Hugo Moyano tiene 78 años. Pablo, 51. Y hasta hace muy poco funcionaban de manera sincronizada en su estrategia sindical y de poder, pero en los últimos meses la relación de padre e hijo comenzó a dejar entrever fisuras que se arrastran desde hace mucho tiempo y que podrían convertirse en el inicio de un largo camino de sucesión en el sindicato de Camioneros que estará plagado de conflictos.
NOTICIAS reconstruyó durante las últimas semanas el entramado de una crisis familiar que es observada con mucha reserva por el Gobierno, el resto de los gremios que integran la CGT e incluso por los propios familiares que no están dentro de la discusión de poder de sindicato y las empresas, pero que podrían verse afectados por este conflicto.
Los primeros indicios se dieron a fines del año pasado cuando, tras la renovación de autoridades de la Federación de Camioneros, Pablo fue corrido de la línea de sucesión. Antes, el hijo de Moyano era el Nº 2 de la Federación, pero a partir de ahora, el Secretario General Adjunto es Jorge Taboada, otro hombre de confianza de Hugo Hugo. Algo parecido sucede en el club Independiente de Avellaneda. Allí hoy Pablo es el vicepresidente 1º, pero cuando se presentaron las listas para la reelección de Hugo Moyano, Pablo ya no era parte de la oferta electoral. En su lugar habían puesto al empresario Marcelo Gonzalez, dueño del Espacio Clarín en Mar del Plata y propietario de la licencia de CNN Radio Argentina.
En paralelo con la salida de Pablo de estos dos lugares, ingresaron otros Moyano a escena. Karina, hermana directa de Pablo, quedó a cargo de la Secretaría de la Mujer; Huguito Moyano, el hermano directo de Facundo, el ex diputado, que es especialista en derecho laboral ingresó al área de Asuntos Jurídicos y la Secretaría de Juventud quedó en manos de Jerónimo Moyano, el hijo más chico de Hugo que tuvo con su actual pareja Liliana Zulet.
En Independiente, en paralelo a la salida de Moyano se suma otro movimiento: el ingreso de Liliana Zulet como vocal.
Los Moyano son una familia ensamblada con hijos de diversos orígenes. No responden al viejo dicho popular para cuando se forma una nueva familia con padres separados: “Los tuyos, los míos y los nuestros”. Es un poco más que eso y para entender el conflicto actual, es necesario comprender cómo está compuesta esta familia. En la década de 1970, cuando Hugo Moyano había llegado a la Secretaría General del Gremio de Camioneros de Mar del Plata, comenzaron a llegar sus primeros hijos. El primero fue Pablo Hugo Antonio, luego María Isabel Paola y Karina Eva Beatriz. Todos ellos fueron concebidos con Olga Mariani, la primera esposa de Moyano. De este matrimonio también surgió Emiliano, que falleció en 2011. En la década del 80, Moyano tuvo un affaire en Mar del Plata con Elvira Cortés y de allí nacieron Juan Facundo y Huguito. Por último, desde fines de la década de los ‘90 y hasta hoy Moyano está en pareja con Liliana Zulet, con quien tuvieron a Jerónimo.
Zulet, no llegó a la convivencia con Moyano sola. Ella ya tenía dos hijos más grandes de dos matrimonios anteriores. La mayor es Valeria Salerno y el menor es Juan Manuel Noriega Zulet. Con ambos desarrollaron emprendimientos empresarios alrededor de Camioneros en las últimas dos décadas que serían parte de un capítulo más en la crisis que atraviesan los Moyano.
Así como Pablo construyó su capital personal a partir de su rol dentro del sindicato, Zulet es la arquitecta de un entramado empresarial que le dio a los Moyano una capacidad económica que antes no tenían. Hoy la relación entre Zulet y Pablo Moyano estaría atravesando una crisis casi irreversible, por dos grandes motivos: el primero sería que las empresas de Zulet están protegidas ante cualquier intento de intromisión de alguno de los hijos de Moyano. Es decir que en caso de que Moyano falleciera, los bienes, el dinero y las propiedades quedarán en manos de Zulet.
