El vigor del recorrido en la muestra “Del cielo a casa. Conexiones e intermitencias en la cultura argentina” presentado en Malba, a sesenta años de la primera muestra de diseño en la Argentina (CIDI, 1963) y en coincidencia al 40 aniversario del regreso de la democracia en el país, es la prueba de un contrapunto extenso y rico en diálogos. La muestra puede visitarse hasta el 12 de junio próximo y consta de unas 600 piezas entre algunas obras de arte, una profusión de objetos del diseño y la moda, de la creatividad aplicada a resonantes inventos, entre algunas identidades corporativas y campañas publicitarias inolvidables, y mucho más para descubrir.
Abarcando tres grandes zonas: la identidad del territorio, el diseño por fuera de los cánones y las vicisitudes políticas, sociales y económicas de nuestro país, el recorrido se articula con grupos de diversidades varias, asociados sin cronología ni jerarquías, sin distinción de disciplinas intentando transgredir los límites del uso y difuminando las fronteras entre arte y diseño. Cargado de cosas que alguna vez vimos o usamos, dan cuenta de una temporalidad que remarca ciertos puntos de inflexión en nuestra vida social e institucional, por lo que es singular la cantidad de conversaciones que dispara en el público asistente.
Recorrido
Es recomendable recorrerla despacio y en compañía, pues el equipo curatorial multidisciplinario apostó por ofrecer una mirada etnográfica sin línea de tiempo ni especificidades temáticas absolutas, por lo que se multiplican los guiños propuestos por Adamo Faiden, Leandro Chiappa, Gustavo Eandi, Carolina Muzi, Verónica Rossi, Juan Ruades, Martín Wolfson y Paula Zuccotti. La puesta en sala está configurada por algunos tabiques y ladrillos para construcción en seco apilados para levantar bases que tanto pueden soportar un auto modelo 60 como un viejo expendedor de nafta de YPF. Los bloques son una innovación fabricada en la provincia de Tucumán y dan marco a una serie de constelaciones temáticas.
Sin una sugerencia de inicio “Argentum” parece abrir un recorrido que evoca la promesa incumplida fundacional sobre el metal que los conquistadores buscaron río abajo. Cerca, “Cuerpo” es un segmento donde éste está interpretado desde una noción científica y vanguardista, con actividades y funciones. Allí destaca la figura de Gerardo Clusellas (1929-1973), un innovador considerado el primer ergónomo quien le concedía al diseño el alcance de ‘cosas para la vida’.
En “Campo” se desarrollan la multiplicidad de climas y paisajes que nuestro territorio tiene: la pampa fértil, la región andina, la mesopotámica y la mismísima Antártida, que a nosotros nos queda más cerca que a nadie. Mientras en “Hogar” se multiplican las ideas sobre el ascenso social y la promesa de una vida confortable disfrutando de la casa propia, que resguarde las memorias de la vida familiar. Para “Avanzada” se proponen algunos ensanches de horizontes que el ingenio, el tesón y el oficio han dado a nuestro país, desde la insustituible birome hasta el sifón Drago. En “Veraneo” se asocia la pasión por incorporar el concepto de empezar el año nuevo como vida nueva, que incluye la escapada a los balnearios, atractivo notable a partir de los años 50’.
Los objetos
La idea del museo fue convocar a pensar nuestra historia en uno de los aniversarios más valiosos que podemos detentar como pueblo, que son los 40 años transcurridos desde la recuperación democrática. Por esto es interesante ver la colaboración entre los artistas Pablo Ungaro y Florencia Thompson, asociados a organismos de Derechos Humanos de La Plata, quienes crearon marcadores urbanos de las personas asesinadas o secuestradas en distintos lugares de la ciudad, entre los años 1976 a 1983. A las baldosas típicas se les agrega un destaque, un cuadrado esmaltado en blanco brillante donde cerca de la foto resaltada, cada familia superviviente elige un texto que acompaña. Se reconoce en el recorrido que ‘estos señalamientos dibujan una cartografía de la tragedia histórica sobre la superficie de la ciudad’.
En “Argentum” hay que demorarse por el valor simbólico y lo curioso de los agrupamientos que van, desde un modelo a escala gigante de un stent, innovación desarrollada en agosto de 1988 por el médico argentino Julio Palmaz, que se utiliza en todo el planeta para mantener abiertas las arterias coronarias, después de destaparlas; a un disco del rapero Wos editado el año pasado, ‘Oscuro éxtasis’, con sillas hechas con tubos, más una parrilla de automóvil y mates artesanales en metal.
Artefactos que han impregnado infancias como el Magiclik con forma de pistola o los modelos de radios ‘Siete Mares’ de onda corta y larga que permitían rastrear emisoras del mundo que daban otras noticias, un espacio buscado en plena Guerra de Malvinas. Un imperdible destaque a Lucrecia Moyano con una foto de 1934, donde se la ve en plena acción maniobrando con guantes de amianto frente a los maestros vidrieros en la Fábrica Rigolleau, donde trabajó durante 30 años al frente de la dirección artística.
Se destaca que Lucrecia expuso en el MET de NY en 1959 y fue premiada internacionalmente por su oficio en el moldeado de vidrio. Las búsquedas de Bonet, Juan Kurchan y Ferrari Hardoy para pensar la silla BKF en los planos y su comunicación en las revistas especializadas. La silla Charcot Chair (2022) de Vicente Grondona hecha con tubos de acero inoxidable y un cuerpo hecho de carbón de quebracho blanco, que se asocia a la Antártida, continente de subsuelo mineral cubierto por el hielo y la nieve la mayor parte del tiempo, junto a indumentaria de última generación hecha en el país con la que se puede soportar el clima.
El diseño gráfico de los 60 estuvo asociado al Instituto Di Tella y su Departamento de Diseño Gráfico creado en 1963, para otorgar identidad visual a las comunicaciones institucionales y diseñar las piezas gráficas que sirvieran para difundir las actividades de los otros centros. Juan Carlos Distéfano –artista plástico y diseñador gráfico– se encargó de este Departamento incorporando ideas del diseño suizo y de la publicidad de la Escuela de Nueva York y fue el primer espacio argentino en el que se desarrolla el diseño gráfico de manera profesional y de donde surgen nombres como Rubén Fontana, Juan Andralis, Norberto Coppola, Carlos Soler y Juan Carlos Indart.
La pelota pulpo fue una idea que desarrolló el técnico de Pirelli Gerildo Lanfranconi, especialista en moldes y matrices quien buscaba una alternativa barata a una pelota recreativa que no fuera de cuero, pero sí resistente. Originalmente eran de un solo color, luego se le agregaron las bandas blancas características. El artista Daniel Joglar hizo su magia con una cantidad de ellas en diferentes tamaños que ubicó como móvil en el ángulo del segundo piso, un espacio lleno de transparencias donde la luz externa la hace lucir como una trama dinámica.
por Pilar Altilio
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