¿Cuál es el impacto de las acciones humanas más exactamente en la sobrevivencia de otros animales y de las plantas del planeta? Hasta hace unas semanas no se sabía con certeza cuál es la respuesta para una pregunta tan difícil. La Organización de la Naciones Unidas (ONU) dio a conocer un amplio estudio que pone en su real dimensión cuáles son las consecuencias concretas del avance de las civilizaciones humanas, desde la prehistoria, sobre la naturaleza y el medio ambiente como un todo. Y pone especial énfasis en lo que ha ocurrido a lo largo de las últimas cinco décadas.
Para llegar a los resultados (más que alarmantes) 145 científicos de cincuenta países ligados a la Plataforma Intergubernamental Político-Científica sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES, el brazo de la ONU responsable de realizar la compilación) se dedicaron durante tres años a investigar un total de 15.000 artículos científicos. El escenario es sofocante: de las cerca de 8 millones de especies de animales y plantas existentes en el planeta un millón están bajo amenaza de extinción. En el continente, el principal grupo de riesgos son los anfibios: un 40% de ellos está en alto riesgo de desaparecer dentro de unas pocas décadas.
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En los océanos, el peligro es mayor para los mamíferos, con un tercio en alerta roja. Para que la situación llegara a tales niveles de urgencia contribuyó decisivamente el hecho de que un 47% de los ecosistemas quedaron reducidos lo que pone en amenaza fatal a un cuarto de todas las especies de animales y plantas de la Tierra. Y sólo estamos haciendo referencia a aquellas que han sido estudiadas más a fondo.
El detalle. En números absolutos, la naturaleza sufrió de un modo aún mayor. Se estima que la biomasa global, es decir la suma de todos los organismos vivos, de los mamíferos salvajes se ha reducido en un 82%. Solamente a partir del año 1900 la cantidad de especies nativas decayó, en promedio, un 20%.
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El informe identificó los principales factores que causan esta trágica situación. Son ellos: la alteración en el uso de suelos y océanos, acarreando problemas como la polución; la explotación de los recursos naturales, lo que lleva, por ejemplo, al desmantelamiento y a la inserción de especies no nativas en determinados hábitats, desequilibrándolos y, en especial, a los cambios climáticos que alteran al mundo, ocasionando el aumento de la temperatura global en un grado, desde la Revolución Industrial.
Las Naciones Unidas, por medio de otro órgano que se ocupa del medioambiente, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) presionan a los 193 países miembro a adoptar medidas capaces de tener como consecuencia una mitigación que permita contener el calentamiento global del planeta Tierra. Si esas acciones no fueran suficientes, la elevación de las temperaturas podría superar los 4 grados centígrados hacia fin de siglo. Como consecuencia de dicha suba, por lo menos un 16% de las especies de los seres vivos se extinguirán.
El origen del mal. La raíz del problema estriba en cómo la actividad humana (desde la expansión urbana hasta el aumento de los gases de efecto invernadero) interfiere en los ecosistemas. Cualquier alteración en el medio ambiente promueve una consecuencia en cadena que lleva a alteraciones radicales en el balance general, originando modificaciones en el régimen de lluvias, la polinización de las plantas y la producción de alimentos, por mencionar apenas algunos de los elementos que sufren.
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Se trata de una derivación de la hipótesis de Gaia, formulada en la década del ´70 por el científico ambientalista James Lovelock, según el cual el equilibrio químico de la atmósfera y de otras partes de un planeta está determinado por el mantenimiento de la biomasa y de la biodiversidad. Cuando la deforestación provocada por los seres humanos aumenta, interfiere también en la producción de la lluvia, del mismo modo que cuando se produce una reducción en la población de las abejas en cierto lugar, provoca cambios en la germinación de las flores y, como efecto indirecto, en la oferta de alimentos de los animales que viven en el área.
El ser humano no escapa a su rol y a su sufrir las consecuencias en dicha cadena. Más de dos mil millones de personas dependen, por ejemplo, de la quema de carbón como fuente de energía primaria, cuatro mil millones necesitan de medicamentos orgánicos como las hierbas para sobrevivir. Vale resaltar que cerca del 70% de los remedios que se emplean para el tratamiento del cáncer dependen de productos naturales.