Las empresas son la administradora de Oschoca, la obra social del sindicato, llamada Iarai SA, una constructora llamada Aconra SA y una empresa que administra marcas llamada Dixey SA que, entre otras cosas, hace ropa. Detrás de todas estas compañías están los hijos de Zulet, que viven entre lujos excéntricos en Puerto Madero y casonas en Parque Leloir. Valeria Salerno tiene perfil bajo, pero su hermano Juan Manuel Noriega Zulet es más vistoso en las redes sociales. Tiene un taller de customización de autos pisteros llamado NZ Custom y suele mostrar su cuerpo tatuado en Instagram. En el pasado, Juan Manuel era una asiduo acompañante en las marchas que encabezaba Hugo Moyano, pero en los últimos años, sobre todo antes de las medidas de seguridad por el Covid-19, ya no se lo veía sobre el escenario como antes.
Por las empresas de Zulet, Moyano es denunciado desde hace años por la actual diputada Graciela Ocaña, quien sostiene que el clan Moyano se enriqueció desviando fondos del sindicato a esas empresas. El primer punto es la administración de la obra social que está tercerizada en una compañía de su esposa, pero tal vez el punto más escandaloso fue la construcción del Sanatorio Antártida en Caballito que fue hecho por la firma Aconra, de Zulet y sus hijos y pagado por el sindicato. La empresa Dixey se dedica a hacer la ropa y los mamelucos para los trabajadores. Tanto Aconra como Dixey son titulares de diferentes inmuebles en el conurbano bonaerense y el interior de la provincia. Tienen cinco casas en Parque Leloir y una casona en el country Campos de Roca en Brandsen levantada en un lote de 4 hectáreas.
El otro conflicto está anclado en el estado de la obra social del sindicato. Desde el Gobierno de Alberto Fernández sostuvieron a esta revista que la obra social de Camioneros, Oschoca, está desde hace muchos años en constante déficit. Según una denuncia de Graciela Ocaña, basada en pedidos de acceso a la información pública y los balances, la obra social arrastra desde hace más de padre, pero el “Chiqui” conquistó la presidencia de la AFA. Está claro que el apoyo de Hugo Moyano fue clave para el progreso de Tapia, pero sus modos negociadores hicieron el camino más fácil. Incluso si se marcase un punto de partida, Tapia arrancó de más atrás, porque sus inicios fueron como recolector de residuos.
TANTO A HUGO COMO A PABLO MOYANO LES ESTÁ COSTANDO CADA VEZ MÁS ENCONTRAR PUNTOS DE COINCIDENCIA.
El signo más claro de las diferencias entre Tapia y Pablo Moyano es que en junio del año pasado, Moyano se sacó una foto con Marcelo Tinelli, que en aquel momento pretendía disputarle a Tapia la presidencia de la AFA, porque la asamblea que había elegido al “Chiqui” se había impugnado ante la IGJ y todavía no se había definido. Al final Tapia ganó la discusión y Pablo quedó expuesto. cinco años un déficit que supera los 600 millones de pesos. Una señal de que este tema es un foco de conflicto en la familia Moyano fue la consulta que le hicieron desde el diario Perfil por la dramática situación financiera de la obra social de sus afiliados. “La obra social está en San José 1715, Capital Federal”, respondió. Es decir: Eso no me compete, cualquier duda, llamen a Zulet.
MODALES
La novedad más relevante en la vida de Pablo Moyano de los últimos meses fue su incorporación a la CGT. Esto se convirtió en un desafío para los propios jefes sindicales de otros gremios. Los modos rústicos de Pablo preocuparon a los más experimentados por lo que le pidieron a José Luis “Tito” Lingeri que lo ayude en las finas artes de la negociación entre los gremios y la política. Eran “clases de modales”. La relación entre “el flaco”, como le dicen a Lingeri y “el negro” como le dicen a Hugo Moyano era un factor importante para que el sindicalista de Obras Sanitarias no se pudiera negar a darle una mano al heredero de Moyano. Las lecciones habían empezado bien. Lingeri estaba contento y orgulloso de los avances que había tenido su flamante pupilo, pero empezado el 2022 Pablo volvió a sus posturas radicales. Convocó a la marcha contra la Justicia, marchó al Ministerio de Salud, al Ministerio de Trabajo, a la embajada de Chile en Buenos Aires y amenazó con copar la Plaza de Mayo. Lingeri estaba desahuciado.
