Javier Milei estaba encaprichado, emperrado, decidido y otros sinónimos. No quería, por nada del mundo, soltarle la mano a su principal candidato en la Provincia, José Luis Espert. No importaban las pruebas cada vez más contundentes sobre su vínculo confianzudo con el supuesto narco “Fred” Machado, no importaban los 200 mil dólares que ese mecenas le había girado a una cuenta suya, no importaban las imágenes del calvo economista volando en los aviones del aportante ni tomando sol en la pileta de su estancia de Viedma. Nada de todo eso interesaba: Espert parecía inamovible. Había avisado que no pensaba bajarse y, por algún motivo que se desconoce, Milei estaba dispuesto a acatar ese pedido y a inmolarse junto a él hasta el final.
Pero aparecieron las voces de la razón, las de su entorno, las que le advirtieron al Presidente que esa hoja de ruta equivalía a un suicidio político. Las encuestas mostraban que las explicaciones de Espert sobre el escándalo no habían convencido a nadie, salvo a Milei, y que su imagen negativa trepaba a un inédito 80 por ciento. Imposible enfrentar una elección con esos números.
La primera en levantar la voz, y en público, fue Patricia Bullrich cuando dijo que el candidato tenía que volver a aclarar lo sucedido porque sus primeras respuestas -que hablaban de una “operación kichnerista” y decían que a Machado lo había visto una vez en su vida- habían resultado inconsistentes. El vocero Manuel Adorni, un alfil de la hermana Karina Milei, quien nunca miró con buenos ojos a Espert, también advirtió que “si faltan explicaciones, pídanselas a él”. Mauricio Macri, en su segundo reencuentro con el Presidente, fue otro que le habló de la conveniencia de bajar su candidatura. Y el diputado Diego Santilli, hoy convertido en el nuevo cabeza de lista, en privado amenazó con pegar el portazo si Espert seguía al frente de la boleta libertaria. El asesor Santiago Caputo le susurraba lo mismo a Milei: sostener al “Profe”, como lo llama, era todo pérdida. Era hacer campaña con un cadáver político al que ya venían escondiendo en los últimos actos antes de su renuncia.
En definitiva, eran todos contra el Presidente. Y el Presidente, por una vez, tuvo que ceder.
¿Por qué demoró tanto? La respuesta puede estar en el hecho de que Milei le teme a Espert por la información que maneja. Recordemos que fue el economista quien inició al libertario en política allá por 2021, cuando lo incluyó en su espacio Avanza Libertad. Milei terminó rompiendo con Espert y en más de una charla contó que el otro lo había tentado con 300 mil dólares para que se bajara de su candidatura en CABA, que incomodaba a un aliado estratégico del economista, Horacio Rodríguez Larreta. Más específicamente, habló de 300 mil dólares en una valija, sobre una mesa, que dice que rechazó. La versión que en privado da Espert es distinta: que no era esa cantidad de plata, y que se trataba, en realidad, de la “mensualidad” que le pagaba a Milei por militar junto a él. En una u otra variante de la historia, claro, difícilmente hubiera facturas de por medio. Todo parece apuntar a que se trataba de plata negra.
Otra curiosa coincidencia que explica lo difícil que fue para Milei desprenderse de Espert es el hecho ya conocido de que los dos comparten abogado: Francisco Oneto. ¿Y saben a quién más defiende Oneto? Sí, a “Fred” Machado.














Comentarios