Saturday 18 de May, 2024

ECONOMíA | 04-05-2024 08:53

Ganancias: ahora, todos pagan

Las modificaciones en el Impuesto a los Ingresos bajan el piso y terminan incluyendo más contribuyentes, pero con menor alícuota.

El Estado presente requiere de recursos para desplegar su actividad. El Estado mínimo también, aún para concentrar sus esfuerzos en el foco elegido para asentar su autoridad. El tironeo de la búsqueda de fondos y la reticencia de los contribuyentes a pagar, siempre planteó una batalla fiscal con idas y vueltas agudizadas en los últimos años por dos fenómenos. Por un lado, el crecimiento de los gastos que el Estado solventa; por otro, el agotamiento de las otras dos fuentes de financiamiento público: el endeudamiento (por una cuasi cesación de pagos) y la emisión monetaria.

Todos sacan, ¿quién pone? Asumiendo que pagar impuestos no es algo espontáneo para el ciudadano, los economistas encontraron que el menos malo es aquel que grava los ingresos de los ciudadanos porque está en relación con lo que genera y es la manera más efectiva de construir una progresividad impositiva: proporcionalmente pagan más los que más ganan. Lógica irrefutable, hasta que las distorsiones entran en escena. La primera, la inflación que trastoca la estructura impositiva que los legisladores habían diseñado, al dejar fijos parámetros a partir de los cuales se disparan las alícuotas (crecientes) del tributo. La segunda, la necesidad de más fondos que, favorecido por un dinamismo en la nominalidad económica, genera la necesidad de establecer anticipos, demoras en las devoluciones y las dificultades adicionales para descargar gastos o establecer criterios de equidad, principio que muere cuando nace la voracidad del Tesoro.

Que no se note. Este periplo acelerado hacia la arbitrariedad fiscal en la que la economía argentina se encaminó hace al menos medio siglo, tuvo un capítulo paradójico el año pasado. A instancias del entonces candidato presidencial Sergio Massa, pero en su rol de ministro de Economía obtuvo la aprobación del Congreso (incluso con el voto positivo de su rival del balotaje, Javier Milei) para elevar el piso mínimo para el pago del impuesto a las Ganancias para los trabajadores en relación de dependencia que se estableció en 15 veces el salario mínimo vital y móvil.

Además de un oportunismo electoral, Massa fue un apóstol del argumento que “el salario no es ganancia”, una línea también seguida por la CGT, sobre todo por los gremios con mayores ingresos que pretenden desterrar dicho tributo.

Argentina se convirtió, con la virtual erradicación del impuesto (sucedido por otro concepto “cedular” o a las “altas rentas”) que casi 900.000 contribuyentes dejaran de pagarlo, a contramano de lo que las democracias van obteniendo: la generalización del impuesto sobre los ingresos personales para simplificar el esquema tributario y concentrar allí la presión tributaria, reduciendo o eliminando otros más distorsivos. En América latina, Argentina pasó a ser una especie de paraíso fiscal para los asalariados VIP. Mientras el mínimo no imponible promedio de la región estaba el año pasado en un valor igual 1 PBI por habitante (0,4 veces era el promedio de los países ricos de la OCDE), en Uruguay era 0,5; en Brasil, 0,6 y en Chile 0,7. Pero nuestro país pasó al 2,1 veces en 2023 y 3,5 veces con las distorsiones acumuladas de 2024. Estos datos surgen de un muy detallado informe que produjo un equipo de trabajo del IERAL bajo la dirección del economista Marcelo Capello como insumo para la ardua discusión legislativa. “Entre los objetivos subyacentes aparecen el recomponer, al menos parcialmente, los ingresos fiscales perdidos por la reforma del año pasado, y abordar algunos de los aspectos más debatidos sobre este tributo, como son el ingreso desde el cual se comienza a pagar, su progresividad y las reglas para actualizar sus parámetros”, subraya el documento.

Los cambios. El tributarista Santiago Sáenz Valiente se pregunta si la reforma impositiva en curso se transformó en inevitable por las múltiples distorsiones e inequidades generadas por el anterior régimen. “Lo que planteó Sergio Massa en septiembre pasado para fijar un límite absoluto de $2 millones y luego $2,4 millones de salario bruto es irracional, porque no considera los aspectos particulares de cada empleado. Trabajadores somos todos, pero a los autónomos les pega mucho más fuerte porque el piso es más bajo y siempre se argumentó que los autónomos les resultaba más fácil evadir, una explicación preocupante”, enfatiza.

 A su juicio, lo que se está haciendo ahora es volver al régimen original como método: establecer un mínimo no imponible lógico, a partir del cual aparecen las deducciones por hijos, personas a cargo, servicio doméstico, créditos hipotecarios, alquiler de vivienda, gastos de escolaridad y médicos, medicina prepaga con tope…. Son conceptos que es razonable que se deduzcan de la renta para luego saber cuánto es el mínimo no imponible. “Se supone que deberían cubrir alimentación, vestimenta, educación, etc. pero en la práctica la inflación licúa los valores fijados y empareja todo”, concluye. Estas fueron algunos de los efectos nocivos que terminó desvirtuando el componente equitativo de Ganancias.

Para otro profesional destacado, César Litvin, subrayó e el cambio más importante, será la actualización semestral sumada a una excepcional que habrá para 2024 en el próximo septiembre, con lo cual se da cierta seguridad que las tablas y sus alícuotas no se van a erosionar una vez más. “El tope de $1,8 millón para solteros y $2,34 millones para casados con dos hijos será modificado con el índice de junio, julio y agosto y para enero de 2025 habrá otra escala actualizada” explica. Otro tema que Litvin señala como positivo es el retorno a una progresividad más suave, que parte del 5% para el tramo inicial de ingresos sobre el mínimo llegando más lento al 35% que antes pagaba casi el 90% de los contribuyentes alcanzados. Así para un sueldo de $3 millones en la escala “vieja” tributaba 27% y ahora el 5%”, comenta. Una oferta irresistible para los que antes aterrizaban de lleno en la escala superior pero una derrota para los que creían en la utopía de una economía sin impuestos directos para el 95% de la gente.

 

 

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Tristán Rodríguez Loredo

Tristán Rodríguez Loredo

Editor de Economía.

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