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CULTURA | 18-06-2023 08:53

Jorge Luis Borges y su antiguo despacho de la Biblioteca Nacional

La puesta en valor del edificio de la calle México rescata la importancia de la institución en la obra del escritor. Cómo se restauran las que fueron sus oficinas.

Las oficinas que ocupó Jorge Luis Borges durante el período en que fue director de la Biblioteca Nacional, son objeto hoy de intensas tareas de recuperación y puesta en valor. El edificio de la calle México 564, en el barrio de San Telmo, que comenzó a funcionar como sede de esta institución en el año 1901, fue destinado a otras funciones a partir de 1992, cuando la Biblioteca se trasladó al predio donde se encuentra actualmente. Esto supuso el abandono del edificio y, junto con él, el deterioro estructural y el desgaste de objetos y espacios de enorme valor histórico.

Biblioteca Nacional

Días pasados, el Ministro de Cultura, Tristán Bauer, acompañado por el actual director de la institución, Juan Sasturain, y la secretaria de Patrimonio Cultural, Valeria González; visitó el lugar junto a un grupo de periodistas para mostrar los avances de la obra que se realiza en conjunto con el Ministerio de Obras Públicas. Ambas carteras destinaron fondos por $ 352.312.328, para la recuperación esencial de la antigua sede, comenzando por la restauración de las fachadas, el saneamiento de los sistemas pluviales y la recuperación de todas las instalaciones eléctricas y sanitarias.

Tristán Bauer

“Cuando asumí en mis funciones vine a ver la situación de la Biblioteca y me sorprendió su estado -relató Bauer, durante la visita-. Saqué un par de fotos y le conté al Presidente, que me dijo que comenzáramos a trabajar inmediatamente. A los pocos días vinimos con el ministro Gabriel Katopodis. Se hicieron los estudios, se llamó a una licitación para realizar la obra estructural y nosotros, desde Cultura y la Biblioteca, nos pusimos a trabajar en el espacio Jorge Luis Borges”.

La dirección más famosa

El más célebre director de la Biblioteca, sin dudas, fue Jorge Luis Borges, que ocupó este cargo entre 1955 y 1973, cuando el inminente advenimiento de un nuevo gobierno peronista lo decidió a apartarse de sus funciones.

Puerta del despacho de Borges

El espacio físico donde Borges trabajaba incluía las salas de dirección y subdirección y las respectivas secretarías, en el primer piso. Estas salas, una vez restauradas, estarán abiertas al público y allí también funcionará el Centro de Estudios y Documentación Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional (Centro Borges), un prestigioso departamento de consulta y trabajo sobre los documentos y libros que pertenecieron al escritor. Germán Álvarez, el investigador que junto a Laura Rosato se encuentra al frente de este Centro, explica a NOTICIAS que este espacio fue muy querido por Borges, fascinado por la idea de ocupar el mismo despacho que Paul Groussac, personaje fundamental para la institución, un escritor ciego como él, que la dirigió durante casi medio siglo.

Profesionales de todas las especialidades trabajan hoy en la puesta en valor de las antiguas oficinas: ebanistas, tapiceros y expertos en metales, textiles, papeles y pinturas. Un equipo que junto a los que restauran el estructura general, suma alrededor de 30 personas.

Restauración del despacho de Borges.

Gran cantidad de muebles originales están en proceso de recuperación, entre ellos, el famoso escritorio en forma de herradura que mandó a construir Paul Groussac cuando comenzó a perder la vista y que permaneció para siempre en la oficina del director. Una serie de fotos realizadas por Sara Facio a Borges junto a este mueble, lo transformaron para siempre en el “escritorio de Borges”. También se está restaurando el reloj de pie, patrón de todos los que funcionaban en las salas de la Biblioteca.

Reloj Biblioteca Nacional

Cielorrasos originales, boiserie, empapelados de la época, aberturas y pisos están sometidos hoy a un proceso de renovación, que sigue los estándares en uso en la restauración de bienes patrimoniales.

Se trata de una obra esencial para recuperar el lugar de trabajo de uno de los escritores más importantes del mundo, fundamental dentro de la tradición literaria de los argentinos.

El bibliotecario

Pocos edificios, como el de la Biblioteca Nacional, simbolizan las pasiones que inspiraron a Jorge Luis Borges. Su “Poema de los dones” es, tal vez, el más famoso de sus textos dedicados a este ámbito que representó su “paraíso”. Hasta contempló la idea de vivir en el edificio, como lo hicieron otros directores antes que él. El vicedirector de la institución, José Edmundo Clemente, lo hizo desistir de la idea, alegando que la construcción tenía muchas escaleras y resultaría muy incómoda para su madre.

Borges

“Según cuenta uno de sus sobrinos, Borges se levantaba al mediodía, se daba un baño y tomaba el subte con rumbo a la Biblioteca -cuenta Germán Álvarez-. Seguramente venía pensando algún poema por el camino y se lo dictaba a sus secretarias. Tenía dos, una de ellas bilingüe. Él trabajaba en la sala con ellas. El despacho de director lo usaba para dar entrevistas, clases o cursos. Empezaba a ser un escritor muy famoso y a poner esta Biblioteca en el mapa mundial”.

Borges

Borges ya estaba ciego cuando asumió su cargo, por eso, solo se encuentra su firma en documentos oficiales de la institución. “Pero él traía sus libros para trabajar o tomaba ejemplares de la colección y esos volúmenes, escritos en los márgenes por él, son hoy muy valiosos para entender su trabajo como lector”, dice Álvarez.

En la Biblioteca, Borges revisó su obra completa, eliminó varios libros y corrigió muchos de los que había escrito. También, creó textos como “El oro de los tigres” o “El hacedor”, libros de poemas o de relatos breves, mucho más sencillos de componer para él a causa de su ceguera. “El 'Libro de Arena' de 1975, es su gran homenaje a la Biblioteca, de la que Borges se retiró muy apenado. Allí aparece el escritorio en forma de U, en un cuento, como una mesa de cirugía, e incluso, habla de un 'libro monstruoso' que esconde en los sótanos de una biblioteca”, cuenta Álvarez.

Reparación Biblioteca Nacional.

Cargo político como pocos en el mundo cultural, el director de la Biblioteca Nacional se convierte, en los distintos gobiernos, en algo así como un representante del universo ideológico del poder. Borges había llegado a la dirección con la Revolución Libertadora y el peso de su prestigio lo mantuvo casi dos décadas en el cargo. Incluso, el peronismo, a través de Arturo Jauretche, quiso hacer contacto con él para mantenerlo en funciones, en 1973, pero él se negó a un encuentro.

A partir de ese año, convertido en celebridad mundial, su vida fue una sucesión ininterrumpida de viajes, conferencias, entrevistas y charlas. El Centro Borges se encuentra hoy, justamente, trabajando en la recopilación y análisis de esas conferencias de sus últimos años.

“Borges fue la metáfora de la biblioteca, según lo definió José Edmundo Clemente. Es su figura la que ha hecho de esta institución un mito”, concluye Álvarez.

Que la “ciudad de libros” que consagró el escritor perviva y se sostenga, debería ser voluntad de todos. Es de esperar que las próximas administraciones culturales, sean del partido que fuere, continúen lo hecho hasta aquí. Ojalá las miserias de la grieta no priven a argentinos y extranjeros del recuerdo imborrable de Borges.

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Adriana Lorusso

Adriana Lorusso

Editora de Cultura y columnista de Radio Perfil.

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