciones tiene un especial costo sobre las espaldas de quienes se comprometen todos los días.

Quienes nos paramos desde la convicción y la búsqueda sincera por la justicia social tenemos que ser las y los primeros en denunciar las desigualdades y las violencias, vengan de donde vengan, sin especulaciones. Esto vale tanto para quienes se indignan con los casos que les convienen, como para quienes eligen no hacerse cargo de los que suceden en su propio entorno.

Por eso también es fundamental poner en contexto esta noticia que generó un amplio repudio. Los niveles de pobreza, de entrega de nuestra soberanía y especialmente la crueldad que logra desplegar este gobierno ante quienes menos tienen es superior a lo que podíamos imaginar. Y convive con la promoción del odio, los despidos, el recorte de políticas públicas vitales, y con la construcción de enemigos internos en los derechos humanos, la diversidad, los feminismos, y las personas que se manifiestan. Los representantes de la fuerza política que es gobierno visitan a represores en la cárcel y pretenden hacernos responsables a las feministas de la violencia de género que, irónicamente, ellos mismos niegan.

En este panorama incierto, difícil y desesperanzador es donde más esfuerzo hay que poner para construir una alternativa. Aunque parezca ilusorio, es real y es urgente. Esto implicará necesariamente lidiar (y combatir) con las contradicciones y las miserias del conjunto social, y del campo nacional y popular en particular. No hay posibilidad alguna de escindirse de la realidad en la que nos inscribimos, y de sus vicios. Para derrotar el plan de miseria que nos quieren imponer necesitamos la fuerza de las mayorías, la única fuente de poder real para los proyectos populares, que se potencian con dirigentes que no transen ni defrauden.

Los feminismos tenemos más motivos que nunca para aportar a las luchas presentes y por venir. Para ensayar políticas y prácticas que nos permitan construir una esperanza colectiva, lo único que nos puede salvar de la oscuridad.

*Por Victoria Freire, socióloga, Legisladora CABA Unión por la Patria (Frente Patria Grande)

 

 

por Victoria Freire

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