¿Querés delegar pero terminás haciendo todo vos?
¿Por qué?
¿Creés que vos sos más capaz que los otros?
¿No confiás en que el trabajo quede terminado en tiempo y forma como necesitás?
A veces nos resulta muy difícil dar una tarea para que otro la resuelva.
Te doy algunos tips que hacen que sea mucho más fácil.
Lo primero que tenemos que plantearnos es cuán importante es para nosotros que al finalizar sea exactamente como la imaginamos.
Si NUESTRA FORMA es la única que aceptaríamos expliquemos todos los detalles.
He aquí un ejemplo:
En Argentina, en época de inflación, una distribuidora que además hacía recetas magistrales, tenía este problema:
La encargada de completar la planilla del costo de los productos era muy meticulosa.
Les cuento a los que viven en países más estables, que acá todos los días o semanas aumentaba el precio.
Ella, para hacer impecable su trabajo, consultaba diariamente a los proveedores y demoraba en los informes.
Como consecuencia ¡no podían vender!
En una reunión, se acordó que los datos podían ser de los últimos 7 días. Si había algún desvío, la empresa se haría cargo de la pérdida.
La rapidez es importante a la hora de competir. Tanto en la atención al cliente, como en responder el precio, y en entregar los pedidos…
Convocar a una conversación con el sector fue de gran utilidad. Se alertaron de que atrasarse los podía dejar afuera del mercado. La hora hombre de trabajo tenía un costo, y la empresa necesitaba agilidad.
El equipo está para acordar, volver para atrás e inventar nuevas reglas del juego si hace falta.
Otro inconveniente que veo a menudo es que queremos que los colaboradores hagan la tarea…¡pero nunca les explicamos cómo hacerla!
Suponemos que si nosotros sabemos, el otro tiene que saber.
¡Y nos olvidamos que antes, nosotros tampoco sabíamos!
Para delegar, respetemos los cuatro pasos fundamentales:
1: Yo hago y el otro mira cómo lo hago (Y pregunta, y anota todo lo que le resulta relevante).
2: Los dos hacemos juntos (Y prueba todo lo que necesite).
3: El otro hace y yo miro (Y corregimos si hace falta).
4: El otro hace solo (Sí. Recién en este paso él hace solo)
Muchas veces, vamos directo al paso cuatro y pensamos que el otro es el que falló.
¿Pero sabés qué?
¡El error no era realmente de él, sino nuestro que no le habíamos explicado!
Trabajemos juntos y modifiquemos lo necesario para lograr los objetivos.
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