100 RAZONES PARA VIVIR by Mel Castro, coach profesional experta en reinvención laboral para mujeres +35

Con motivo de la celebración del centenario de vida de su abuela, Mel Castro nos comparte la historia de Florinda, invitándonos a reflexionar sobre la importancia de desarrollar nuestra capacidad para transformar los desafíos en oportunidades de crecimiento, cultivar la resiliencia y encontrar uno o más sentidos (ikigai), elementos fundamentales para una vida próspera y longeva.

¿Existen razones para seguir adelante, incluso en los momentos más difíciles?

En sus 100 años de existencia, Florinda, mi abuela, sigue encontrando razones para vivir. Ha sido testigo de la partida de muchos de sus seres queridos, incluyendo a su esposo Eugenio y dos de sus nietos, entre ellos mi hermano Adrián, quien partió inesperadamente a los 37 años hace apenas 18 meses. A pesar de estas pérdidas y los desafíos propios del envejecimiento, "Flori" encuentra siempre motivos para seguir adelante.

Hasta sus 94 años, su cuerpo y mente activos le permitieron cuidar de ella misma y de su casa. Sin embargo, desde hace seis veranos, esta italiana centenaria reside en un lugar adaptado a sus necesidades, donde ha tejido nuevas amistades y ha convertido este espacio en su hogar. Su espíritu resiliente prevalece con el paso de los años, recordándonos la importancia de adaptarnos a nuevas circunstancias.

Los comienzos de la relación entre Florinda y la Argentina se remontan a 1949, cuando a sus 25 años se embarcó hacia Buenos Aires con su pequeña hija de casi 2, huyendo de las secuelas de la Segunda Guerra. Este acto de valentía y fe en un futuro incierto marcó el inicio de una vida llena de desafíos y logros.

Como parte de la ola de migrantes europeos que contribuyeron al desarrollo de nuestro país, Florinda supo sobreponerse a las limitaciones de la época. Sólo un año después de su llegada, daba a luz a dos hijas más, gemelas, cuando solo contaban con una habitación donde vivir. Su determinación y esfuerzo se convirtieron en pilares para construir un nuevo hogar seguro y próspero junto a su esposo y sus 3 hijas.

Florinda, hábil modista y apasionada cocinera, fiel a sus raíces calabresas, transmitió sus tradiciones a las generaciones posteriores. Su hogar era un refugio donde la familia se reunía cada domingo y en ocasiones especiales, demostrando que la verdadera riqueza reside en los lazos afectivos.

La percepción inicial de Florinda como una mujer firme y rigurosa se completa al descubrir su alegría, generosidad y carisma. Su capacidad para reinventarse y sobrevivir a los embates de la vida es un legado que ha traspasado a la familia. Hoy reconozco en mi abuela una de las fuentes de mi propia determinación, resiliencia y habilidad de seguir adelante "a pesar de".

La "nona", como le decimos, hoy lidia con los inevitables achaques de la edad mientras se preocupa por el bienestar de los demás. Siempre con una sonrisa, su vitalidad le permite compartir historias y chistes, a pesar de las barreras lingüísticas del español, que nunca superó del todo.

Después de cien vueltas al sol, Flori mantiene su espíritu vivaz, convirtiendo su vida en un testimonio elocuente de la importancia de buscar nuestro ikigai, aquellas razones o propósitos de nuestra existencia. La determinación de Florinda de encontrar significado y alegría en cada día es inspiradora. Aún conserva su afán de conversar a toda hora, disfrutar del tiempo con sus hijas y nietos, mantenerse informada y, de vez en cuando, hasta entonar alguna canción calabresa.

Al preguntarle por su larga vida, Florinda nos recuerda que la fe en el porvenir, contribuir al bienestar de quienes nos rodean y encontrar un propósito en cada etapa de la vida son elementos fundamentales para vivir plenamente. Es mi deseo que este relato, más que una crónica de años, inspire a reflexionar sobre nuestro propio ikigai, esas razones profundas que nos impulsan a seguir adelante incluso en los momentos más desafiantes.