Pocos han podido superar la grieta argentina como el flamante embajador de Estados Unidos. Desde finales de enero, cuando le presentó sus credenciales a Alberto Fernández, Marc Stanley se reunió con Mauricio Macri, Cristina Kirchner, Horacio Rodríguez Larreta, Alberto Fernández, Patricia Bullrich y Santiago Cafiero, entre tantísimos otros.
Apenas llegó a suelo argentino, el diplomático le dio una orden a su equipo de trabajo: quería conocer a todas las personas que fueran relevantes para el devenir político, económico y cultural del país. Así aclaran la diversidad de encuentros desde la embajada: “Desde su llegada ha querido tener una variedad de reuniones con un grupo diverso de argentinos y viajar por el país para conocerlo”.
Con el acuerdo con el Fondo en el centro de la escena en la primera parte del año, a Stanley le bastaron poco más de dos meses para convertirse en un personaje reconocido en la Argentina.
Encuentros. El 20 de enero, Stanley y su esposa Wendy, con quien está en pareja desde hace más de 40 años, se instalaron en el Palacio Bosch, la majestuosa embajada de Avenida del Libertador. Cuatro días después, él ya estaba junto al presidente Alberto Fernández presentando sus credenciales. “Le agradezco su cálida recepción”, escribió en Twitter el diplomático. Mientras tanto, la batalla del Gobierno por el acuerdo con el Fondo ya estaba iniciada.
Su primera reunión de trabajo con un funcionario llegó al otro día: Gustavo Beliz lo recibió en la Casa Rosada, otra vez. Luego se encontró con el jefe de Gabinete, Juan Manzur. Comenzaría a saltar la grieta el 14 de febrero, con una reunión de varias horas con el alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Después, una danza de ministros nacionales: Jorge Taiana, Santiago Cafiero, Matías Kulfas y Daniel Filmus.
Pero una de las reuniones que más repercusión tuvo fue con Mauricio Macri. El 3 de marzo, el día que el FMI anunciaba que cerraba el acuerdo con la Argentina, el embajador y el ex presidente se encontraron en los patios del Palacio Bosch. “Conversamos sobre las relaciones entre Argentina y Estados Unidos, y la importancia de la solidaridad para enfrentar la invasión de Rusia a Ucrania”, aseguró Stanley. Otras fuentes confirman que el tema del Fondo estuvo en la charla, pero que también hablaron de una de las preocupaciones máximas de la Embajada: la alineación política de Alberto Fernández en Latinoamérica.
Sobre el final de marzo llegaría el encuentro con Cristina Kirchner, en el despacho de la vice en el Senado. Hacía una década que un embajador norteamericano no se sentaba con la ex presidente. “Compartimos el amor por la familia, el amor por nuestros países, ¡y por los chocolates patagónicos!”, reveló Stanley de aquella reunión. Y un día después invitaría a Patricia Bullrich a la Embajada, para emparejar las cosas. Un embajador todo terreno.
Los encuentros con dirigentes del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio fueron sólo una parte de la agenda de Stanley en los primeros meses en la Argentina. También empezó a recorrer el interior del país: en su oficina tiene un mapa donde va tachando cada distrito que pisa. Por ahora, sólo fue a Córdoba, pero planea ir por más.
En cada encuentro, el embajador deja un souvenir a sus interlocutores que llama la atención. Se trata de uno de los productos de fabricación norteamericana de mayor auge entre los argentinos: los termos Stanley, marca con la cual, siempre aclara con humor, sólo comparte el apellido.
Personaje. Fanático del deporte, quienes hacen gimnasia por los bosques de Palermo lo suelen ver en una bicicleta fuera de lo común, que no tiene pedales sino una especie de esquíes con los que se impulsa mientras va parado. Stanley quiso aclarar por qué la usaba: “Fui runner mucho tiempo, pero me reemplazaron la cadera y con esta bici puedo entrenar como antes”, explicó.
De lo que no suele hablar, ni siquiera puertas adentro de la embajada, es del duro accidente que sufrió en agosto del 2020 en Park City, Utah, mientras andaba en una bicicleta eléctrica, que lo llevó a someterse a intervenciones varias, incluso a cirugías de reconstrucción facial. Fue noticia en Estados Unidos porque su nombre había empezado a resonar como uno de los impulsores de la asociación Abogados por Biden. Stanley se había convertido en uno de los recaudadores de la campaña de quien sería elegido presidente. Ese apoyo le valió la postulación como embajador en la Argentina dos años después.
Además de pasear por Buenos Aires, el embajador norteamericano y su mujer suelen ir a ver tenis. Estuvieron presentes en los encuentros por la Copa Davis y antes habían ido a ver al "Peque" Schwartzman al Argentina Open. También se fotografiaron delante de un mural de Juan Martín del Potro.
En poco más de dos meses en el país, Stanley se convirtió en una figura de renombre. Cualquier dirigente de peso, no importa la posición política, busca una foto con él y el embajador no está dispuesto a sucumbir a la grieta local. Al menos por ahora.
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