En ninguna de las marchas estuvo su padre Hugo e incluso trascendió que en el caso de la marcha contra la Justicia, el jefe del clan no estaba de acuerdo con plegarse al reclamo del sector más radicalizado del kirchnerismo. Pablo quería ir porque lo sentía como una reivindicación frente a las acusaciones judiciales que tuvo durante el Gobierno de Mauricio Macri. En esos años, los Moyano tuvieron diversos problemas legales en diferentes juzgados. E incluso los Moyano aparecen como víctimas del espionaje de la AFI en la causa en la que se descubrió una banda de agentes llamada Mario Bros que respondía a Silvia Majdalani, la Nº 2 de la AFI. Por este caso, cuando Pablo Moyano se refiere al ex presidente lo llama “el espía Macri”.
Este punto es relevante, porque Pablo tiene buen vínculo con La Cámpora, con Máximo Kirchner y con los sectores más radicales del kirchnerismo. Sobre todo con aquellos que son más combativos con Macri, en especial los que encabezan el enfrentamiento por las causas de espionaje. Y, por el contrario, desprecia la tibieza del presidente Alberto Fernández en algunos temas. Durante el acto frente al Ministerio de Trabajo, criticó al Gobierno por “los funcionarios que no funcionan”, citando la frase de Cristina Kirchner.
La semana anterior a la marcha de Pablo Moyano al Ministerio de Trabajo, se presentaron en las oficinas del ministro Claudio Moroni Hugo y su hijo Huguito Moyano para solicitar más ayuda económica para la obra social y alguna solución para el conflicto por las ART. Este punto fue el más mediático de los reclamos de Pablo. Al caerse el decreto del DISPO (Distanciamiento Social Preventivo y Obligatorio) también se cayó el beneficio que tenían las empresas de que aquellos empleados que caían enfermos por el Covid-19 eran cubiertos por la ART. Tras la vuelta a la normalidad, aquellos que se contagiaron ya no contaban con ese beneficio y los días no trabajados fueron descontados de su salario. En el Sindicato de Camioneros los descuentos llegaron a ser de 20 mil pesos. De aquella reunión con Moroni, Hugo y Huguito se llevaron una promesa de ayuda para la obra social y al conflicto con las ART, aunque no fuera jurisdicción de ese ministerio. En el movimiento sindical, a Moyano lo solían tratar de “vandorista” en referencia a Augusto Timoteo Vandor, ex jefe de la UOM en la década del ‘60 quien solía repetir la frase “Golpear para negociar”. Que Pablo Moyano avanzara con la fuerza de choque y luego Hugo se sentara en la mesa para conversar era una situación normal de los últimos años, pero esta vez es distinto. Corrió mucha agua bajo el puente y los personajes cambiaron. Pablo es el heredero natural de la conducción del movimiento camionero y hace tiempo que quiere tomar esa rienda, pero Hugo sigue ahí a sus casi 80 años. A esto se le suma el ascenso de los otros hermanos de Pablo, la influencia jurídica de Huguito, la maduración política de Facundo y la ascendente carrera de Jerónimo se vuelven competencia para Pablo.
Jerónimo Moyano es el más chico de todo el clan. Tiene 22 años y en el último tiempo comenzó a estar más cerca del padre en sus actividades públicas. Se sumó a la Federación de Camioneros, se involucró en Independiente e incluso ha participado de reuniones entre Hugo y el presidente Alberto Fernández. La más célebre fue un asado dominguero en la quinta de Olivos en plena cuarentena. Hoy ocupa un despacho en el segundo piso de la Federación y suele ser parte de las reuniones de trabajo junto a su padre.
