Sunday 19 de May, 2024

EMPRESAS Y PROTAGONISTAS | 13-09-2023 13:40

El que le habla a todos, no le habla a nadie

¿Cuál es el universo que debe conquistar un candidato lanzado a la difícil tarea de sumar voluntades? Aquí, un conjunto de claves para no naufragar en mares embravecidos.

En campaña, el tiempo es oro. Pero eso no significa que mientras más se adelante el candidato en la carrera electoral, más rédito obtendrá.

La brújula estratégica constituye un mecanismo que permite orientar al candidato en un contexto que jamás se quedará inmóvil. El electorado es zigzagueante y ni siquiera avanza hacia “adelante”. El humor social, los temas de agenda que circulan en la calle, en el subte, en el tren, en la mesa familiar… de todo se opina. Y de todo se concluye.

Ahí, en ese heterogéneo mapa de opiniones se esconden los votos que todos los candidatos deben encontrar y capitalizar. Para minimizar los riesgos y no naufragar en alta mar, el estratega crea la brújula estratégica.

En esa brújula estarán contemplados el votante líquido, el candidato frente a un escenario inédito, y el equipo amalgamando ambas realidades: todos necesitan seguir el norte de esa brújula. Que no es más que la estrategia en acción.

¿Qué debe hacer el candidato para sumar votos? ¿Les habla a todos? Primer error. Hablar a todos es hablar al vacío. El que habla sin personalizar en realidad le está hablando a nadie.

¿Le habla a “su” público? La brújula indica que eso, inmediatamente, hace que el rival reaccione. En escenarios de grieta, retroalimenta el odio y la división, pero afianza a los propios.

¿Y si le habla al votante “de la otra orilla”? Otra vez, el imán marca el norte: es difícil ser escuchado cuando la voz proviene desde las antípodas ideológicas. Puede acercar posiciones, pero quizás moleste a los propios.

¿Entonces, a quién le habla un candidato?

Los discursos muchas veces son temporales. Van filtrándose en esa sociedad móvil buscando la oportunidad de sumar votos y voluntades. Al indeciso, al débil, al fuerte, al escéptico, al crédulo. A cada uno llegará con un discurso que reflejará sus demandas puntuales en un momento determinado.

Luego, se saldrá a la calle a “enamorar” a ese público anónimo que conocerá a su candidato en acción. Y recién después llegará el momento de convencerlos.

La batalla, apelado al lenguaje bélico, se dará por tierra y por aire. Las naves están orientadas. El capitán sostendrá el timón y el candidato esperará el momento de zarpar y levantar velas.

El mar, ese vasto universo de ideas y personas que se agitan como en una tormenta perpetua, los espera.

por CEDOC

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