La moda siempre cambia. La dinámica de su naturaleza es la renovación constante. Puede variar el qué (prendas, siluetas, paleta de colores) y también el por qué, cuando observa a su alrededor y expresa su época. De ahí que surjan nuevos nombres para motorizar esas transformaciones. La nueva generación de diseñadores interpreta la forma en que la sociedad está pensando. Estos son los seis creadores cuya mentalidad está dinamizando la moda.
Raf Simons. Influyó en el resto de los diseñadores, tras la renuncia a la Maison Dior, cuando advirtió que el vertiginoso ritmo de la moda ya no dejaba espacio para la creación. Lo dijo en 2015 y se volvió proclama cuando los nuevos consumidores comenzaron a valorar más los procesos, mientras la industria trataba de mantenerse a salvo a pesar del ritmo incesante. El trabajo de este diseñador belga es hermoso, sutil y concentrado en la forma; un maestro colorista que innovó la silueta. Lo hizo en 1995, al lanzar su marca de moda masculina que tradujo el estilo de los años 50 al tiempo presente. Luego potenció su nombre cuando el grupo Prada lo contrató en 2005 para dirigir la marca Jil Sander. El recorrido siguió en Dior y después, en Calvin Klein. Tras un pequeño retiro, Prada nuevamente lo convocó, ahora como co equiper de Miuccia Prada, al frente de la etiqueta italiana. Simons es amante del arte contemporáneo e hizo colaboraciones con el artista Sterling Ruby. Su visión de la juventud es personal, renueva su vigencia en cada colección y desafía las convenciones, por eso su propuesta siempre se siente moderna.
Marine Serre. Es una diseñadora francesa con las características de lo que se avizora como futuro en la moda. Consciente de su rol vanguardista, en la vidriera digital se presentó con el hashtag #FutureWear, cuando en 2017 resultó ganadora del premio que otorga el conglomerado LVMH. La sostenibilidad es parte de su lenguaje. Recicla materiales y los reutiliza para sus diseños, trabaja con estampas hipnóticas y une fuerzas en alianzas, por ejemplo, con Nike. El estilo urbano que identifica su etiqueta se divide en 4 líneas: “ready to wear”, Alta Costura, una colección dedicada al reciclaje y otra, a experimentar. Los desfiles de Marine Serre son mixtos y se realizan en el marco de la semana de la moda de París, sobre alguna calle que no distraiga con su belleza. Esta diseñadora millennial logra reinventar un vestido o un pantalón usando desde recortes geométricos hasta la técnica del patchwork, construyendo prendas con trajes de buceo o remeras viejas. Ella pertenece a una camada de diseñadores que no se esmeran por adaptarse al nuevo rumbo de la moda, porque son ellos mismos los que marcan el camino.
Christian Siriano. Su ingreso en la moda se produce al ganar el reality Project Runway. En esos inicios, en 2008, no formó parte de las corrientes del diseño que representaban la quintaesencia de New York en la época, en etiquetas como Marc Jacobs o Ralph Lauren. Pero Siriano contaba en su desfile con clientas fieles, que celebraban sus vestidos de noche. Cuando la moda como industria aceleró su transformación en la década de 2010, se volvió importante reflejar los temas que agitaban a la sociedad. En primer lugar, la inclusión. Siriano siempre mostró colecciones marcadas por la diversidad, creando prendas para mujeres de diferentes cuerpos. En 2016, alzó más que nunca esta bandera cuando la actriz Leslie Jones se quejó de que ninguna marca quisiera vestirla para el estreno del film “Cazafantasmas”. Siriano se hizo cargo de la situación y el vestido que realizó para Jones, luego formó parte de la muestra “The Body: Fashion and Physique” en el museo del FIT (Fashion Institute of Technology). Allí contó su experiencia con Moda Operandi, una tienda online de lujo que ofrece talles extra large. “Fuimos los primeros en ofrecer estos talles. Por eso decenas de marcas quiebran: no tienen ropa para muchas mujeres”. En marzo de 2020 volvió a ser protagonista cuando transformó su atelier en una fabrica de barbijos. Ante la escasez de máscaras, Andrew Cuomo, gobernador de New York, dijo que financiaría a quien pudiera hacerlas. Siriano respondió y enseguida comenzó la producción.
