La Lic. Ingrid Ávila, especialista en trastornos de ansiedad, explica que estas experiencias pueden generar un estado de alerta permanente, donde el cuerpo y la mente reaccionan a señales que no representan un peligro real.
El miedo que se retroalimenta
Quienes atraviesan estas experiencias suelen estar en un estado de alerta permanente, donde el cuerpo y la mente reaccionan a señales que no representan un peligro real. Esto se debe, en parte, a la amígdala, una región del cerebro encargada de detectar amenazas. Cuando esta se sobrecarga, comienza a enviar señales de alarma constantes, generando una sensación de peligro incluso en situaciones seguras.
Un ejemplo común es la percepción de los latidos acelerados del corazón. Si en algún momento se asociaron con una situación peligrosa, es probable que cada vez que el corazón lata rápido, la persona sienta que algo malo está por suceder. Este círculo vicioso mantiene la ansiedad activa, dificultando la capacidad de relajarse y distinguir entre una amenaza real y una falsa alarma.
Estrategias para romper el ciclo
La buena noticia es que existen formas de manejar la ansiedad y los ataques de pánico. Con práctica y paciencia, es posible recuperar la calma y reducir el impacto de estas experiencias. Algunas estrategias recomendadas incluyen:
- Conectar con el cuerpo sin miedo: Muchas veces, la ansiedad se intensifica porque evitamos prestar atención a nuestras sensaciones físicas. Aprender a notar los latidos del corazón, la respiración y otras señales del cuerpo sin interpretarlas como amenazas puede ayudar a reducir el temor.
- Revisar los pensamientos: La mente tiende a generar pensamientos catastróficos cuando estamos ansiosos. Sin embargo, tener un pensamiento no significa que sea real. Cuestionar su veracidad y tratar de verlo desde una perspectiva más objetiva ayuda a disminuir la angustia.
- Regular las emociones gradualmente: Enfrentar la ansiedad de forma progresiva, sin evitar las situaciones que la provocan, permite desarrollar tolerancia y recuperar el control. La clave está en hacerlo poco a poco, sin forzarse.
Un camino de aprendizaje
La ansiedad y el pánico no desaparecen de la noche a la mañana, pero con el uso de técnicas como la relajación, la meditación y el entrenamiento en conciencia corporal, es posible reducir su impacto y mejorar el bienestar. Cada pequeño avance cuenta, y con tiempo y dedicación, se puede volver a disfrutar del presente sin que el miedo tome el control.
Lic. Ingrid Ávila
Terapeuta cognitiva.
Especialista en trastornos de ansiedad.
Magister en psiconeuroendocrinoinmunología.
Sexóloga clínica.
- Consultas al + 54 9 11 7150 9308
- Instagram: lic.ingrid_avila
www.psicologaingridavila.com.ar.
por CEDOC
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