Si hay una disminución en la oferta de esos recursos por causa de la devastación del medio ambiente sus precios suben, lo que puede hacer que muchos individuos dejen de tener acceso a tales productos.
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Qué hacer. En el reporte de la ONU los científicos fueron taxativos en cuanto a la exactitud de los resultados. “Logramos reunir una base sólida de pruebas que confirman el deterioro de la naturaleza en términos globales. Los datos también muestran la evidencia irrefutable de la escala que alcanza la pérdida de la naturaleza”, dice el antropólogo Eduardo Brondizio, uno de los coordinadores del trabajo. Para el especialista, es innegable el rol que tiene el ser humano en este deterioro. “Se creó un efecto cascada en la naturaleza y en la sociedad”, apunta.
Aún cuando los especialistas enfatizan los problemas graves que ha traído la actividad humana sobre el medio ambiente, también dejan un mensaje esperanzador (en cierto modo) y es que aún habría tiempo de corregir o al menos limitar los efectos devastadores. Lo principal, en este sentido, sería lograr que los gobiernos tomen una acción directa para que se adopten medidas sustentables en cada uno de sus países. Los científicos apuntan, por ejemplo, una conclusión inédita: ¿cuál sería el papel de comunidades tradicionales, como las indígenas, en la preservación del medio ambiente?
Según el relevamiento, un 35% de las áreas protegidas de la Tierra dependen del cuidado de esas sociedades. Ocurre, en tanto, que en vez de ir en esa dirección, muchas naciones están yendo por el camino opuesto. Actualmente, los pueblos indígenas sufren un deterioro del 70% en los indicadores de la naturaleza que serían fundamentales para la continuidad de sus hábitos.
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El biólogo estadounidense Thomas Lovejoy, uno de los más renombrados ambientalistas del planeta, y autor de un artículo sobre el nuevo informe de las Naciones Unidas, dice: “Los líderes nacionales que niegan esta realidad preocupante están prestando un mal servicio al ambiente tanto local como global. La buena noticia es que países como Brasil y los Estados Unidos poseen altos niveles de conocimiento sobre las dificultades ambientales que el mundo enfrenta”.
De acuerdo con un estudio realizado por la organización no gubernamental ambientalista WWF, las especies amenazadas en el Brasil (la mayor reserva de biodiversidad del mundo) suman 3.286, siendo 1.173 los ejemplares de fauna y 2.113 los de flora. Del total no hay ninguna medida humana de protección sobre 316 de dichas especies. Un 77% de los seres vivos amenazados de extinción en el país vecino de la Argentina, se encuentran en esa categoría por la degradación de sus hábitats.
Los especialistas aseguran que ya hay tecnologías y métodos que atienden las necesidades conservacionistas. Lo que falta es direccionar los recursos financieros para eso, lo que sólo será posible de lograr por medio de políticas públicas apropiadas. Habrá que ver si los negacionistas del cambio climático siguen sosteniendo que nada de esto es real.
Bullets y las cifras. El estudio de las Naciones Unidas compiló los resultados de 15.000 estudios para hacer un bosquejo de cuál es la devastación ambiental producto del desarrollo de los seres humanos en los últimos tiempos. Las principales causas y consecuencias de las acciones promovidas por la humanidad a lo largo de las últimas cinco décadas.
Entre las causas se puede mencionar que el 75% del ambiente terrestre fue severamente alterado por las acciones humanas. A esto se suma que un 66% de las áreas marinas también fueron afectadas. Un total de 60.000 de toneladas de recursos son extraídos de la naturaleza año a año en todo el planeta, el doble de lo que se quitaba en la década en el año 1980. Los especialistas enfatizan que la actividad humana deterioró un 30% de los hábitats continentales.
¿Y las consecuencias? Un millón de especies animales y de plantas están amenazadas por el riesgo de extinción. El 47% de los mamíferos terrestres recibieron el impacto directo o indirecto del cambio climático. Un 40% de los anfibios están en riesgo de desaparecer; el 33% de los corales y de los mamíferos podrían extinguirse; y finalmente (nuevamente, apenas como un resumen) un 9% de las especies terrestres no sobrevivirán a las próximas décadas si sus hábitats no son restaurados.
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