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LIBROS | 06-11-2023 19:09

“La vida de los cangrejos”: la historia tortuosa de una pérdida

Es la novela favorita del cantante Louta y su autor es un argentino muy joven que vive en el exterior. De qué se trata esta historia.

'La vida de los cangrejos', de Pablo Solberg, es el libro que siempre quise leer”, dice el músico Louta desde la contratapa de esta nueva publicación de la editorial Mansalva. “La alegría es doble”, sigue el artista, “por ser de un joven que vive en la misma época que yo. Esta novela es la punta de lanza de una nueva cultura dorada que nace de las preguntas que todos tenemos en el pecho”. ¿Por qué Louta recomienda con tal énfasis este libro?

El narrador de “La vida de los cangrejos” (ese joven que menciona Louta, supone el lector) cuenta su llegada al pueblo brasileño de Picinguaba, donde va a encontrarse con un antiguo amante de su madre. Cordial, alcohólico, con una vida misántropa y aun así inserto en el pueblito de pescadores, el anfitrión carga con un pasado lleno de enigmas. Con voz calma, minuciosa y por distanciada no menos elocuente, el narrador deja ver, también, sus propias aflicciones y enredos. Así, una tras otra, se van desplegando las varias capas argumentales que dan sentido a la historia.

Con pulso firme, el héroe cuenta la muerte de su madre cuando él tenía seis años. El relato, de una frialdad atroz, no da lugar a ningún tipo de compasión, e incluso permite ciertos respiros y alguna leve ráfaga de humor, disipada de inmediato. Las costumbres y festividades noruegas, que aparecen por cuenta del linaje nórdico del narrador, podrían distender al lector, pero, en cambio, refuerzan la tensión dramática de la trama.

Vinculados a los sucesos posteriores a la muerte de la madre y a una adolescencia tortuosa en Buenos Aires, los episodios del pasado se van entretejiendo con los enmarañados acontecimientos que suceden en la espesura de la isla, bajo una luz mórbida y un clima denso y ennegrecido. A pesar de transcurrir en Brasil, la prosa de Solberg no emana calidez, y si se hace referencia al calor, sólo se alude a él en términos de sofoco.

La vida de los cangrejos

Como esos antiguos fotógrafos que retocaban con maquillaje las ojeras de las histéricas para representar una enfermedad que carecía de rasgos visibles, Solberg presenta a sus personajes con la hondura espiritual y un “pathos” propio de la tragedia griega. Hay también cierta dosis de dandismo literario, una displicencia implacable que tiene algo de “indolencia marcial, mezcla singular de placidez y de audacia”, con que Baudelaire definía a esa categoría. Ese dandismo literario, las referencias proustianas al recuerdo y a la naturaleza del tiempo se ciernen, con asombrosa lucidez, en varias de estas páginas. La mudanza del narrador al departamento en el que había vivido con su madre en su primera infancia “fue algo decepcionante, ya que no afloró, después de todo, ninguna remembranza que no estuviera ya presente, Pero algo sucedió a medida que descubría las dependencias y objetos que había olvidado (…) todo evocaba intimidad, como si me hubiera encontrado con viejos conocidos de los que no recordaba ni sus nombres ni los lugares en los que solía frecuentarlos, pero que, a pesar de ello, me transmitían un aire familiar. Confié en que bastaría una breve interacción para desempolvar mi memoria. Lamentablemente, al poco tiempo tuve que reconocer que si mi intención era iluminar el pasado y conservarlo en su estado más puro, entonces establecerme allí había sido una equivocación, porque los posibles recuerdos que podían estar escondidos en el departamento serían, como en una cinta de cassette, regrabados una y otra vez, sin quererlo pero de manera inexorable, con nuevas vivencias. Tras unos pocos meses, la casa dejó de remitirme a mi madre”.

Nacido en Buenos Aires, residente en España e hijo de una chilena y de un noruego, Solberg es un rara avis en el paisaje literario argentino. Emparentado menos con “La metamorfosis” de Franz Kafka que con “El bosque de la noche” de Djuna Barnes, “La vida de los cangrejos” apela a un lenguaje arcaico, de austera elegancia. Theóphile Gautier podría haberse referido a Solberg cuando habló de un estilo que transcribía “las confidencias sutiles de la neurosis, las confesiones depravadas de una pasión marchita, las alucinaciones bizarras de la idea fija que se hunde en la locura”.

 

Laura Ramos es periodista y escritora. Su último libro es “Las señoritas” (Lumen).

 

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por Por Laura Ramos

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