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CULTURA | 23-09-2019 16:12

Literatura: el turno de Margaret Atwood

Producto típico de la época, “El cuento de la criada” alterna secuelas en papel y streaming, convertido en símbolo mundial contra el patriarcado.

La novela de Margaret Atwood, “El cuento de la criada”, es emblemática en muchos sentidos. No sólo por su capacidad de revivir y transformarse en un símbolo, 32 años después de su publicación; sino también porque convertida en serie marcó un hito en los nuevos modos de hacer y consumir ficción.

En 2017, se estrenó la versión televisiva “The Handmaid's Tale” creada por Bruce Miller, con Elisabeth Moss en el rol protagónico. El éxito fue tal (arrasó con los Premios Emmy de ese año) que la continuación estuvo garantizada. En 2019, hace pocas semanas, vimos en la Argentina la tercera temporada y la cuarta ya se anuncia para el año que viene. Cabe aclarar que la historia había tenido adaptaciones al cine -escrita por Harold Pinter y dirigida por Schlöndorff- y al teatro, pero ninguna con tanto suceso como la serie.

A esta altura, la “criada” de Atwood, con su cofia blanca y su hábito rojo ha trasmutado en símbolo de la lucha de las mujeres por la igualdad y la no violencia. En la Argentina, particularmente, es un ícono para quienes están a favor del aborto legal. Hace pocos días, en una entrevista con The New York Times, Atwood declaró, “usar la vestimenta de las criadas como mecanismo de protesta es algo genial. No te pueden expulsar del recinto, porque no estás causando alboroto y tampoco estás necesariamente verbalizando algo, pero eres muy visible y todos entienden a qué te refieres”.

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El último capítulo de esta saga de ficción y feminismo es la publicación hace tan sólo unos días de “Los testamentos” (Salamandra), la nueva novela de Atwood; que continúa el relato allí donde lo dejó “El cuento de la criada”. El sólo hecho de que la autora decidiera, 32 años después, continuar con una historia tan lejana a su producción actual, puede atribuirse al clima de interés generado por el show de TV. Las expectativas que despertó esta secuela literaria fueron increíbles. El libro se lanzó en Londres el 10 de septiembre con un festival en su honor y cientos de fans vestidos de rojo y blanco. Por si esto fuera poco, “Los testamentos” ya está nominada al Man Booker Prize, uno de los galardones más prestigiosos de la literatura en inglés que se entrega a mediados de octubre. ¿Su mayor competidor? Salman Rushdie y su nueva novela, “Quichotte”, inspirada en el Quijote de Cervantes.

Relatos. Aunque seguramente muchísimos saben de qué trata esta historia tan popular, no está de más recordar los datos fundamentales de la trama. En un futuro distópico, mujeres y hombres tienen grandes dificultades para engendrar hijos. De algún modo, alrededor de esta problemática, una revolución en los Estados Unidos pone en el poder a una élite de carácter religioso conservador, en una dictadura que somete a las mujeres fértiles a parir hijos para la clase dominante. Las criadas son esclavas dentro de una estructura matrimonial. Violadas por el “amo”, el abuso es legitimado por la presencia de la esposa. Despojadas de sus hijos, si logran tenerlos, son asignadas a otras familias.

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La porción de relato que abarca la novela respecto de la serie televisiva, cubre tan solo una parte de la primera temporada. La segunda y la tercera completas son producto de la imaginación de los guionistas. Atwood ha repetido muchas veces que tiene voz pero no voto en cuanto a la historia. Es decir, puede sugerir un camino (por ejemplo, se negó a que desapareciera la figura de Tía Lydia, entrenadora de las criadas) pero a la hora de la verdad, los guionistas hacen lo que quieren, o lo que mejor se acomoda a las necesidades del medio visual.

Lo novedoso con respecto a esta historia es que marca una tendencia firme en la relación de la literatura con las series. Cada día hay más experiencias de éxito en el traslado de novelas al formato de episodios propio del streaming. Algunos títulos resonantes dan prueba de ello: “Juego de tronos”, con libro original de George R.R. Martin; “Outlander”, basado en la saga de Diana Gabaldon; “Big Little Lies”, sobre el bestseller de Liane Moriarty; “La maldición de Hill House” inspirado en el clásico de terror de Shirley Jackson y muchísimos más. Otra novedad, en sentido contrario, refuerza esta relación. Grupo Planeta acaba de cerrar un contrato con Netflix para crear libros basados en sus series. Los primeros relatos que pasarán a ser literatura serán “La casa de papel”, “Élite” y “La casa de las flores”.

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Pero la evolución de “El cuento de la criada” coloca la cuestión un paso más allá: la novela se traslada al streaming y el streaming se continúa con otra novela. Según declara Atwood en el epílogo de “Los testamentos”, la secuela surge de una pregunta que le hacían insistentemente los lectores: “¿Cómo cayó Gilead?”, la nación creada por el fundamentalismo. A llenar los huecos que dejaron las narraciones anteriores se dedica esta nueva ficción, escrita en los intersticios de los relatos previos.

Trama. Seguramente, a Margaret Atwood, a punto de cumplir 80 años; le divirtió jugar este juego de postas narrativas. Autora de cerca de 50 libros entre novelas, colecciones de poemas y ensayos, ha recibido los premios más prestigiosos de su país, Canadá, y es una eterna candidata al Nobel. No necesita fama ni dinero y cuando se le pregunta por su próxima obra, apunta con ironía que no cree tener tiempo de escribirla.

Un dato que sí la emociona es que sus criadas se hayan transformado en un símbolo para las mujeres. Un triunfo que, además, anota un tanto en las alicaídas filas de la literatura, tan raleada por las nuevas formas de la ficción. Algo que nos recuerda que en la cultura escrita pueden todavía gestarse las mejores lecturas del clima social.

¿De qué trata “Los testamentos”? De aportarnos detalles de la organización y la vida cotidiana dentro y fuera Gilead. Las voces cantantes son la de Tía Lydia -el personaje que fascina a Atwood por su convicción para traicionar al género-, la de una niña huida de Gilead y la de otra niña, hija de una criada, adoptada por una “esposa”.

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Entre la primera novela y la segunda, hay un enorme cambio de tono. Del soliloquio poético y minimalista de Defred en el texto original a una narración rápida y plena  de datos en las mujeres de “Los testamentos”. Pero Atwood es siempre Atwood: una autora sensible, capaz de denunciar de la  manera más original, las sutiles formas de opresión que podrían aún someter a las mujeres.

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Adriana Lorusso

Adriana Lorusso

Editora de Cultura y columnista de Radio Perfil.

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