Mario Pergolini regresó a la televisión después de 15 años y lo hizo con un proyecto que, como suele ocurrir en su carrera, no pasó inadvertido. “Otro día perdido” es el nombre del programa que conduce de lunes a viernes en el prime time de El Trece y que lo devuelve a la pantalla en un formato ambicioso, moderno y pensado para una televisión que ya no es la misma que él dejó en 2010, cuando decidió dedicarse a sus emprendimientos digitales y alejarse de la rutina y exigencia diaria. El título del ciclo, tan provocador como autorreferencial, funciona como una declaración de principios, él ya no cree en la televisión y lo deja saber en latiguillos como “No puedo creer estar haciendo esto”, “Y bueno, esto es tele” y “Yo estaba bien en mi casa”.
Su mirada ácida de la realidad y tono irónico no tiene mucho espacio en su formato, un show nocturno que combina entrevistas, humor naif, actualidad y música en vivo, pero sí supo ponerle su sello de vanguardia al reinventar la forma de hacer publicidad, basada en la Inteligencia Artificial y pensada para que se viralice en redes y así facturar el doble. Lo cierto es que su programa de televisión no aporta nada nuevo a la pantalla chica, pero sí revolucionó la facturación de El Trece, concepto que no tardará mucho en despertar el interés de sus canales competidores.
El regreso estuvo rodeado de expectativa y, como era de esperar, los primeros programas generaron un importante caudal de audiencia. El debut superó los 7 puntos de rating, una cifra significativa para El Trece en el contexto actual. Sin embargo, con el correr de las emisiones, el promedio se estabilizó en torno a los 4 puntos, con picos de 5 y caídas a 3. En la medición fría, son números bajos para el canal, que aspira a cifras más altas en su franja central. Pero, en paralelo, el programa se convirtió en un fenómeno digital: los fragmentos se viralizan en redes sociales y suman millones de reproducciones en YouTube y plataformas de streaming. Según datos de la producción, “Otro día perdido” ya acumuló más de 19 millones de visualizaciones online, lo que marca un nuevo paradigma en la forma de medir el éxito televisivo. Para Pergolini, que siempre se mostró crítico con el rating como única vara, esta repercusión digital representa una validación de su propuesta y un reflejo de los tiempos actuales.
Money, money
En el terreno económico, el programa ya representa una importante fuente de ingresos para El Trece. La facturación en publicidad tradicional dentro de las tandas superó los 6.500.000 dólares, una cifra que lo coloca como uno de los productos más rentables de la grilla. Pero, además, la producción encontró una veta en la publicidad no tradicional (PNT). En este caso, no solo se incluye a las marcas dentro de la dinámica del programa, sino que es la propia producción la que se encarga de la realización de los contenidos con IA, cobrando ese servicio aparte a los anunciantes. Un modelo que combina creatividad, integración y negocio, y que refleja la capacidad del conductor para reinventarse en un medio que exige nuevas formas de monetización.
Que sus PNTs estén protagonizados por gatitos no es casual, sino que surge del algoritmo que indica que los videos más buscados y viralizados en redes son felinos haciendo travesuras. Si ya en los 90 Pergolini era un maestro de la facturación, treinta años después, lo vuelve a conseguir. Vale recordar que en su otrora competencia con “El show de VideoMatch”, Marcelo Tinelli hacía 30 puntos de rating contra los 10 de “CQC”. Sin embargo, Pergolini lo duplicaba en facturación, con el segundo publicitario más caro de la televisión argentina. Su target era ABC1.
Con un equipo renovado, invitados que aportan su magnetismo y un esquema económico robusto, el programa avanza en una delgada línea que no logra romper el techo del rating, pero encuentra en las redes una masividad que le permite mantenerse vigente y rentable.














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