Acuciada por una recesión de tres años y una inflación que no cesa, la economía argentina tiene a varias de sus industrias en jaque. El sector de productos lácteos comenzó el año con un pronóstico reservado, ya que según sostenía un informe del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA) de marzo, los consumos de leche y yogures habían descendido un 20% y un 35%, respectivamente, en los últimos cinco años.
Sumado a este panorama, desde marzo, con el aislamiento social, decretado por el Gobierno nacional ante la pandemia, el panorama se vio agravado no solo por las ventas internas, sino además por la sobreoferta que se generaría ante la merma de las exportaciones en un marco de crisis mundial. Pero al ser un sector fundamental en la alimentación, la producción continuó y los principales referentes de la industria se mantienen, con las modificaciones correspondientes.
Nicolás Seijas, director de marketing y comunicaciones de Mastellone, explica que para esta compañía controlada por Arcor y dueña de la marca La Serenísima para leche, queso y dulce de leche “tenía proyectado en 2020 seguir con la renovación del portfolio de productos”. Por ello mismo, “toda la compañía se movilizó rápidamente tomando acciones con el objetivo de garantizar el abastecimiento de nuestros productos a los más de 70.000 puntos de venta del país”, agrega Seijas.
La suiza Nestlé también continúa en la senda trazada desde el año pasado, cuando inauguraron una nueva línea de producción en la planta de Villa Nueva, Córdoba. “Esto nos brindó la oportunidad de expandir nuestra presencia en el sector lácteo, produciendo versiones líquidas de productos de valor agregado a través de marcas muy valoradas por los consumidores como Nesquik, Nido y NAN. Para esto, invertimos 480 millones de pesos”, destaca Guillermo Fazio, director de la cadena de suministros de Nestlé para la Argentina, Uruguay y Paraguay.
Diego Buranello, director de asuntos corporativos de la francesa Danone para el Cono Sur, cuenta que “desde hace cuatro años ha sido un período difícil en cuanto a rentabilidad, traccionada sobre todo por las dos unidades de negocio correspondientes al consumo masivo: lácteos y aguas”. “La empresa no tiene participación en el segmento de leche fluida, la leche cruda es materia prima principal en la fabricación de sus productos y representa el 34% en la estructura de costos. En 2019, su precio registró un aumento del 130%, que duplicó la tasa de inflación y dio como resultado un incremento de más del 1.000% en el acumulado de los últimos ocho años”, advierte el ejecutivo de Danone, que cuenta con la marca La Serenísima para yogures y quesos untables.
Seijas, de Mastellone, añade: “Sumado al estancamiento de producción láctea, que ya lleva más de dos décadas, está el contexto Covid-19 y la recesión de nuestra economía. Mientras que hay noticias positivas desde lo productivo, por el clima y los buenos precios pagados al tambero en el último semestre, con volúmenes incrementales versus 2019, lamentablemente no son buenos los resultados financieros. Los márgenes de todas las empresas están muy comprometidos, principalmente por los aumentos de costos (paritarias, materia prima, entre otros), habiendo mantenido los mismos precios al consumidor desde noviembre último”.
“Al impacto del peor período para Danone en términos de rentabilidad –amplía Buranello–, se agrega la caída del 20% en el consumo de yogur durante 2019. Y ahora Danone Lácteos registró la aparición de sobrecostos a razón de las nuevas medidas implementadas para reconvertir los procesos de producción y logística, además de las medidas para los protocolos de bioseguridad”.
Las empresas lácteas ampliaron además el teletrabajo, dieron viandas y kit sanitarios a los distribuidores y lanzaron al mercado nuevos productos. En el caso de Mastellone, leches funcionales (Zero Lactosa, Protein, Calcio, Cardio y Hierro) en formato botella PET de última tecnología, quesos en fetas y hebras Finlandia Chef, una línea premium de quesos para picadas como el camembert y brie y el dulce de leche Tradición Argentina y Dolcella, un dulce a base de chocolate con sabor a avellanas. Danone introdujo en el país la marca Silk, a través de la cual ingresa en el segmento de alimentos vegetales y los Yogurísimo reducido en lactosa, descremado y estilo artesanal con solo tres ingredientes. Nestlé está desarrollando proyectos para agregar valor a la elaboración de leche primaria, como la producción de leche orgánica y leche A2.
Sobre estas nuevas leches con valor agregado que proyecta la empresa suiza, Fazio detalla: “Se exporta aproximadamente un 20% de lo que se produce en el país. En el mundo hay muchos nichos y espacios de consumo dispuestos a consumir productos como la leche A2 y orgánica, y la Argentina puede encontrar allí una oportunidad de desarrollo. La demanda de productos lácteos viene recorriendo un camino de diversificación y, aunque la velocidad de transformación puede variar, es un camino que en el mediano y largo plazo continuará evolucionando”.
“La industria láctea es una pieza esencial en el mercado nacional y los desafíos que plantea la pandemia son varios, ya que el impacto en el consumo es muy significativo”, comenta Buranello, de Danone. “Sumado a eso, el desfase entre esa situación, el aumento de los costos y al mismo tiempo la imposibilidad de trasladar el impacto en los precios está generando un panorama extremadamente delicado en la cadena. La pandemia también está impactando en el sector primario y, por lo tanto, en la oferta de leche en el país. Esto podría impactar profundamente en el mercado lácteo”, concluye Buranello.
Seijas también formula su evaluación: “El impacto en el largo plazo que tiene esta pandemia aún es incierto, ya que estamos ante un panorama y una situación social inédita, pero si miramos el crecimiento de la industria en el mundo, tenemos que ser optimistas y apostar a un futuro mejor”.
Conflicto, paro y salarios. En medio de la pandemia y la crisis descripta por los referentes de Mastellone, Danone y Nestlé, la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera (Atilra) dispuso un quite de colaboración entre el 9 y el 12 de julio, y un paro total de 24 horas el 13, en demanda de un 45% de aumento salarial para un 2020 en el que se prevé una inflación del 40%. Finalmente, el Ministerio de Trabajo dictó la conciliación obligatoria por 15 días y llamó a las partes a reunirse para llegar a un acuerdo. Las medidas de fuerza alteraron el abastecimiento, aunque no llegó a haber faltante de lácteos.
por Lucas Ayub
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