Pieter Mulier. Se convirtió en noticia semanas atrás al ser designado como director creativo de la Maison Alaïa, fundada en 1962. Este diseñador belga se hará cargo de la empresa fundada por Azzedine Alaïa, fallecido en 2017, famoso por sus diseños celebratorios de las curvas de las mujeres. Mulier se hizo famosos como coequiper de Raf Simons. Su trabajo es descripto como metódico y preciso y llegó a ser reconocido por el público tras el estreno de “Dior & I”, el famoso documental que registró la realización de la primera colección de alta costura de Simons en Dior. Alli, mientras Raf se veía como un puñado de nervios y llanto, Pieter era la imagen de la serenidad. El nombramiento de Mulier en Alaïa fue recibido con expectativa, tomando en cuenta la transformación que se viene en el mundo de la moda. ¿Qué hará Pieter en su nuevo puesto? Habrá que esperar para conocer su mirada sobre el legado de Alaïa, un modisto que solía presentar sus desfiles fuera de temporada y solo cuando tenía algo que mostrar. Alaïa, además, creaba la ropa junto a sus clientas, del encuentro surgía el boceto y luego llegaban los diseños. “Siento admiración y responsabilidad, trataré de llevar adelante su legado, de celebrar la feminidad y colocar a la mujer en el corazón de la creación", declaró Mulier.
Jacquemus. "Mi nombre es Simon Porte Jacquemus y me encanta el azul, el blanco, las rayas, el sol, las frutas, la vida, la poesía, Marsella y los '80". Así se presenta el diseñador emblema de la generación de Instagram, cuya marca ya está valuada en más de 20 millones de euros. Jacquemus tiene 31 años y su etiqueta 12. Para celebrar la década, puso una pasarela rosa en los campos de lavanda de la Provence, que se viralizaron en las redes sociales: las imágenes parecían más obras de arte que looks de un desfile. La siguiente primavera repitió la épica pero en un campo de trigo. Jacquemus sobresalió porque supo hacer un buen uso de las plataformas digitales. No innova en las siluetas ni se destaca por sus prendas: son los accesorios los que impulsan su negocio. Un mini bolso de 8,5 cm. por 5 cm. (que cuesta 400 euros) para enviar como souvenir, se convirtió en el producto más vendido de su tienda. Lo llamó “Le Petit Chiquito” y luego lo amplió a otros tamaños. También tuvo éxito con un maxi sombrero de paja llamado “La bomba”. “Estoy obsesionado por el equilibrio de la silueta", dice este diseñador, consciente de la importancia de la imagen para generar deseo y concretar compras.
Alessandro Michele. Los nuevos directores de las casas de moda más tradicionales lograron el éxito, cuando consiguieron que la vieja estructura se pusiera a tono con la actual conversación del mundo fashion. Pasó con Dior y el ingreso de Maria Grazia Chiuri, en Valentino con Pierpaolo Piccioli, en Louis Vuitton con Nicolas Ghesquière y Virgil Abloh y en Balenciaga con Demna Gvasalia. Pero el caso más resonante es el de Gucci. Alessandro Michele trabajó de manera anónima durante 12 años en la maison italiana hasta que, en 2015, fue nombrado director creativo. Su trabajo fue tan importante que logró revitalizar el legado y las finanzas de una etiqueta que estaba al borde de la bancarrota. Alessandro mezcló estilos, miró el pasado con la lente del presente y en seis años resignificó el ADN de la centenaria casa florentina. Michele logró que Gucci conectara con el momento cultural de la época y que el consumidor se identificara con la nueva estética, convirtiéndola en un símbolo de pertenencia. Al mismo tiempo, se transformó en el diseñador más influyente de la última década.
Lorena Pérez es editora de Bloc de Moda.
También te puede interesar
por Lorena Pérez
Comentarios