La imagen habla por sí sola. Adelante, el ex presidente de la Nación, Carlos Saúl Menem (88), avanza lentamente hacia el departamento en el que están parando, escoltado por sus dos nietos, los hijos de Zulemita (48). Más atrás, para sorpresa de muchos, Zulema Yoma (76), la misma mujer a la que él, a pocos meses de asumir como presidente, le había prohibido su ingreso a la Quinta de Olivos. Junto a ellos, dos custodios y la histórica secretaria familiar, “Marilú” Giovanelli. Todos vacacionando juntos.
Cinco años pasaron desde la última vez que el clan Menem descansó en Punta del Este. La familia del ex presidente, que en los 90 fue centro de numerosos escándalos y cuyo máximo representante, Carlos, en los últimos años tuvo que enfrentar numerosos problemas de salud, parece estar pasando momentos de paz inimaginables. “Los nietos logran cosas inesperadas. Trajeron paz y recuperación de la unión para la imagen familiar en la que quiero que se críen”, afirma sonriente Zulemita, la misma que convenció a su padre y madre de viajar, principalmente, por la preocupación que le causaba tenerlos lejos.
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Familia unida. Luego de un 2018 intenso, con reuniones políticas, críticas por el voto negativo a la ley de aborto legal, festejos por la absolución en la causa de la venta ilegal de armas, la confirmación de la condena por el pago de sobresueldos y la operación de urgencia que puso en riesgo la vida de Máximo (el hijo que el ex presidente tuvo con Cecilia Bolocco), Carlos Menem aceptó la propuesta de su hija, Zulemita, y el 7 de enero viajó con el clan a descansar a Punta del Este. Un relax en el que, de común acuerdo, nadie habla de política.
“No quería venirme con los chicos y quedarme preocupada con ellos (Carlos y Zulema) en Argentina, porque iba a estar todo el tiempo preocupada. Estando todos acá estoy más tranquila”, aseguró Zulemita. Sucede que su padre es un hombre con importantes problemas de salud: un cuadro de hipertensión arterial, diabetes, esclerosis y artrosis. Eso en un hombre de casi 90 años complica aún más todo, por eso el clan está abocado a cuidarlo y a colaborar para que el descanso del ex presidente sea perfecto.
Todos juntos salen a almorzar o a cenar afuera, aunque Carlos prefiere quedarse sentado mirando la gente que pasa por la costanera, o los yates y embarcaciones que entran y salen del puerto de la exclusiva ciudad balnearia uruguaya. Justamente NOTICIAS lo fotografió cuando volvían de almorzar en un histórico restaurante de esa ciudad: Mariskonea, un emblema de la década menemista en Punta que fue derrumbado a principios del 2000 y reinaugurado en 2012.
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El ex presidente camina encorvado y lento, pero se lo ve lúcido y sonriente. “Parate derecho”, le ordena el nieto mayor. Carlos lo mira serio y, segundos después, ambos ríen. Con sus nietos comparte la mayor parte del tiempo. “El mayor le prepara la picada, lo reta, se hacen chistes, le toca el piano o el saxo. El más chiquito es su locura, lo vuelve loco, nos vuelve locos a todos”, asegura Zulemita sonriente, aunque también reniega porque no la dejan entrenar como a ella le gusta, solo sale a andar en bicicleta o a correr cuando, con suerte, asegura, logra escaparse un rato.
Durante varios años, el clan Menem solía alquilar en la Torre Beverly Hills, ubicada en la parada 5 de La Mansa, un espacio con muchos y cómodos amenities donde los hijos de Zulemita podían divertirse. Pero decidieron ir a un departamento bajo, que una vez habían alquilado, principalmente por la tranquilidad y por la practicidad de no tener que subir pisos, ya que su padre trata de no moverse mucho.
Carlos está en descanso. Fue invitado al partido que River, club del que es hincha, jugó con Nacional en el estadio de Maldonado, pero no asistió. “Lo visitan amigos de la familia, vamos a cenar a la casa de algunos amigos que nos invitan. Pero cuando se trata de eventos multitudinarios, escapa”, cuenta Zulemita.
Política y Justicia. Carlos, el padre de las privatizaciones e identificado por algunos políticos como el “inspirador” de Mauricio Macri, no está contento con la gestión de Cambiemos. “Se amarga al ver el estado al que están llevando al país”, sostienen en su entorno. Sin embargo, desde su banca en el Senado, representando a su provincia, La Rioja, acompañó la no aprobación de la ley de aborto legal. Y según sus allegados, lo hizo por sus convicciones y creencia y no porque se lo hayan ordenado así.
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Carlos venía teniendo noticias judiciales favorables pero, culminando el 2018, la Cámara de Casación ratificó la pena de cuatro años de prisión en su contra por la causa de pago de sobresueldos. Este fallo, teniendo en cuenta la postura del Senado (con Miguel Ángel Pichetto a la cabeza) frente al pedido de desafuero de Cristina Fernández, difícilmente afecte en ese marco a Menem, porque aún le queda el recurso de ir a la Corte.
El 22 volverá al país y es en su casa donde “el prócer”, como lo llama su entorno más íntimo, seguirá teniendo las puertas abiertas para todos, incluso para los que le piden reuniones políticas. Entre ellos, varios asesores y ex funcionarios que hoy están vinculados con Macri.
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