A veces la necesidad crecimiento personal de alguien que forma parte de un sistema trae como consecuencia, el emprender un camino propio, dejando la estructura común para permitir, para dar lugar a ese proceso.
El sistema puede consistir en una sociedad, una organización laboral, una familia, una pareja entre tantos otros.
Las partidas pueden ser abruptas, organizadas, tácitas, necesarias, oportunas, inesperadas, obligadas, desconcertantes, dolorosas, iracundas, imperceptibles, estas son algunas de las innumerables formas de partir.
¿De qué dependerá esa forma?
¿Quién tomará la decisión?
¿Cómo se comunicará?
¿Qué consecuencias producirá la decisión en el sistema?
Creo que no hay una fórmula correcta.
En algunos casos el sistema generará la oportunidad para que esa decisión tome forma, fuerza y se exteriorice. En otros, quien finalmente tome la decisión de partir creará las condiciones necesarias para que ello se produzca, porque de otro modo, lo decidido no podría salir a la luz.
Hay personas que impulsan tanto, que son incontenibles, eclipsan sin querer, no le dan lugar al otro para crecer a su lado. No lo hacen a propósito. Para quiénes acompañan a estas personas, se les plantea el desafío de intentar hacer lo propio generando un espacio o partir.
Quizás quien puede ver la necesidad de crecimiento del otro de su bendición y mire a quién decide partir con buenos ojos, para que continúe ese proceso.
También existen otras formas, las aparentemente menos amables, una discusión que permite liberar aquello que durante años fue creciendo en silencio, una enfermedad que muestra algo que no estamos escuchando, un ruptura a consecuencia del conflicto por la existencia de un amante (sea una persona o una actividad laboral, de esparcimiento) que deja al descubierto algo que no funciona.
Existen tantos modos de partir como personas en el planeta, cada uno con su individualidad y su impronta. Buscar una forma ideal para hacerlo atenta contra lo posible.
Cualquiera sea la forma elegida para partir, es necesario hacer lugar a la comprensión, sea por parte de quien toma la decisión o por parte de quien recibe la comunicación de lo decidido. También reclamará un lugar la gratitud por lo vivido y compartido, cualquiera sea su naturaleza.
No siempre es posible hacer lugar a la comprensión y la gratitud al momento que la decisión se exterioriza. Son muchos los casos en que ese proceso requiere tiempo adicional.
El tiempo para hacer lugar a ellas no está determinado, y dependerá del proceso interno de cada uno. También habrá casos en los que no será posible darles espacio y necesitamos aceptarlo para seguir adelante. Lo importante es hacer consciente lo inconsciente.
Ana Laura Díaz
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por CEDOC
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