Al panorama sindical de Pablo se le suma el futbolístico. Allí su principal adversario es su ex cuñado: Fabián “Chiqui” Tapia. Con el apoyo de Moyano, Tapia llegó a la presidencia de la AFA, el máximo organismo del fútbol argentino. Pablo es el presidente del club camioneros, el vicepresidente de Independiente, pero el ex marido de su hermana Paola es amigo de Lionel Messi y se sienta en la misma silla desde la que Julio Grondona construyó el poder que lo llevó a la FIFA. El año pasado, un grupo de barrabravas de Independiente fueron hasta la AFA para reclamar por los fallos arbitrales contra el equipo de Avellaneda. Pablo sabía lo que estaba pasando y no los detuvo. Pero este no fue el gesto más hostil que tuvo Pablo contra el padre de sus sobrinos. En junio del año pasado, mientras se jugaba la Copa América, recibió en sus oficinas del club Camioneros a Marcelo Tinelli. Para ese entonces Tapia estaba acorralado por la IGJ que amenazaba con impugnar la asamblea que lo había reelegido como presidente y todavía el desempeño de Argentina en la Copa América estaba en duda. Tinelli quería el lugar de Tapia y se mostraba con Pablo apoyándolo. La jugada salió mal. Argentina salió campeón y al tiempo la IGJ resolvió a favor de Tapia.
“MI VIEJO ES MI VIEJO, PERO NO ES‘ LA FAMILIA ’, NUNCA FUE FAMILIA”, DIJO FACUNDO EN UNA ENTREVISTA.
Esa decisión de Pablo fue en contra de los deseos de su padre. Cada vez que hubo reuniones en AFA de las que participó Hugo, el dirigente sindical y presidente de Independiente se refería a Tapia como un “hijo adoptivo”. Teniendo en cuenta la forma en que construyó su camino a la AFA, tal vez es el hijo que siempre quiso tener (ver recuadro).
Los otros hijos de Moyano que están en medio de esta tormenta son Huguito, que es, tal vez, el menos célebre de los hermanos Moyano. Se enfoca en los temas legales, acompaña a su padre en reuniones con funcionarios y mientras no estaba en Camioneros desarrollaba su actividad profesional, con un pie como asesor de su padre.
Facundo, el otro hijo de Moyano, renunció el año pasado a su banca en Diputados. La excusa fue tener diferencias con el kirchnerismo, pero sobre todo con las posiciones más duras de La Cámpora.
En octubre pasado Facundo Moyano se casó con la modelo Eva Bergiela y a la fiesta no asistió Pablo. Al menos no apareció en ninguna de las fotos que circularon en las redes sociales. Sí se pudo ver que fue su padre Hugo junto con Liliana Zulet y su medio hermano Jerónimo. En el entorno de los Moyano sospechan que Facundo está detrás de una operación contra Zulet y que sería él quien promueve la filtración de los problemas familiares. En este punto, no queda claro hasta donde llegan los entretelones familiares. ¿Hay afecto familiar o no? A fines de enero de este año, Facundo dio una entrevista en el programa de Verónica Lozano en Telefe para hablar sobre su matrimonio, allí, la conductora le pregunta, en un hipotético escenario de que tuviera hijos, cómo sería con ellos, teniendo en cuenta que su padre Hugo, los mantuvo ocultos durante mucho tiempo. Su respuesta arroja información para entender cómo funcionan los vínculos en la familia Moyano. “Cada uno toma decisiones, y como hijo no puedo cuestionar ninguna de las decisiones porque en ese momento las tomaron porque las sintieron. Ahora, por supuesto que no voy a hacer lo mismo. Yo tengo muy claro que mi familia era mi vieja que falleció en 2019, mi hermano Huguito, mi primo Marcos y toda la familia de mi vieja. Lo otro a lo que conocemos como familia, digamos, mi viejo es mi viejo, pero no es ‘la familia’, nunca fue familia. Eso sí lo tengo muy claro. Y yo sí tengo la idea de construir una familia”. ¿Cómo le habrán caído estas palabras a su padre? A Liliana le parecieron ingratas.
El clan Moyano está revuelto. Dependiendo los temas que se pongan sobre la mesa es cómo se van construyendo las alianzas. Algunos temas unen y otros separan. Pero hay algo claro, a Hugo y a Pablo les está costando cada vez más encontrar puntos de encuentro y cuando ya no haya lugar para el diálogo, será el fin de una era que marcó los últimos 40 años del sindicalismo en Argentina.
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