La interna libertaria ya no se disimula ni en público. Lo que durante meses se mantuvo en la zona gris del rumor —las tensiones entre los armadores territoriales de Karina Milei y los operadores digitales de Santiago Caputo— terminó estallando a cielo abierto, con un episodio tan grotesco como simbólico: Sebastián Pareja, jefe político de La Libertad Avanza en Buenos Aires, trompeó a Traductor Te Ama, alias del tuitero Esteban Glavinich, en pleno acto de cierre en Rosario. La pelea no fue una anécdota aislada, sino la manifestación física de un enfrentamiento que venía incubándose desde hace semanas entre los dos polos que estructuran al mileísmo: la estructura real de poder y la virtualidad digital que la sostiene.
La fractura libertaria
El episodio de Rosario marcó un punto de no retorno. Glavinich, uno de los tuiteros más activos del núcleo de Caputo —con el “Gordo Dan” y su ejército de cuentas coordinadas—, había dedicado buena parte de la campaña a atacar a los armadores bonaerenses, a los que acusa de “casta reciclada”. Pareja, en cambio, se reivindica como el constructor político de Karina Milei, con base territorial y presencia institucional. En su entorno, la línea es clara: los trolls sirven para inflar egos en redes, no para ganar elecciones.
Cuando ambos coincidieron en el parque de España, la disputa digital se volvió literal: zancadilla, caída y puños. “Fue un debate ideológico a la vieja usanza”, ironizó un dirigente que presenció la escena. Lo cierto es que Pareja, lejos de arrepentirse, redobló la apuesta. “Tenemos tres diputados nacionales, veinte legisladores provinciales y trescientos concejales. No nos pueden tocar”, advirtió, con una frase que sonó más a amenaza que a diagnóstico.
La frase fue leída como un mensaje directo al círculo de Santiago Caputo, que por estas horas presiona para que su jefe sea confirmado como futuro jefe de Gabinete, desplazando a Guillermo Francos. Dentro del gobierno, la puja ya no es por matices ideológicos sino por control del poder: quién manda, quién negocia y quién habla en nombre del Presidente.
Caputo versus Pareja
El enfrentamiento entre Caputo y Pareja no es nuevo. Representan dos modelos de mileísmo. El primero, el de “Las Fuerzas del Cielo”, responde al diseño original del asesor estrella: comunicación directa, épica libertaria y militancia 2.0. El segundo, el de Pareja, es más terrenal, de intendentes, punteros y estructuras provinciales. Mientras Caputo imagina un gobierno regido por algoritmos y lealtad espiritual a Milei, Pareja reivindica la rosca clásica, la que garantiza votos, cajas y gestión.
En el entorno presidencial, admiten que ambos bandos se detestan. “No se pueden ver”, confiesa un funcionario de Balcarce 50. Karina, mediadora y celosa de su poder simbólico, juega al equilibrio: necesita a Caputo para sostener el relato, pero depende de Pareja para mantener a flote la maquinaria bonaerense.
El incidente de Rosario fue apenas el síntoma de una batalla más profunda. Tras la trompada, el propio Ramón “El Nene” Vera, lugarteniente de Pareja, amenazó en redes a Glavinich con publicar un supuesto video de otra agresión. El lenguaje mafioso con el que se cruzan —“si hay foto, hay video”— ilustra hasta qué punto la interna libertaria perdió toda compostura.
Macri y sus candidatos
En paralelo, la disputa tuvo un inesperado eco dentro del PRO. Fernando de Andreis, histórico operador de Mauricio Macri y hoy candidato libertario en la Capital, criticó públicamente a los trolls de Caputo: “Cada vez que tuiteaban, perdíamos votos”. La frase cayó como una bomba en Las Fuerzas del Cielo, que respondió con una mezcla de misoginia y sarcasmo: “Que salga de debajo de la pollera de Mauricio”, replicaron.
De Andreis intentó despegar su figura de los excesos digitales del oficialismo, pero terminó exponiendo la desconfianza mutua que aún domina la fusión entre el PRO residual y el mileísmo en el poder. Para el macrismo, el círculo de Caputo encarna una lógica adolescente e improductiva: “un gobierno de trolls que confunde influencia con política”. Para los libertarios puros, en cambio, los macristas son oportunistas que buscan reciclar su poder a la sombra de Karina y Javier.
Las burlas sobre los jeans gastados de De Andreis o las alusiones personales son parte de una guerra simbólica donde el objetivo no es convencer, sino humillar. Ese clima de agresión permanente está erosionando la cohesión de un oficialismo que se define por la polarización y termina devorándose a sí mismo.
El vacío de conducción
En la cúspide del poder, Javier Milei observa el caos con una mezcla de impotencia y cálculo. Los que lo conocen aseguran que evita involucrarse en las peleas internas, pero las utiliza para mantener a raya a sus aliados. Divide y reinarás: un principio tan viejo como la política misma. Sin embargo, el desgaste es visible. La agenda de gobierno quedó desbordada por las operaciones cruzadas y las pujas de territorio.
Guillermo Francos, que intenta sostener un diálogo institucional con gobernadores y legisladores, se convirtió en blanco de los ataques del círculo celeste, que lo considera un “moderado”. Si Caputo finalmente asume la jefatura de Gabinete después de las elecciones, como se comenta en la Casa Rosada, el equilibrio interno podría romperse por completo.
por R.N.















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