Saturday 18 de May, 2024

EMPRESAS | 25-10-2023 13:23

Cómo se construye un fondo de emergencia

Un fondo de emergencia está orientado a la previsión y es una suma de dinero con disponibilidad líquida inmediata.

La planificación financiera es un extenso tablero conformado por numerosas fichas o herramientas. Algunas son automáticas, están siempre entre las opciones prioritarias por defecto. Otras, en cambio, suelen utilizarse más en etapas avanzadas del proceso. Entre las primeras, encontramos el fondo de emergencia. Lo primero que debemos tener en cuenta para poder armar uno es su definición y su objetivo, dado que el recurso (si no está adecuadamente identificado) suele provocar confusiones.

Un fondo de emergencia está estrechamente relacionado con la previsión y consiste en una suma de dinero con disponibilidad líquida inmediata de entre 6 y 12 ingresos completos. Es decir, la cantidad total (nada de porcentajes, puchitos o montoncitos) de dinero que nos entra mensualmente gracias a nuestro trabajo o emprendimiento, invertida en una herramienta que evite su depreciación por la inflación. Pasado en limpio y a números sencillos, si el ingreso de una persona es de $250.000 mensuales, el fondo de emergencia debe nacer o ir construyéndose hasta alcanzar una disponibilidad de entre $1.500.000 y $3.000.000. Si está más cerca de la segunda cifra, mejor aún. En este punto, siempre aparecen las preguntas.

Sobre todo, estas dos:

  1. ¿Cómo hacer para llegar a esa construcción de un semestre o un año de ingresos, cuando lo que suele pasarme es que casi no me sobra dinero para darle ese destino?
  2. ¿Cómo hacer para que la inflación no me licúe esta suma reunida con esfuerzo?  

Respuestas. Una manera de responder esa primera y fundamental pregunta es abrir una cuenta comitente en una sociedad de bolsa y enviar el 10 por ciento de los ingresos a un instrumento que ofrezca liquidez, aunque no alta rentabilidad, dado que ambas no van de la mano. Por supuesto, ese fondo de emergencia de seis meses o un año no tomará ese lapso en construirse, sino dos o tres veces más, dependiendo de la constancia y la rigurosidad con la que se lo edifique. Incluso, si el 10%, que sería el escenario ideal, parece demasiado, pensar en algunos puntos menos también estaría bien. Lo importante es darle comienzo y continuidad.

Este mismo proceso es también el que responde la segunda pregunta. La inflación suele generar dudas, promover estrategias para combatirla y, como resultado, casi siempre un gran estrés. Ese mismo instrumento, bien elegido, irá superando los escollos que presente la pérdida de valor adquisitivo.    

Otro de los puntos importantes es el destino del fondo. El uso de la palabra “emergencia” debe estar dado por un marco natural, que se mueva en armonía con su significado. “Que se lleva a cabo o sirve para salir de una situación de apuro o peligro” dice, con certeza, la acepción más adecuada en el diccionario. Un apuro puede ser tener que atravesar un proceso médico, la rotura de un electrodoméstico esencial, la pérdida de funcionamiento de una herramienta clave para nuestra tarea profesional o nuestra vida cotidiana, como un auto, por ejemplo. No existe una emergencia en el deseo de viajar, de comprar ropa, ir a un recital internacional o darnos un gusto. Esos deseos están bien, son genuinos, pero son harina de otro costal y, como tal, deben tener su independencia.

Cuatro beneficios de tener un fondo de emergencia.

  1. Es uno de los instrumentos fundamentales de toda planificación financiera. Ponerlo en marcha es motorizar una vida financiera ordenada, que inevitablemente se expandirá hacia otros instrumentos.
  2. Robustece nuestro orden. A través de la comprensión de las herramientas y su función, iremos incorporando la cultura de la planificación hasta que la vieja excusa “no entiendo nada de finanzas” desaparezca de nuestra cotidianidad.
  3. Nos proporcionará el bienestar anímico de saber que estamos tomando cartas en el asunto, en un camino hacia adelante. Las finanzas ordenadas promueven la armonía y le dan descanso y paz a la mente.
  4. El fondo de emergencia nos da la tranquilidad de saber que contamos con un instrumento construido específicamente para una situación inesperada y que, al menos en su aspecto económico, estamos a resguardo.

Gabriela Totaro es psicopedagoga y educadora financiera.

 

 

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por Gabriela Totaro

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