La relación de Argentina con el mundo siempre fue sinuosa. En particular, la economía ignoró tendencias que sólo interrumpió cuando los shocks aparecieron, cisnes negros como la pandemia o algún evento puntual, como fue el virtual default de la desarrolladora inmobiliaria china Evergrande, que muchos empezamos a googlear a partir de ese instante. El temor que la crisis financiera de la megaempresa escalara a una de alcance nacional, primero y mundial, más tarde, fue desactivado por la rápida respuesta de la autoridad regulatoria china. No alcanzó, tampoco para que la brutal caída de la bolsa argentina encontrara en este hecho una confusión de causa efecto.
Los precarios equilibrios del sector externo argentino, hay factores que impactan de lleno y otros que pasan de largo. En principio hay tres que sobresalen en la estructura de la balanza de pagos: la evolución de la tasa de interés, el precio de los commodities y el de la energía. En el primero, por la posición acreedora que tiene el país. Las fluctuaciones del valor de la soja y maíz, especialmente, pero del resto de los productos de exportación, le permitió alcanzar un récord de exportaciones con leve caída de la producción: el efecto boom. Por último, la política tarifaria hace que se deba mirar con especial cuidado las oscilaciones del precio de la energía (especialmente del gas y del petróleo) por el delicado equilibrio entre producción e importación. Mientras Evergrande acaparaba la atención, en el mercado del gas natural los precios se dispararon en los Estados Unidos, con subas en los contratos de futuro de más de 80% en los últimos seis meses.
La crisis. La escala de la economía china es inconmensurable. También las empresas que, como Evergrande, desarrollan su actividad en un sector vinculado al crecimiento como el de la construcción. Emplea a más de 200.000 personas en forma directa y tiene una presencia en casi 300 ciudades de todo el país y 1,4 millón de unidades en proceso de entrega. Con estos números, no debería asombrar el apalancamiento por US$ 300.000 millones que pudo conseguir su fundador y presidente, Xu Jiayin. Hasta esta crisis, su fortuna había descendido a menos de US$ 10.000 millones por la alta exposición financiera de su emporio. Ahora, como conocedor de los vericuetos del poder, apura la reestructuración.
Para Mariano Turzi, director de G&M Consultores y profesor en la Universidad del CEMA, la economía china está hace más de 10 años en un rebalanceo de su economía. “Dejó de ser un modelo de producción con bajo valor agregado para exportar y se convirtió a una economía dirigida al consumo interno”, subraya. En ese contexto, el episodio con Evergrande más que indicar un proceso de agotamiento del modelo de crecimiento, evidencia los problemas por el éxito de dicho modelo: “poca transparencia y sistema de gobernanza, con créditos blandos y financiamiento espurio dirigidos al sistema inmobiliario y al consumo”.
Lo que sí existe, indica Turzi, es un cambio geopolítico muy fuerte por la llegada de Biden y en la Unión Europea con el reacomodamiento de las fuerzas luego del Brexit. “El G7 se está realineando y modificando el panorama geoeconómico del mundo avanzado”, concluye.
Por su parte, el analista internacional Jorge Castro, presidente del Instituto de Planeamiento Estratégico, lo que ocurrió en China es que justamente hubo un ajuste fiscal durante el último año que llevó a correcciones financieras. “Los medios occidentales creyeron ver una reedición de la crisis de Lehman Brothers cuando apareció el peligro de default de Evergrande, pero no tiene similitud”, explica. Finalmente, el Gobierno intervino para ordenar la liquidación de las operaciones lucrativas, inyectó liquidez al mercado y bajó la tasa de interés con lo que se alivió la situación y anunció el cronograma de pago de los servicios de deuda. “La gran diferencia es que China es un acreedor internacional y no un deudor”, aclara.
“China atravesó años de crecimiento del 10% pero también del 3%, pero sus políticas en lo referente a alimentación se han mantenido porque el problema estratégico de la generación de alimentos va más allá de las circunstancias”, argumenta Dante Romano, gerente de Análisis de Mercados de FyO. Para apuntalarlo, recuerda que sólo la gripe porcina logró bajar importaciones de soja, pero en cambio subió importaciones se carne de cerdo. “Mi visión es que en el corto plazo por pánico y dudas los granos pueden bajar como el resto de los mercados financieros, pero que los planes de importación de alimentos de China son más estables”, subraya.
Cree que el mercado se presenta estable con leve inclinación a la baja por la entrada de la cosecha de los Estados Unidos y por la desconfianza hacia las corrientes alcistas de los precios, pero no por la situación generada en el sector inmobiliario de China. Pero, por último, sí cree que pueden incidir el entorno financiero y que los fondos son fuertes actores en el mercado de futuros: hay 95 millones de toneladas de soja y maíz compradas por estos agentes. “Si se asustan o vienen las urgencias, liquidan posiciones, como ocurrió luego del crac de 2008, pero a la larga, mientras China no caiga en una crisis financiero y continúe con su política de seguridad alimentaria, habrá demanda sostenida para las exportaciones argentinas”.
Pandemia de precios. El fantasma que pareció en el escenario es el de la inflación internacional, que ya va moldeando expectativas. Fernando Marengo, director de Arriazu Macroanalistas la amenaza financiera china agregó incertidumbre. “Si bien los últimos datos muestran una desaceleración, en línea con la expectativa de la Reserva Federal que sostiene la misma es un efecto temporario, sin embargo, hay algunos indicadores que hacen prender una luz amarilla: la economía crece a un ritmo superior al 7% cuando su potencial lo hace al 2%. Esto no es sostenible”, sentencia. En síntesis, el PBI real está al nivel del potencial que indicaría que no queda mucha capacidad ociosa luego de la recuperación post pandemia. Por lo tanto, cree que la Fed intentará evitar un proceso inflacionario, primero acudiendo al mercado de bonos y luego haciendo subir la tasa de manera de desacelerar actividad económica para que el PBI real crezca al ritmo compatible con su potencia. “La duda es si lo logrará mediante un aterrizaje suave o abrupto, en caso de correrla de atrás a la inflación”, proyecta.
Los episodios como el de la crisis de Evergrande sólo traen el recuerdo de turbulencias que una y otra vez evaporaron los equilibrios inestables del mercado local. Una calma que invita a ordenar las cuentas puertas adentro mientras ningún cisne negro amenace la tranquilidad.
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