Wednesday 8 de May, 2024

EMPRESAS | 14-01-2024 11:34

Agro de exportación: fronteras abiertas

El tratamiento fiscal y cambiario argentino alienta a elegir otros mercados para diversificar la inversión agropecuaria.

Una tierra prometida: la zona núcleo de la Pampa Húmeda en Argentina es, junto con el cinturón maicero de los Estados Unidos y la llanura castigada de Ucrania como las tres zonas más productivas del mundo. Sin embargo, lo que en otras partes podría haber sido una bendición, para las empresas que habitan el ecosistema productivo agropecuario argentina es la señal para haber sido convertidos en un blanco móvil de la fiscalidad nacional, provincial y municipal.

Sacando cuentas. Sabiendo de la capacidad de resistir y seguir dando frutos, la producción del sector se ha visto sometida a una triple imposición: tributaria (sobre todo por las retenciones que llegan a extraer hasta un tercio del producido), cambiaria (por la brecha que llegó a ser del 50%) y arancelaria, llegando a pagar insumos más caros que el valor internacional. Una cuenta que las sucesivas autoridades económicas conocen y nunca dejan de dar un resto pero que la parte del león queda en otras arcas. Para el productor Santiago del Solar, pensar en una rentabilidad de 3% anual para un campo agrícola sigue un patrón histórico en el que arbitra el precio del valor inmobiliario. “Ahora, con la devaluación subió la rentabilidad para el dueño de la tierra y con eso una pequeña revaluación del activo, pero nadie compra el valor de un bien por un breve lapso sino a 20 años”, explica.

Tal es el caso de Juan Pablo Rossi, integrante de una empresa agropecuaria familiar con producción en el norte de Buenos Aires que hace unos años apostaron por la zona del departamento uruguayo de Colonia. “La diferencia con el sector argentino es que el que finalmente captura la eventual renta que puedas tener por un buen año es el productor, pero también quien tiene que afrontar una mala campaña, como la pasada”, sintetiza. Tanto que los productores locales no salen de su asombro por las restricciones que deben desafiar sus pares rioplatenses. Entre estas diferencias notables destaca:

No hay diferencial de precios ni retenciones

Hasta US$250 mil de facturación no se paga Ganancias, mientras que en Argentina se pagan anticipos o los saldos a favor son devorados por la inflación.

Si bien se cobra en dólares también el precio de los insumos está dolarizado (fertilizantes, labores, insumos, combustibles -más caros-). El margen es mayor porque todo el sistema es más competitivo.

El impuesto inmobiliario rural es más bajo y también existe la posibilidad de comprar maquinaria agrícola usada importada más barata y facilita la capitalización del agro oriental.

Para los contratistas el trabajo es más relajado porque no hay diferencias cambiarias, los servicios y todo el esquema está dolarizado o en precio producto.

Tranquera abierta. Si algo tiene de característico el negocio agropecuario es justamente estar arraigado al territorio… pero eso en el corto plazo. A mediano y largo plazo, los capitales y talentos intervinientes eligen migrar a otros mercados vecinos en que, si bien la productividad es menor, también lo son las restricciones oficiales. “Hoy, los productores argentinos cargan en su ADN más de 100 años de historia de producción agropecuaria, por lo que su presencia en campos extranjeros contribuye a un constante mejoramiento en la agroindustria de otras naciones”, explica Federico Nordheimer, CEO de Nordheimer Campos y Estancias, inmobiliaria rural con actividad en Uruguay, Paraguay, Bolivia y Estados Unidos. A su juicio, la diversificación puede estabilizar rendimientos en momentos de crisis y como una estrategia de mitigación de riesgos. “Así como los productores diversifican cultivos en sus propios campos para mitigar riesgos climáticos y de precios de los commodities, los inversores argentinos buscan variedad geográfica para optimizar sus carteras y asegurar rendimientos sostenibles”, concluye. También subraya que la diferencia más notable es que Uruguay es más estable y en Argentina pesa más el factor cambiario que termina configurando la renta, que en esas fluctuaciones la rentabilidad pueda tocar un piso del 2% anual en dólares o subir hasta el 5% en cuestión de días. “En general el inversor que tiene actividad en tierras en el exterior ya tiene cierta cultura de invertir en otros países en diferentes áreas”, cierra.

Para Juan José Madero, director de la División Campos de L.J. Ramos, Uruguay siempre se mantuvo competitivo con Argentina porque siempre funcionó siempre su mercado con regularidad (acceso a dólares, créditos a condiciones lógicas, precios alineados con el mercado de Chicago), pero los costos son muy altos (sobre todo el combustible) y la productividad es más limitada en su potencial. “El resultado operativo obtenido allí, es muy similar a la zona de Entre Ríos, pero sin las dificultades del crédito caro, restricciones de producción, retenciones, brecha cambiaria, etc. por lo que motivó a algunos inversores a diversificar su cartera apostando en Uruguay”.

Ignacio González es socio de la división Campos de la tradicional firma inmobiliaria Terramar y hace tiempo que viene tratando con inversores extranjeros (individuos, grupos familiares, fondos de inversión o empresas) que buscan alternativas tangibles a lo que pueden desarrollar en sus países de origen. “Hay europeos y estadounidenses que buscan diversificar riesgos en un mercado con más potencial de desarrollo en una decisión a largo plazo ya que inmediatamente luego de la compra, quieren alquilarlo con las garantías del caso”, aclara. La rentabilidad esperada está entre el 2% y el 5% anual para el caso de los campos agrícolas de la zona núcleo oriental (la de los departamentos del Río Uruguay, con valores de hasta US$10.00/ha) pero puede ser superior en el caso de un campo ganadero-US$.2.500 a US$3.500/ha. según el ciclo- o también con un horizonte de más tiempo, en los destinados a la forestación.

Las reglamentaciones rigen en cada mercado, pero finalmente el flujo de inversiones termina encontrando alternativas donde mejor tratan a quienes orientan su capital.

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Tristán Rodríguez Loredo

Tristán Rodríguez Loredo

Editor de Economía.

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