Esta semana murió Fabio Zerpa, un personaje delicioso que dedicó toda su vida a evangelizar a los incrédulos sobre la existencia de OVNIS y de vida extraterrestre, tratando de convencer al mundo de aquello que los ojos no pueden ver. Por ejemplo, que los marcianos habitan entre nosotros.
Escuchando los cierres de campaña de las PASO, tanto de Mauricio Macri como de Alberto Fernández, pensé que los políticos terrestres, que sí habitan entre nosotros, padecen algo del efecto Zerpa.
En sus discursos no hablan de fenómenos paranormales, pero más o menos. Porque así como Zerpa creía en los platos voladores, nuestros candidatos también echan mano al pensamiento mágico electoral.
No importa la evidencia del presente o del pasado. Ni lo que dicte la razón. Ni los datos concretos. Lo que ellos piden a la gente es un acto de fe: es decir, que crean en lo que no ven.
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Dice Macri, el apóstol de las redes: "No se necesitan argumentos, no es necesario dar explicaciones" (para votarlo). Puro esoterismo electoral.
Dice Alberto, el pseudo científico de la política: "Nunca más me voy a pelear con Cristina. Tienen en mí la certeza de que nunca los voy a defraudar". Un tarotista de campaña.
Alberto y Macri fueron tomados como ejemplos. Pero, en realidad, todos los candidatos se ven influenciados por este clima de época bajo el signo del zodiaco de la posverdad: la fórmula del éxito, para conseguir votos, es apelar a la emoción del electorado y a la consolidación de las creencias personales.
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En medio de tanto sinsentido, me parece que, finalmente, Fabio Zerpa logró convencerme: "Si hablo con los marcianos, jamás lo diría", admitió. Eso se llama, señores, un poco de sensatez. Quiero un presidente como Fabio Zerpa.
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por María Fernanda Villosio
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