A principios del 2020 mi año ya estaba planificado: iba a terminar de cursar la facultad y después me iba a ir de gira a Perú con una obra, tenía varios estrenos en vista, recién volvía de vacaciones y tenía muchas ganas de arrancar a dar clases de actuación nuevamente. Empezó el aislamiento y se cancelaron todos los proyectos, me encontré terminando la diplomatura en dramaturgia de la UBA en soledad con mi gato por Zoom, algo que resultaba impensado. Javier Daulte, nuestro profesor del taller de escritura, se puso al hombro la cursada a pesar del contexto que estábamos atravesando. Tener esos encuentros semanales fue una especie de salvavidas. Como disparador para arrancar nos propuso escribir aquello que nos gustaría ver en teatro. La consigna tenía un tinte nostálgico ya que los teatros estaban cerrados y había tenido que suspender todo, incluso la gira. En ese momento lo único que quería era que los teatros estuvieran abiertos y que se terminara esa pesadilla. Escribí una carilla a partir del recuerdo de una fiesta a la que íbamos con mis amigos y amigas: una fiesta por el Abasto donde pasaban música de los 80s y 90s. El lugar, más precisamente, es el Uniclub, un lugar donde seguramente gente de mi edad y no tanto lo recuerde por sus recitales y sus diversas fiestas.
Y así es como nació “Laberinto”: una especie de homenaje a esas noches y especialmente, un homenaje a mis amigos. Escribir sobre nuestros recuerdos compartidos fue una manera de tenerlos cerca en medio del aislamiento.
El procedimiento escritural fue clave en la construcción de la obra: se trata de monólogos entrecruzados de tres personajes que entablan un triángulo amoroso, donde se ponen en manifiesto sus pensamientos, como si pudiéramos estar dentro de sus cabezas. De alguna manera fue como si la soledad a la que estaba forzada me hubiese llevado a escribir personajes que no dialogan entre sí, personajes que están solos, neurotizándose de manera frenética. Al mismo tiempo no es casual que la obra adquiriera un formato más bien narrativo, en ese momento pensar en escribir una obra de teatro me resultaba algo muy alejado, el teatro parecía estar obsoleto. “Laberinto” es un reflejo de mi generación y su manera de vincularse: pertenezco a una generación bisagra donde todavía operan algunos mandatos de la familia y la idea del amor romántico, pero también está influenciada por nuevos paradigmas que establecieron las generaciones más jóvenes alrededor de las relaciones amorosas. Además, la obra intenta reflejar la ansiedad y el laberinto mental al que nos someten las redes sociales y la constante comunicación por celular.
“Laberinto” es una obra de teatro y un podcast. Ni bien terminé de escribirla, Sol, una compañera de la facultad la leyó y me dijo “esto es un podcast”. De ahí empezó a crecer la idea de producirla en ese formato. Lali Fischer, la productora de la obra, me pasó una convocatoria de Proteatro y en dos días demenciales armamos la carpeta. En ese momento llevar la puesta a escena parecía imposible porque seguía todo cerrado, así que ese formato le calzaba justo a la obra. Salió el apoyo económico y empezamos a ensayar, primero en Zoom y después en plazas, con barbijo, distancia, niños jugando a nuestro alrededor, vendedores ambulantes, clases de gimnasia y música al palo de fondo. Las condiciones no eran las mejores, pero la satisfacción de volver a encontrarnos y trabajar era inmensa. Terminamos de grabar el podcast en diciembre, las restricciones habían cambiado y empezaban a abrir los primeros teatros. Ahí nos propusimos estrenar en febrero, faltaba un mes y medio. Entendimos que era una locura hacerlo tan rápido (normalmente en teatro independiente los tiempos son más largos) pero era la única manera de hacer la obra antes de que viniera el siguiente aislamiento. Se sabía por cómo estaban atravesando en Europa la nueva ola que era muy probable que cuando viniera el frío iba a haber otro pico de casos. Así que ensayamos todo el verano y estrenamos.
“Laberinto” puede verse en Moscú Teatro (Ramirez de Velasco 535, CABA) los viernes a las 21.30hs y las entradas arrancan desde los $300.
El Podcast “Laberinto” puede escucharse en Spotify.
Julieta Timossi nació en 1990. Es actriz, docente, escritora y directora. Egresó de la carrera de actuación de la Escuela Metropolitana de Arte Dramático y estudió en la Diplomatura en Dramaturgia del C.C. Paco Urondo de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Actualmente realiza como actriz funciones de “El amor es un bien” de Franscisco Lumerman en el Metropolitan Sura, también trabajó en “Poema Ordinario” de Juan Ignacio Fernández, “El gato no vuelve a casa” de Nahuel Martinez Cantó, entre otras. Su obra “La resurrección del deseo jubilado” fue premiada en el concurso Poor Connection, una articulación entre la UBA y el Institute of Modern Languages Research (University of London).
También te puede interesar
por Julieta Timossi
Comentarios