El libro "El Manager", de Jorge Zonzini, contiene un capítulo que sugiere cómo habría sido el posicionamiento de un candidato muy similar a Javier MIlei en los inicios de su carrera política. Precisamente el apartado número 9, titulado "El Político", cuenta el proceso de contratación del manager de medios por parte del mecenas de un abanderado libertario, para convertirlo vertiginosamente en presidenciable.
En "El Político", se transcriben los diálogos y elucubraciones de Zonzini con el contratante "Rigodón", un personaje que se perfila en espejo del influencer de las finanzas Carlos Maslaton, quien fuese en sus inicios promotor del candidato que hoy le quita el sueño tanto a oficialismo y oposición, Javier MIlei.
“Me dijo que el propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sí sobrenatural. Quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad. Que ese hombre que soñaba tenía que ser versado en economía, porque la economía lo era todo, o era la base (“no hubo mejor lector de Adam Smith que el mismo Marx”); que tenía que distinguirse de cualquier otro que anduviera rondando por la clase política; que tenía que saber atraer a los desencantados”, cuenta Zonzini en su libro de próxima publicación.
“Insistió que debía hacerlo en un lenguaje que a la vez que llegara a todos, también fuera hermético (“a la gente le fascina concordar con ideas que no puede explicar con sus propias palabras”); que hacía falta crear una cofradía y hallar una palabra que definiera al amigo y al enemigo; que necesitaba que esa persona soñada tuviera una presencia permanente en los medios; y había que hacer de esa persona un presidenciable”, sigue el relato en el capítulo "El Político".
“Hice invitar a Miguel a dos o tres programas de temas de actualidad y económicos en unas FM que nadie escucha, pero cuyos podcasts quedan subidos a la web para siempre. Una vez que tuve ese material para mostrar, hice interesar en este sujeto a otros periodistas especializados en economía y finanzas, pero de medios nacionales. Claro que, para disimular, lo metía en una bolsa junto con otros aspirantes a economistas mediáticos”, desentraña Zonzini sobre el procedimiento natural en la construcción de un candidato. Pero en este caso, el sujeto no sabía que lo estaban lanzando.
Con el tiempo hubo rediseño del look, incluyendo un icónico peinado, y mayor empuje en el discurso, al punto de sonar encolerizado. “Yo no tengo idea si el tipo dice sandeces o es un genio en lo suyo. Pero es árido y aburrido. Latoso. Necesito que lo escuche otro segmento de público, y eso no se puede lograr si yo no puedo intervenir. Necesito algún escándalo. Que la gente lo recuerde por cómo se comporta o cómo dice las cosas más que por lo que dice. Porque lo que dice no lo entiende nadie”, cuenta “el manager” que fue su respuesta a “Rigodón” cuando este le pidió pasar al siguiente nivel.
“Me gustaría generar algo que fuera como ‘civilización o barbarie’. Que definamos a los que están con él con alguna palabra. Si la vida en la sociedad es una jungla, como se dice en la calle, y él es el ‘humano’, la civilización, entonces, los que no estén con él (la barbarie) tienen que ser... la fauna. Y así confrontamos al hombre, lo civilizado, con los bárbaros salvajes de la jungla, los que se comerían al hombre si este no se impusiera”, le expuso Zonzini con inspiración sarmientina.
“Como Miguel no era tonto, notó que ese estilo franco le había granjeado muchas simpatías en el vivo de Instagram y persistió en esa línea, que era parte de mi trazo. Persistió en difundir escuelas económicas exóticas – como su peinado, otro de mis trazos- y autores aburridos, pero tomó como estilo mezclar algunas guarangadas que remedaban el habla popular. Mandé hacer un análisis de sus seguidores en redes: de predominar inicialmente en nivel ABC1 pasó a fidelizar muchos seguidores en la clase media baja (C3) y el segmento superior de la clase baja (D1)”, relata el libro. Así se ganó a los segmentos más golpeados por la economía, hasta entonces votantes frentetodistas.
“En un almuerzo de Mirtha Legrand dijo que la aprobación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo ‘le va a costar al país un nuevo hospital por año en abortos gratuitos y pastillas del día después’ para luego agregar, sin despeinarse, que ‘cada cual tiene derecho a hacer con su cuerpo lo que se le canta el culo pero sin hacerle gastar guita al Estado’. Por idénticos motivos propuso un mercado libre y desregulado de sangre, semen, médula ósea y óvulos”, escribe Zonzini, dando a entender inequívocamente que se refiere a Milei, a quien oculta en su libro como Miguel.
“El Milei que yo conozco no se parece en nada al Milei que aparece en los medios”, suscribió esta semana en una entrevista con La Nación Más el economista Juan Carlos de Pablo, quien advirtió sin embargo que tanto coquetear con la locura podía finalmente alterar la percepción de la realidad y correrlo de su eje.
La popularidad “Miguel” fue en ascenso permanente, hasta que “le estallaron los escándalos a Miguel: empleo de prebendas estatales, violencia de género, reivindicación de los genocidas presos por delitos de lesa humanidad, plagio de un libro entero, fondos de campaña de origen difuso. Cayó en las encuestas vertiginosamente. Rigodón hizo leña del árbol caído. Tras ello, se postuló como precandidato presidencial en el mismo espacio y exigió internas abiertas”, cuanta ya sobre el final del noveno capítulo. Un relato ficcionado que se parece bastante a la realidad, y en el cual Zonzini se instala como el Maquiavelo detrás de la sensación política de este cuarto de hora.
por R.N.
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