¿Qué es una relación si no es el encuentro de dos mundos?
¿Qué es el encuentro de dos mundos si no es el encuentro con la diferencia?
Partiendo de esa base, es imposible de pensar que el disenso, el desacuerdo, el roce, el debate y la discusión, no formen parte de un vínculo. Básicamente porque está compuesto por dos personas que vienen con su combo de historias, de formas, de vivencias, de valores, de ideales y de maneras de leer la vida.
Entonces cuando en un vínculo no hay conversaciones incómodas, es porque alguno de los dos se está callando. Alguien no está hablando. No se manifiesta, no se expresa.
Hay alguien que permite lo que no debería permitir. Alguien que tolera, que soporta.
Alguien que hace silencio por miedo. Porque o camuflado y escondido, o totalmente expuesto; el miedo a la pérdida está siempre en juego.
Y mantener el silencio tiene un costo altísimo.
Nos devora. Nos oprime. Nos duele. Nos reprime. La ausencia de sonido desencadena un ruido que aturde en nuestro interior que necesita salir.
Hay que hablar. Hay que expresarse. Hay que disentir para concordar.
Hay que incomodarse.
Es la única forma de poder construir algo sano.
Porque si el costo de poder sostener una relación, es perder la libertad de poder exteriorizar nuestras necesidades, deseos y límites; no vale la pena vivirlo.
Siempre es mejor un vínculo roto por una conversación incómoda, sincera y honesta, que un vínculo roto por la enajenación y la acumulación de sentires silenciosos que solo nos consumen por dentro.
Facundo Olivares – Escritor
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