Hace rato que dejaron de ser simplemente un punto de reunión. De un tiempo a esta parte, los paradores de playa se sofisticaron y redoblaron la apuesta: ahora no solo ofrecen menú de día, espacio de recreación y reposeras, sino que despliegan gastronomía de autor, iniciativas de wellness y también propuestas nocturnas. De simples espectadores, pasaron a referentes activos que marcan y acompañan el ritmo del verano. A continuación, un repaso por algunas de las mejores propuestas en la zona que comprende Cariló, Pinamar y Costa Esmeralda.
Eje gourmet
En Avenida del Mar y Odisea, Rada Beach se encuentra en un enclave calmo de la costa de Pinamar Norte. De espíritu relajado, ya va por su novena temporada y cuenta con 150 carpas, 30 sombrillas y sombrillones y un restaurante con un menú a base de productos de estación. “Entendimos que nuestros clientes necesitaban encontrar todo en un mismo lugar. Por eso, desde que llegan los sorprendemos con un welcome kit, luego pueden disfrutar de las clases de yoga, stretching o entrenamiento funcional, por la tarde de un exclusivo masaje en el área de relax, y todo acompañado de la mejor gastronomía y entretenimiento para los más chicos”, detalla Walter Zenobi, socio del emprendimiento.
Por las noches, en tanto, el parador tampoco pierde vigencia. En estos días se llevó a cabo el evento “Cocina de encuentro”, en el que se fusionaron los estilos de los chefs Lelé Cristóbal y Pedro Demuru en un menú de cinco pasos con productos locales como protagonistas y un maridaje con vinos de Luigi Bosca. En fechas anteriores han cocinado referentes como Donato de Santis, Felicitas Pizarro, Santiago Giorgioni y Florencia Rodríguez. Y el próximo 20 de enero habrá otra cita: la celebración Dinner White invitará a una noche con música en vivo, baile y buena gastronomía frente al mar, con la consigna de vestirse enteramente de blanco y superar los 35 años, una iniciativa muy apreciada por el público de la zona y que ya va por su tercera edición.
Si tuviera que definir el clima de esta temporada, Zenobi diría que hay un relax general. “La gente viene más relajada y con otra actitud respecto al año pasado. Se ven muchas personas leyendo y mucha juntada de mate”, apunta. También rescata el gran movimiento gourmet: “tuvimos las cenas de Navidad y Año Nuevo todas reservadas y el restaurante está funcionando a razón de 400 cubiertos todos los días. Vemos que la gastronomía de calidad es muy requerida”.
Hacia Cariló, Hemingway es un clásico de la zona que también le pone énfasis a su propuesta de cocina. Además de ofrecer los hits infalibles de la playa durante todo el día, como rabas, tortillas o bastones de muzzarella, extienden su propuesta a la noche, invitando a cenar con vista al mar. Aquí es posible tentarse con una paella valenciana de los mariscos más frescos, chipirones grillados, raviolones de bondiola, mollejas selladas con tomate cherry, papines y hongos o un risotto azafranado de camarones, entre otras opciones. Para beber, los clericó suelen ser buena decisión.
En cuanto a las actividades que ofrecen, cuentan con yoga de jueves a martes por la mañana y animación para los más chicos, asegurando el descanso a los padres.
También en Cariló, Divisadero Club de Mar se dio el gusto de convocar a un lugareño de renombre: Tato Giovannoni aporta su toque en Zur, el restaurante de la casa, de cocina “costeña” y coctelería de autor. Abierto durante el día y asimismo por la noche, combina la frescura de los ingredientes del mar con lo mejor de la gastronomía peruana.
Por fuera del restaurante, el parador ofrece pileta, juegos para chicos, carpas y sombrillas, canchas de voley y un patio especial para recibir mascotas.
Atardeceres y amaneceres
Unos kilómetros hacia el norte de Pinamar se encuentra Costa Esmeralda, el barrio privado más grande de la zona. Tanto, que dentro cuenta con tres balnearios propios que también marcan su agenda y estilo.
En Punta Norte, ubicado en el extremo homónimo, comenzaron la temporada renovando la carta, tanto de día como de noche. “La propuesta para la noche es bastante más elaborada y exclusiva, con una cocina 100% de autor. El ambiente es relajado, bien iluminado y musicalizado”, describe Fernando Laborde, dueño. La actividad nocturna funciona de miércoles a domingos, aunque también hay ciclos por la tarde para acompañar la caída del sol, como sesiones de música en vivo con bandas o DJs, complementadas con happy hours. “Constantemente estamos mirando las tendencias gastronómicas de todo el mundo y viendo cómo podemos implementarlas, aunque también buscamos un equilibrio con los clásicos”, apunta Laborde.
Dentro del mismo barrio, Amarras es otro parador que convoca a los vecinos. Aquí las clásicas carpas mutan en gazebos de madera con camastros, permitiendo mayor espacio entre uno y otro, y puede recibirse en el sector la oferta gastronómica del lugar, que opera bajo el restaurante Palma, un bistró de playa que debe su nombre al chef Santiago Palma (y que está abierto todo el año, no solo en verano). La premisa es la cocina mediterránea con productos de estación, carnes y pescados, y también hay servicio de noche con cenas de pasos, degustaciones y encuentros temáticos.
Esta temporada los atardeceres son amenizados con sets de DJs desde los miércoles hasta el domingo, y los viernes y sábados también hay after dinners, siempre en alianza con diferentes marcas de bebidas.
Pero no todo es comer y beber. En esta zona de la costa también hay espacio para conectar con el cuerpo y una veta más espiritual. Así lo proponen en el sector de la Playa Deportiva del barrio, en el parador Cabo Suelto, donde se realizan clases de yoga, meditación y sungazing a las 5:30 de la mañana, para apreciar en todo su esplendor la salida del sol y la energía que aporta en esos momentos. La próxima cita será el domingo 19. Aunque para aquellos que no quieren madrugar tanto, los martes, jueves y sábados hay clases de yoga a las 8.30 en el sector Deportivo. Otras opciones son clases de zumba, entrenamiento funcional, juegos de strike 360 y torneos de voley, fútbol, tocata, tejo y truco.
Ir a la playa ya no es simplemente cuestión de elegir el mejor lugar donde acomodar la reposera. Elegir el parador en el que quedarse también abre la puerta a todo un mundo de experiencias que pueden marcar el paso de la temporada.
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