Todavía faltaban detalles para que se aprobara el dictamen del proyecto de ley de acuerdo con el FMI, pero Elisa Carrió ya adelantaba la resolución. Y lo hacía nada más y nada menos que para decir que su idea de acompañar al Gobierno era la que, finalmente, había triunfado adentro de Juntos por el Cambio.
"Felicito a toda la Coalicion Cívica por haber llevado adelante la estrategia de evitar el default”, escribió en su cuenta de Twitter “Lilita”. Y agregó: “Privilegiando los intereses de la Argentina por sobre intereses especulativos y personales”. Una bomba hacia los halcones del PRO. En esas incongruencias propias de la política, Carrió se convirtió en una aliada involuntaria del Gobierno, al que tanto denunció por otros motivos. Hasta se ganó el elogio de uno de sus archirrivales, Sergio Massa: “Es la que mejor está jugando”, dijo el presidente de la Cámara de Diputados sobre las intervenciones silenciosas de la cofundadora de Juntos, que se traducen en el accionar de los legisladores de la Coalición Cívica.
Tal fue la sintonía fina de “Lilita” con Alberto Fernández, que apareció el rumor de que estaban en conversaciones. En el entorno de Carrió se apuraron a desmentirlo: “Si peligra la institucionalidad, ella siempre va a estar ahí para ayudar en lo que pueda. No lo hace para colaborar con este gobierno sino con el país”, aseguraron cerca de la ex diputada.
A más de 100 kilómetros del Congreso, sin moverse de su chacra de Exaltación de la Cruz, Carrió se las arregla para ser protagonista. Aunque sus últimos movimientos generan dudas adentro de la coalición opositora: fogoneo para aprobar el proyecto oficial del acuerdo con el FMI, charlas con Juan Cabandié durante los incendios en Corrientes y desencuentros con el PRO en el Congreso. Aun en silencio, “Lilita” siempre está en el centro del ring.
por R.N.
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