La venta de la empresa eléctrica Edenor agregó un nuevo jugador al mundo energético y también puso sobre la superficie a un personaje desconocido para el gran público. Su nombre es Mauricio Filiberti, un empresario que dedicó toda su vida al negocio de la potabilización del agua y que, a los 72 años, decidió diversificar sus negocios de la mano de dos empresarios con mucha más exposición pública: José Luis Manzano y Daniel Vila. Entre los tres le compraron el 51% de las acciones de Edenor al empresario Marcelo Mindlin.
Filiberti se dedica a la producción de cloro y otros compuestos químicos, entre ellos el hipoclorito de sodio, materia prima para hacer la lavandina. Este producto fue uno de los más vendidos durante la pandemia, por lo que su empresa, Transclor, fue una de las grandes ganadoras en medio del aislamiento que provocó el Covid-19. El nivel de producción de la empresa es tan voluminoso que con el paso de los años Filiberti fue ganando una posición monopólica en el mercado de la potabilización de agua. Hoy es el mayor proveedor de la empresa estatal AySA, que suministra el servicio de agua a la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense.
La compra de Edenor por parte del trío Manzano-Vila-Filiberti despertó suspicacias por los personajes involucrados y alrededor de esta historia comenzaron a surgir preguntas: ¿por qué comprar una empresa que no actualiza tarifas desde marzo de 2019 y –ya se sabe– este año también tendrá precios prácticamente congelados? ¿Por qué Marcelo Mindlin, considerado un tiburón del mercado energético, decidió desprenderse de una de las mayores eléctricas del país? (ver recuadro). Edenor es una compañía que funciona en un mercado regulado por la política y la fricción entre estos dos poderes suele generar chispazos, por decirlo en lenguaje eléctrico. Para finales del mandato de Cristina Kirchner, en 2015, las tarifas de luz arrastraban retrasos de varios años, que se fueron compensando con subsidios.
Durante el macrismo, el plan fue reducir los subsidios y actualizar las tarifas bajo la idea de “pagar lo que vale” y ahora, otra vez, el Gobierno vuelve a meter mano sobre los precios de la energía. Es decir que para un lado o para el otro, las cuentas de Edenor están supeditadas a los vaivenes de la política. En estas aguas, Manzano y Vila se mueven con mucha más soltura que Filiberti. Manzano por su pasado en la función pública durante el menemismo y Vila por el roce que le da estar al frente del Grupo América. “Le ponen calcomanías a las balas”, suele decir Filiberti cuando se refiere a gente rápida para los negocios.
Filiberti se dedica a la producción de cloro y otros compuestos químicos, entre ellos el hipoclorito de sodio, materia prima para hacer la lavandina
Si bien es cierto que las tarifas de luz llevan alrededor de dos años congeladas, los flamantes dueños aspiran a que en algún momento se actualice y así poder sumar algo de rentabilidad. Una señal de esto ya dio el secretario de Energía, Darío Martínez, quien sostuvo que el Gobierno hasta marzo está en un “proceso de negociación con las distribuidoras y las transportistas” y van hacia “una tarifa de transición que no será ni la Revisión Tarifaria Integral (RTI) dolarizada del Gobierno anterior ni tampoco mantener un proceso de congelamiento permanente”. El “proceso de negociación” incluye la deuda de las distribuidoras con Cammesa, la compañía estatal que actúa como mayorista del mercado eléctrico. La ayuda que esperan los nuevos dueños de Edenor podría ser que el Estado otorgue créditos para afrontar esos pasivos.
Relaciones de poder
Si hubiese que buscar un amigo del trío Filiberti-Manzano-Vila dentro del Gobierno, el primer señalado sería el presidente de la Cámara de Diputados Sergio Massa, que sin duda es cercano a Vila y Manzano, pero cuando se trata de Filiberti empiezan las contradicciones. Los amigos de Filiberti sostienen que el empresario lo acompaña desde los tiempos en que Massa se peleó con Cristina Kirchner y lanzó el Frente Renovador. En el massismo lo desconocen y afirman que solo se vieron dos o tres veces y hasta remarcan que tiene más amigos en común Macri que él. Sin embargo, testigos de la boda entre Filiberti y su esposa Camila Pitana sostienen que Massa estuvo presente. Ese vínculo amistoso entre los Massa y los Filiberti se ve reflejado en las redes sociales de las esposas de ambos. Malena Galmarini suele darle like a las fotos de la esposa de Filiberti en Instagram, donde expone una vida llena de lujos. Galmarini, como presidenta de AySA, tiene en Filiberti a su mayor proveedor de cloro.
Los orígenes de Filiberti
Filiberti es proveedor del Estado desde principios de los ‘80, cuando incursionó en el negocio de los químicos para potabilizar el agua. En 1981, con la empresa Sulfato Argentino SA, comenzó a vender sulfato de aluminio a Obras Sanitarias, como se llamaba AySA en el pasado. Luego pasó a vender bajo el nombre de Química del Norte y desde 2003 lo hace con la empresa Transclor. AySA representa el 23% de su facturación, y también tiene como clientes a empresas de aguas provinciales del interior del país y compañías como Monsanto, Atanor o Clorox, los propietarios de la marca Ayudín y Queruclor.
Testigos de la boda entre Filiberti y su esposa Camila Pitana sostienen que Sergio Massa estuvo presente.
A partir de la compra de Edenor, la Coalición Cívica decidió emitir un informe apuntando a la relación entre Filiberti, AySA y José Luis Lingeri, el secretario general del sindicato de la empresa de aguas. En el paper de 18 páginas, coordinado por la ex diputada Elisa “Lilita” Carrió, se sostiene que Filiberti es un proveedor “privilegiado por el Estado”. Filiberti construyó una fábrica de policloruro de aluminio (PAC), un químico que sirve para potabilizar el agua, en las instalaciones de una planta de AySA ubicada en Bernal. Sobre este punto, el informe de Carrió dice: “Hay un hecho que llama mucho la atención. Durante muchos años, Transclor SA, utilizando una planta de propiedad de AySA, ha tenido la potestad de comercializar el excedente de sulfato de aluminio y de PAC a privados”. Los integrantes de la gestión actual suelen jactarse de que renegociaron el contrato con Transclor, corrieron al sindicato en la negociación y lograron bajarle el precio del policloruro de aluminio a la empresa de Filiberti, pero aumentaron la cantidad de toneladas que le compraron y extendieron el convenio que terminaba en 2022 hasta 2023.
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